Opinión | En memoria de Morfi Grey

Daniel Granados

Exdelegado de Derechos Culturales del Ayuntamiento de Barcelona, músico e investigador cultural

Daniel Granados

Adiós al grito pelado de la periferia

Muere Morfi Grei, cantante del lado salvaje y del desgarro social, y precursor del punk español con la Banda Trapera del Río

La vida de Morfi Grei como cantante de La Banda Trapera del Río, en imágenes

Morfi Grei y Modesto Agriarte, en una actuación de la Trapera, en 1979

Morfi Grei y Modesto Agriarte, en una actuación de la Trapera, en 1979 / Ferran Sendra

El paso del 2023 al 2024 se ha entrelazado con las despedidas de dos grandes referentes contraculturales. Hace escasas semanas fallecía Shane McGowan, líder de The Pogues, quien en pleno auge del punk británico apostó por la música de raíz irlandesa como una suerte de metacontracultura que pilló a pie cambiado a punks y new waves. Y esta semana nos ha dejado Morfi Grei, cantante de la Banda Trapera del Río, una de las figuras más importantes de la contracultura catalana, quien a grito pelado consiguió que se escucharan los alaridos de los barrios periféricos de la Barcelona de finales de los años ‘70.

Para mucha gente la Banda Trapera del Río es una de las bandas más transgresoras de la historia de rock y el punk español. Para mí, era el grupo del barrio donde nací, al que mis padres tuvieron que avalar para poder comprar sus primeros equipos de sonidos e instrumentos. Hasta los 15 o 16 años yo pensaba que solo eran eso, la trapera del barrio de mi Cornellà natal, y los escuchaba en una cinta de cassette pensando que casi nadie más sabía de su existencia -¡mi tesoro!-. Fue entonces, cuando por culpa de uno de los primeros Ruta 66 que llegó a mis manos (la revista), descubrí que en la Ciudad Satélite -oficialmente Barri de Sant Ildefons-, aparte de un potente movimiento obrero antifranquista, había surgido a finales de los 70’ una de las más poderosas expresiones contraculturales de toda la península ibérica. 

Por aquella época despertaba en mí una creciente pasión por unas cuantas manifestaciones culturales que tensaban las cuerdas de cualquier concordia social establecida, incluida la progresía musical iberoamericana que en casa me habían inoculado hasta límites insospechados. El punk, el noise, el rockandroll o los hippies de los 60’s fueron nutriendo mis cd y cintas, muchas de ellas capturando al vuelo muchos programas de Radio 3, de RNE. Pero nada, absolutamente nada, me resultaba tan cercano y potente como La Banda Trapera del Río.

La vida de Morfi Grei como cantante de La Banda Trapera del Río, en imágenes

La vida de Morfi Grei como cantante de La Banda Trapera del Río, en imágenes / EPC

Si todo aquello que andaba descubriendo había sido capaz de tensar cuerdas, lo de Morfi era estirar cadenas hasta romperlas a mordiscos. No había concesiones. A diferencia de otras contraculturas coetáneas catalanas, los de La Trapera no debían nada a nadie. Su única formación era la de una cultura migrante y desarraigada, vinculada a un espacio público apenas urbanizado. Una cultura militante por naturaleza y de estirpe inquieta que compartía contextos con la potencia antifranquista de la época, pero que la trascendía desfigurando los surcos de las tuercas de tanto apretarla.

Años más tarde tuve la suerte de compartir escenario con él gracias al festival Primavera Sound y al Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), que veían en Tarántula (grupo en el que milité junto a Joe Crepúsculo y Vicente Leone) una suerte de hijo bastardo nacido en la colindante Sant Joan Despí a principios de los dosmiles. Ni Morfi ni nosotros reclamamos nunca la prueba de paternidad (nos daba lo mismo), pero aquella experiencia fue inolvidable. Se cerraba un círculo.

La vida de Morfi Grei como cantante de La Banda Trapera del Río, en imágenes

La vida de Morfi Grei como cantante de La Banda Trapera del Río, en imágenes / EPC

No sé si alguien que no proviene de esas mismas cloacas (“Venid a la cloacas” es el título de uno de sus himnos) puede entender lo que significa para unos chavales de la periferia barcelonesa tener a mano un referente de este calibre. El primer tema punk en catalàn, la primera canción sobre la menstruación -'La regla'- o una reivindicación del “Curriqui de barrio” como la más potente conciencia de clase escupida sin piedad sobre las vías del metro. Identidad, sentimiento de pertenencia o filiación cultural son algunos de los conceptos que los estudios culturales han usado para hablar de todo ello. Pero esa pulsión de los márgenes sólo es comprensible desde esas lindes, que como venas regurgitan entre los enormes Bloques Verdes de nuestra querida “Ciutat Podrida”.

Suscríbete para seguir leyendo