Entrevista | Joaquín Reyes Humorista

El cómico Joaquín Reyes: "No es verdad que hoy haya más censura en el humor"

Joaquín Reyes.

Joaquín Reyes. / Guille Sola

Maite Alvite

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Joaquín Reyes, que visitó Eivissa en abril, regresa mañana a la isla para hablar de su trayectoria con el gestor cultural Borja Crespo en el festival Mal del Cap. El cómico manchego, adelanta, tiene entre manos unos cuantos proyectos, su segunda novela y el guion de una comedia que no tiene nada que ver con lo que ha hecho hasta ahora. 

Cuenta Joaquín Reyes (Albacete, 1974) que ya de pequeño le gustaba hacer bromas y sacar una carcajada a los padres de sus amigos, aunque entonces no imaginaba que acabaría siendo humorista, "lo que quería era dibujar". "Me terminé dedicando a esto por un feliz accidente", explica en una entrevista telefónica concedida a Diario de Ibiza, del grupo Prensa Ibérica, con motivo de su visita mañana a la isla. El cómico manchego, conocido por programas como ‘La hora chanante’ o ‘Muchachada Nui’, estará a partir de las 19.30 horas en Can Ventosa para pegar la hebra, como le gusta decir a él, con el dinamizador cultural y crítico de cine Borja Crespo.

Hace pocos meses terminó la gira con su monólogo ‘Festejen la broma’ y al festival Mal del Cap viene a festejar la charla con el director, crítico de cine y dinamizador cultural Borja Crespo. ¿Tienen pensado ya de qué van a hablar?

No, me voy a dejar llevar por lo que me quiera preguntar Borjita. Me imagino que hablaremos sobre humor, sobre mi trayectoria, sobre los temas que nos gustan...

Borja y usted son viejos conocidos.

Sí, nos conocemos de Malasaña, del mundo del cómic, de la cultura underground... Compartimos el gusto por lo que está en los márgenes. Borja es una persona muy inquieta que está presente en muchas iniciativas y que ha abordado muchos proyectos. Nos presentaron amigos comunes.

¿De qué le gusta charlar en la intimidad con sus amistades?

De muchas cosas. Me gusta mucho hablar de tele, porque al fin y al cabo es a lo que nos dedicamos, y de ficción. Pero también de libros, de música o de temas existenciales. Pegar la hebra con mis amigos y amigas me encanta, y no necesariamente tengo que estar hablando yo, también me gusta escuchar.

¿Y a qué temas existenciales le dan vueltas últimamente?

Un tema que a mí me gusta abordar es el de la dictadura de las redes sociales, por ejemplo. También hablamos del cambio climático, de la extrema derecha…

Así que la política le interesa aunque no sea un asunto que toque mucho como humorista.

Sí, la política me interesa, aunque no la haya tocado mucho, sobre todo cuando hacíamos ‘La hora chanante’. En ese momento ya había programas de sátira política y a nosotros no nos interesaba hablar sobre eso, preferíamos hacer un humor basado en la mezcla de costumbrismo y absurdo.

¿Y de qué no haría nunca broma?

Generalizando mucho, pienso que se puede bromear sobre cualquier tema, la cuestión es el enfoque. Puedes hacer un humor cómplice o un humor cruel, depende de cómo estés formulando la broma. Es algo muy personal, pero, obviamente, hay temas o tipos de chistes que están superados. Ahora hay una especie de debate sobre los límites del humor. Por ejemplo, el otro día lamentaba Alfonso Guerra que ya no se puede hacer humor ni de homosexuales ni de enanos y yo pienso: «Chico, ¿de verdad los echas de menos?». Dicho de otra manera, tú puedes hacer humor con homosexuales y enanos, pero no como antes. Es que hace años era una burla permanente y, básicamente, lo que hacían los colectivos minoritarios o vulnerables era callarse. Esto ha cambiado, estaría bueno que no lo hubiera hecho, pero no existe ese ambiente de censura que denuncian algunos. Ahora se expresa la crítica y tú tienes que ser humilde para aceptarla y asumirla como parte de tu trabajo. El humor que a mí me gusta se basa en la complicidad, pero hay muchos otros tipos, como el que busca provocar. Está bien que así sea, ahora, también tienes que apechugar con tus bromas. No puedes escudarte en que es humor, como si eso te blindara.

Entonces, ¿no piensa que hoy haya más censura en el humor que hace unos años?

No, ni hablar, antes había más, ahora lo que hay son espacios para formular las críticas. ¿Que cómo se formulan esas críticas? Muchas veces en las redes sociales se insulta, eso obviamente está mal. El cómo utilizamos herramientas tan potentes es otro debate. Respecto a si el humor se puede criticar, estaría bueno que no se pudiera hacer, el humor es un medio, no es un fin. Pero no es verdad que haya censura en el humor, hay críticas. La gente que se queja de que «no podemos hablar» está hablando sin parar y diciendo todo lo que quiere, tiene espacios para expresarse. Lo que pasa es que esto es como un runrún, se dice, se repite y se convierte en una especie de verdad, pero no lo es en mi opinión. También se repite eso de que en los 80 había más libertad, cosa que tampoco es cierta.

Bad Bunny, la princesa Leonor, Alberto Núñez Feijóo, Victoria Federica… ¿Hay algún personaje con el que no se atreva?

En principio no, porque los hago todos iguales y puedo con cualquiera. Ahí tengo mucha manga ancha, pero bueno, a lo largo de toda mi carrera dedicada a la parodia manchega ha habido algunos personajes que no he parodiado porque he considerado que no era el momento, pero no muchos. Ahora, en esta nueva etapa de ‘El intermedio’, jugamos mucho con la actualidad, por lo tanto, nos atrevemos con cualquiera porque dan mucho juego.

¿Qué personajes dan más juego en su opinión?

Los políticos. Estamos viviendo una época en la que están teniendo mucha presencia y en la que creo que el debate se está empobreciendo porque hay mucha exageración, mucha sobreactuación, así que dan mucho juego para parodiarlos.

Me viene a la cabeza una parodia que hizo de Puigdemont en la que pasó algo gracioso...

Lo parodié en Torrejón de Ardoz y resulta que llamó un vecino porque pensaba que estaba viendo a Puigdemont de verdad. Se presentó la policía y todo, pero los agentes tampoco venían al trote cochinero, venían andando, yo creo que se olían la tostada. Ya sospechaban que era una falsa alarma.

¿Cómo hace para mantenerse al día en esto del humor y conseguir hacer reír a la generación Z, por ejemplo?

Uy, a la generación Z no sé yo si la hago reír, porque ya me pilla con otros referentes y son gente muy joven. Es difícil no pasar de moda porque en los cómicos hay mucho de generacional. Lo de mantenerse al día tiene que ver con ser una persona inquieta, con seguir prestando atención a las manifestaciones culturales de ahora, por ejemplo, a la música que le gusta a los jóvenes, sin prejuzgar. Hay una tendencia de la gente de nuestra generación a pensar que la música buena era la nuestra y la de ahora, no. Y eso no es verdad, si piensas eso es que no estás prestando atención a lo que hay, simplemente te quedas en la superficie.

¿Diría que a los cómicos muchas veces no se les permite estar serios?

Sí. Yo creo que la gente te percibe como un amigo, alguien cercano que le hace reír y quiere verte siempre así. A mí me gusta que nos vean de esa manera. Por lo general, la gente le tiene cariño al cómico y suele echar mano de la comedia en los momentos malos y te lo hace saber y eso es una cosa que da mucho gusto.

"Eugenio es uno de mis referentes, comparto con él muchas cosas, como el humor absurdo"

Pienso ahora en la película de David Trueba ‘Saben aquell’ sobre Eugenio, que era capaz de hacer reír a millones de personas estando roto por dentro.

Hay humoristas que realmente lo pasan mal, que tienen una vida llena de problemas y amargura y se refugian en la comedia. Por ejemplo, Peter Sellers, que es uno de los mejores cómicos del siglo XX, era una persona muy desgraciada y que hacía desgraciados a los demás, era un tirano. Es algo que se da, porque muchas veces el cómico esconde esa cara, pero tampoco es una cosa que sea siempre así. Eugenio se dedicó a la comedia casi por accidente, porque él era cantante, tenía un dúo musical con su primera mujer y lo que hacía era contar chascarrillos entre canción y canción, y al final eso se convirtió en su profesión. Muchos de los chistes que contaba los escribía él y tenía una forma muy personal de contarlos y de presentarse ante el público y eso hizo que lo que hacía fuera moderno.

¿Es uno de sus referentes?

Sí, Eugenio me gustaba mucho. Antes no era muy consciente de su influencia, pero, a posteriori, me he dado cuenta de que compartimos cosas con él, como, por ejemplo, el hecho de hacer humor absurdo y más bien blanco. Él tampoco utilizaba el sexo ni tocaba el tema de la política. La seriedad de Ernesto (Sevilla), por ejemplo, es una influencia de Eugenio, del que siempre ha sido muy admirador.

¿En el futuro se ve todavía de humorista, dibujando o explorando otros géneros como el drama, como ha hecho Pepe Viyuela?

Pepe Viyuela es que es muy buen actor. No creo que me vaya a jubilar de la comedia nunca, a lo mejor bajaré el ritmo, porque, además, el humor que hago es muy físico. Me gusta mucho dibujar y escribir porque son actividades que se hacen en solitario y que tienen muy poco que ver con lo que suelo hacer de cara al público. Publiqué una novela hace dos años y ahora estoy escribiendo otra. Así que me veo más en mi casa escribiendo y dibujando que encima de un escenario, es una cuestión de vigor y energía. Pero nunca se sabe, a lo mejor me hago actor dramático porque con la edad gano gravedad.

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