Temporada Alta

El 'enfant terrible' de las letras francesas, Édouard Louis, debuta como actor: "Mi padre es un obrero homófobo de extrema derecha; yo soy gay y de izquierdas"

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Édouard Louis.

Édouard Louis. / ACN

Marta Cervera

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Es habitual que los autores hagan lecturas de sus obras, presentaciones. Pero no que se conviertan en actores y suban a escena a interpretarlas. Édouard Louis, el autor de 'Qui a tué mon père' interpreta su obra dirigido por Thomas Ostermeier que ya había montado antes uno de sus libros. No es el único gran director europeo de referencia que se ha interesado en trasladar esta novela escrita como una carta a su padre, un obrero víctima del sistema y de una política liberal como la que ha llevado a los chalecos amarillos a salir a la calle. Una carta llena de rencor y de amor que sale a relucir el sufrimiento del autor en un hogar donde Édouard Louis, nacido como Eddy Bellegueule en 1992, era mal visto por su condición de homosexual.

A diferencia de su progenitor, un obrero que acabó como barrendero, a Édouard Louis los estudios, la filosofía y el éxito de sus libros le han permitido volar alto desde muy joven. Fue el primero de su familia en ir a la Universidad. Aun así no se olvida de sus orígenes. "Mi padre es un obrero, homófobo y de extrema derecha del Norte de Francia, donde crecí. Yo soy un gay, de izquierdas, intelectual que se fue a vivir a París", ha explicado en Barcelona antes de poner rumbo a Girona donde este sábado y domingo interpreta 'Qui a tué mon père' en El Canal. Es una de las perlas internacionales del festival Temporada Alta.

"El teatro es una ampliación de mi trabajo porque me permite confrontar al público de manera directa. Es potencialmente más político que mis libros. Nunca he considerado la escritura como un acto terapéutico sino como un acto político. Por eso es escribo sobre violencia de clase y homofobia", comenta. Recuerda que Jean Paul Sartre hablaba del secuestro del teatro por parte de la burguesía "que ha convertido el teatro en un capital social, en una forma de distinción para destacar del resto". Pero en sus inicios, el teatro era otra cosa. "Las tragedias griegas y las obras de Shakespeare eran populares, para todo el mundo. Ostermeier y yo queremos devolverle ese espíritu: hacer un teatro 'brûlant', candente y que escandalice. Queremos devolver el teatro al pueblo".

Salvado por el teatro

Él creció en una casa donde escuchaba "hay que matar a los maricas", algo que le llevó a ir a vivir con otra familia cuando tenía 15 años y a trabajar en una panadería desde muy joven. Antes de ellos cuando tenía 11 o 12 años se refugió en el teatro cuando era estudiante. "La verdad es que me apuntaba a cualquier actividad en el colegio para sentirme amado. Haciendo teatro en la escuela me sentí amado por primera vez cuando después de una improvisación me dí cuenta que mis compañeros me miraban y me aplaudían", recuerda.

"Haciendo teatro en la escuela me sentí amado por primera vez al ver que me miraban y me aplaudían"

Pero pese a esa experiencia a la hora de interpretar 'Qui a tué mon père' tuvo sus dudas. "Lo más difícil fue arriesgarme a mostrar cómo me disfrazo, canto o bailo. Temía que mi credibilidad como escritor se viera afectada. Por suerte Ostermeier me animó a reinventar la imagen del autor. Cuando me entraba el pánico, me decía: "David Bowie lo hubiera hecho". Y tenía razón".

En la actualidad, a sus 30 años, su relación con su padre ha mejorado. Han hecho las paces. Y aunque aún quedan fechas y teatros donde actuar en Australia después de recorrer Europa y EEUU, Édouard Louis no descarta volver a ponerse ante el público con otro texto.

"Es muy diferente escribir que confrontar al público. La gente puede cerrar y dejar un libro pero salir de un teatro cuando la función ha empezado cuesta más". Todo ha cambiado, también en la literatura, comenta. "En tiempos de Émile Zola, Sarte o Simone de Beauvoir los autores debían explicar situaciones que la gente no conocía pero hoy con la prensa, internet y las redes sociales todos sabemos qué es el racismo, la pobreza y situaciones terribles".

Ha visto ya una treintena de montajes diferentes basados en su obra. Ninguno puede ser tan autobiográfico como el suyo.

"Me gusta que cada director haga la obra como quiera, que haga suyo mi combate político. No controlo las adaptaciones ni doy exclusividad. Prefiero que todos puedan trabajar con mis textos y aportar su visión", afirma el autor de cuatro libros.