Indios de Barcelona

Edu Chirinos: "Tras la pandemia desapareció de golpe la clase media de la música"

El exlíder de Las Ruinas, ahora al frente de Robot Emilio, reflexiona sobre el efecto devastador que el parón impuesto por la crisis sanitaria ha acabado teniendo en la escena local de pop independiente

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Eduardo Chirinos

Eduardo Chirinos / Edu Ruinas

Rafael Tapounet

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Las Ruinas fue un trío barcelonés de power pop y rock alternativo que entre el 1 de enero de 2010 y el 31 de diciembre de 2018 publicó nueve elepés. Habían anunciado que sacarían 10 discos en 10 años y luego se separarían. No llegaron a cumplir su promesa, pero lo arreglaron a medias con dos conciertos de despedida, los días 15 y 16 de marzo de 2019, de los que salió un álbum en directo que sirvió para completar su discografía. Esos elepés de Las Ruinas contienen una de las mejores crónicas de lo que sucedió en Barcelona entre el estallido de la crisis económica y la pandemia. Una década de precarización despiadada, dependencia tecnológica, frivolidad millennial, gentrificación desbocada, colonización turística, terraplanismo intelectual e intentos de resistencia. Las canciones del grupo lo cuentan todo sobre esa época. Y con mucha gracia.

Al frente de Las Ruinas estaba Eduardo Chirinos, un arquitecto peruano obsesionado con el trío de Minesota Hüsker Dü que llegó a la capital catalana en 2002 y al poco tiempo empezó a tocar el bajo en diversos grupos ‘underground’ y a escribir canciones. “Eran bandas con cero repercusión –recuerda-. Tocábamos en garitos y en casas okupas y nos escuchaban cuatro gatos. Yo siempre pensé que todo se iba a quedar ahí, que con la música que hacíamos no era posible ir más allá. Y luego [a partir de 2009] sucedió lo de Las Ruinas, que es una de esas cosas mágicas que no te explicas”.

“Lo de Las Ruinas” es que Chirinos se pasó a la guitarra (una Epiphone con forma de flecha, parecida a la que usaba su ídolo Bob Mould), se atrevió a cantar y formó un trío con el batería Toni López y el bajista Jordi Espinach, que poco después fue sustituido por el venezolano Jaime Bertrán. Y resultó que en ese grupo “había algo que a la gente le gustó”. Grabaron unos discos estupendos, hicieron un montón de conciertos y, cuando ya acariciaban el sueño de vivir de la música, perdieron la motivación. “Estuvimos a un paso de dar el salto, pero al final no ocurrió –relata Chirinos-. Igual, al pensar que podíamos conseguirlo, yo metí más presión y eso provocó más desgaste. Hasta ‘Siesta mayor’ [su sexto elepé, de 2015] todo fue hacia arriba y genial, pero el siguiente disco [‘100% máximum heavy pop’], no funcionó y el grupo se resintió. Quizá la idea de sacar un álbum cada año hizo que al público le costara seguirnos el ritmo”.

El androide camarero

En 2019 el grupo anunció su disolución y de las ruinas de Las Ruinas surgió Edu Ruinas, un proyecto en solitario con el que Chirinos daba salida a las canciones que seguía componiendo a un ritmo diabólico. “Yo hago unos discos caseros que nadie escucha porque me encanta hacerlos. Escribir canciones, grabarlas, probar cosas, esa es mi pasión, aunque ya sé que ese rollo ‘lo-fi’ es algo superminoritario”. Paralelamente, el cantante formó un nuevo grupo con Carlos Leoz (exguitarrista de Standstill y Me and the Bees, entre otros), la bajista Blanca Lamar (Les Sueques) y el batería Àngel Garau (Da Souza) y lo bautizó con el nombre de Robot Emilio, en homenaje a aquel androide camarero de juguete por el que suspiraban los niños españoles a finales de los 90.

Y entonces llegó la pandemia. Un “parón muy jevi” que cambió las reglas del juego. “Cuando se retomó la actividad, se había producido un corte –reflexiona Chirinos-. Sellos, promotoras, emisoras, publicaciones y festivales empezaron a apostar por cosas que diesen dinero y eso ha provocado una división brutal. Es como si hubiese desaparecido de golpe la clase media de la música y hubieran quedado el ‘mainstream’ y el ‘superunderground’ del que no se entera nadie”. A Robot Emilio le tocó la segunda opción.  

Volver al inicio

Con un par de cambios en la alineación (Paloma Durán en el bajo y Dani Hun en la batería), el grupo publicó un elepé, ‘¡Al lío!’ (2022), que no escuchó casi nadie. “Reconozco que me sorprendió. Seguramente, esperaba que el hecho de ser gente que ya tenía un bagaje nos garantizaría cierta repercusión y eso no sucedió. Las canciones podían haber formado parte del repertorio de Las Ruinas, pero ya no había sitio para nosotros. No salimos en ningún lado y fue un bajón. Para mí fue como volver al inicio”.

Robot Emilio pasea ahora en su bandeja un segundo álbum titulado ‘Vas tarde’ que, en sus mejores momentos (‘El Flowers’, ‘Esqueletos’, ‘Niña vampiro’, ‘La revolución no llegará por Amazon’…), está a la altura de lo más destacado de Las Ruinas. Presentarlo en directo no está siendo sencillo. “El último concierto lo hicimos en Ultra-Local, una tienda de discos. En Barcelona nos movemos por los sitios en los que aún se preocupan por la escena local. La Vol, el Heliogábal, Meteoro, Pumarejo, la Taro…”. Salas con aforos pequeños y cada vez más alejadas del centro. “Es –dice Chirinos- como volver al ‘indie’ original, cuando todo eran cosas muy escondidas”. Ruinas de una escena pop que ya empezamos a añorar.

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