NOVELA HISTÓRICA

Santiago Roncagliolo: "Buena parte de Perú ha dejado de creer que una democracia allí es posible"

Miriam Toews: "Antes volvería a mi antigua comunidad menonita que a Hollywood"

Salman Rushdie: "Cuando te clavan un cuchillo en el cuello se impone contarlo en primera persona"

Lina Meruane, escritora chilena de origen palestino: "Israel convirtió a Gaza en una prisión al aire libre"

El escritor peruano radicado en Barcelona Santiago Roncagliolo.

El escritor peruano radicado en Barcelona Santiago Roncagliolo. / Ferran Nadeu

Elena Hevia

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Quién quiera informarse, con las debidas licencias literarias, sobre cuándo y por qué se jodió el Perú, haría bien en leer las novelas de Santiago Roncagliolo (Lima, 1975). Siempre, claro está, con el permiso de Vargas Llosa. El autor que vive en Barcelona y que ha pasado aquí más tiempo que en su Perú natal y en México, vivió de niño el exilio al que le llevó su padre, quien con los años fue ministro con Ollanta Humala y, más tarde, embajador de su país en España. Tras dedicar buena parte de su trayectoria al siglo XX peruano, Roncagliolo se traslada al periodo colonial del siglo XVII cuando en el virreinato, alejado de su metrópolis, donde era fácil que las costumbres se relajaran y la gente creyera más profundamente en las artes diabólicas. Eso sustenta la novela 'El año en que nació el demonio' (Seix Barral) que también se plantea una pregunta ad hoc con nuestros tiempos: ¿qué diferencia hay entre una santa y una bruja? 

¿Qué tiene de bueno para un novelista de hoy el siglo XVII peruano?

Primero imaginé a una mujer de hoy que investigaba la historia de Rosa de Lima, pero pronto comprendí que lo mejor estaba en el universo de gente flagelándose, de demonios, de brujas, en el que la magia forma parte de la vida. Realismo mágico gótico que invitaba a novelar, un tiempo del que apenas encontré novelas. 

Hoy en las redes sociales, la Inquisición se ha vuelto plural y el escarnio te puede caer desde cualquier parte

Se fue muy lejos en el tiempo.

Pues no tanto. Hoy conservamos muchas cosas de entonces. El miedo al que es diferente. Antes le acusábamos de estar inspirado por las fuerzas del mal, ahora que traen enfermedades. Lo que más hacía la Inquisición no era quemar a la gente, sino humillarla, sacarla en público con un capirote mientras era insultada por la turba. Hoy en las redes sociales es lo que se hace, la Inquisición se ha vuelto plural y el escarnio te puede caer desde cualquier parte.

Su abuelo fue el mayor especialista de la historia colonial del virreinato. ¿A él le habría gustado esta novela?

Yo creo que sí. Era un historiador conservador, pero definirlo así es quedarse corto. Porque un conservador es aquel que quiere que las cosas se queden como están y mi abuelo quería regresar al siglo XVII. Él era diplomático y había vivido una república caótica y violenta y veía en aquellos tiempos pasados un orden más claro, en el que era más feliz que en su vida real. 

Su novela muestra, sin embargo, que debajo de ese orden había un caos impresionante. En concreto, el desencadenado por el nacimiento en un convento de un niño con dos cabezas, lengua bífida y ocho extremidades. 

Era un mundo más simple. La razón no existía todavía. Si había una tormenta no te preguntabas por el cambio climático, decías: la ha mandado Dios o el diablo para castigarnos. Siempre me han gustado las historias que bordean el thriller y en este caso la investigación no es la de un hombre del siglo XXI que he trasladado al siglo XVII sino lo que investigaría un inquisidor en un caso real como aquel, de lo que hoy sería un niño con malformaciones, pero entonces era Satanás. 

Para la panda de ateos del gremio [de escritores], yo debo de ser el más religioso

En su anterior novela 'Y líbranos del mal' habló de los abusos de poder de la Iglesia, de la pederastia, aquí la institución no sale mejor parada. ¿Es usted creyente? 

Para la panda de ateos del gremio, yo debo de ser el más religioso. Me interesa la conexión que está más allá de lo que entendemos. También la muerte, claro está, y cómo la religión lidia con ella. Y el poder, y por supuesto la religión católica sabe mucho de eso. Así que si vas a escribir historias perturbadoras o inquietantes te vas a topar con ella. 

A Hollywood le excitan particularmente los ritos católicos como ingrediente para las películas de terror. 

Adoramos a alguien clavado a un instrumento de tortura, eso un hecho. Es una religión muy gótica y como toda religión -no es la única- lidia con lo desconocido y bordea la oscuridad. 

¿El imperio necesitaba una policía del pensamiento como era la Inquisición para que la gente no se desmandara?

Sí, el mayor volumen de casos no implicaba a asuntos de quemas de brujas sino a curas que abusaban de las feligresas. También tenían una gran burocracia y una gran arbitrariedad en las decisiones, que debían consultarse a España y entre que se hacía la pregunta y se recibía la respuesta podían pasar dos años. Esa desconexión práctica suponía una cierta autonomía pero también una enorme confusión. La Iglesia era necesaria para que la conquista no fuese solo un expolio y tuviera cierta legitimidad moral. Los católicos sentían que tenían que salvar a aquella gente, muchas de ellas con sus religiones originarias y “demoníacas”, de las garras del mal. 

Sostiene que la vida de las monjas intramuros era un espacio de libertad. ¿Paradójico, no?

Esto viene de un libro del historiador Luis Martín, 'Las hijas de los conquistadores'. Ahí explica que había conventos que dependían del obispo y conventos que dependían de la congregación, pero claro las congregaciones estaban en Roma, muy lejos. Así que en la práctica nadie los regía y muchas abadesas los convertían en repúblicas liberadas de mujeres. Si tenían un plan que no fuera ser esposas acababan allí donde no tenían que ceñirse a las reglas del exterior.

Algún obispo inocentón que escribió: "Ya les he dicho a las monjas que no pueden dormir de dos en dos, les hemos comprado colchones y no me hacen caso".

¿No exagera un poco con la actividad sexual en aquellos centros?

Hubo conventos que fueron asaltados por el ejército por sus conocidos escándalos. Pero también algún obispo inocentón que escribió: "Ya les he dicho a las monjas que no pueden dormir de dos en dos, les hemos comprado colchones y no me hacen caso". 

El sexo de la novela es especialmente violento. 

La conquista fue un trabajo de hombres, a América llegaron muy pocas mujeres. El sexo violento se generalizó porque ellas quedaban bajo la autoridad de los hombres. En las religiones andinas lo que más se valoraba era la fecundidad por lo que el sexo no era pecaminoso, pero ahí llegó una religión cuya principal obsesión es impedir el sexo. El choque era inevitable.

En el centro de la historia se sitúa Rosa de Lima, la primera canonización de América. ¿Santa o bruja? 

A muchas de sus compañeras casi las queman vivas por hacer las mismas cosas que ella. Rosa se libra porque adopta el hábito de los dominicos que tienen mucho poder. Es imposible saber si eso fue un cálculo, una iluminación mística o una casualidad. Pero vamos lo más probable es que fuera una psicótica, capaz de llevar un cinturón de púas y meter las manos en cal viva porque un hombre se las alabara. 

El grado de masoquismo socialmente aceptado de entonces era verdaderamente inquietante. 

Partía de la norma de que todo el sufrimiento te acerca a Dios. Pero no hay que irse tan lejos. Yo recuerdo a mi abuela diciendo: ofrécele tu dolor a Dios cuando de niño me lastimaba. Entonces, infligirte dolor era un paso más, una señal de desprecio por el cuerpo porque todos los problemas vienen de la carne. 

¿Perú es hoy un país sin horizonte?

Buena parte de la población ha dejado de creer que una democracia allí es posible. Una encuesta cifraba en un 8% a los peruanos que todavía creían en ella. En la pandemia si no tenías dinero te morías y si lo tenías, también porque no había oxígeno, literalmente, para nadie. Y luego la gente votó por un gobierno de izquierdas que acabó con un presidente que dio un golpe de Estado y acabó diciendo para pasmo de todos que no se había enterado de nada porque lo habían drogado. El problema es que si no crees en la democracia nunca la vas a tener

Su padre murió en plena pandemia. 

Se murió justo a tiempo, en plena campaña electoral de Pedro Castillo, y no asistió a la total desintegración del sistema político.