Literatura catalana

Miquel Riera novela los trapicheos urbanísticos en el Empordà de finales de los 70

El periodista debuta en la ficción con 'L'ombra dels ocellots', que narra las corruptelas especulativas justo antes de las primeras elecciones municipales

El escritor Miquel Riera.

El escritor Miquel Riera. / Aniol Resclosa

Alba Carmona

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Las aberraciones que se han hecho -y se hacen- en la Costa Brava, vertiendo toneladas de hormigón en primera línea de mar para albergar hoteles y apartamentos es una de las preocupaciones del periodista Miquel Riera (Torroella de Montgrí, 1960). Riera, que conoce muy bien el territorio después de toda una vida dedicada a la prensa, ya abordó las barbaridades de la fiebre urbanística en el litoral en la exposición fotográfica 'Costa esbravada', que se ha visto en Girona, Figueres y Palamós y a partir del 28, también en L'Escala. Ahora se estrena en la literatura con 'L'ombra dels ocellots', una novela ambientada a finales de los setenta, en aquellos años en los que el limbo político en los municipios permitieron todo tipo de trapicheos para edificar.

Publicada por La Campana, la novela nos sitúa en 1978 en un pueblo ficticio del Empordà, Vilavella, con un alcalde, Nandu Sureda, que aspira a aprovechar los últimos latigazos del régimen para especular con el ladrillo. Sureda, un franquista reconvertido en demócrata e inspirado en varios alcaldes gerundenses de la época, mueve todos los hilos que tiene a su alcance para construir una gran urbanización que destruirá una zona de humedales, mientras un joven idealista y unos partidos más interesados en las inminentes primeras elecciones municipales que en la lucha ecologista se oponen.

Riera, ligado durante décadas al Grup El Punt, confiesa que nunca se imaginó escribiendo ficción. Jubilado, debuta con esta novela que, «por sorpresa», ha acabado llegando a las librerías. «Siempre acabas escribiendo de lo que conoces bien», explica el autor torroellense, que no ha querido ambientar la novela en su pueblo «por pudor» y porque «la situación política era muy diferente», aunque el propio topónimo de Vilavella ya hace referencia a ello. «Es inevitable pensar en Torroella, pero podría ser cualquier lugar de Catalunya con un pueblo de interior y de payés que tiene cerca un núcleo de pescadores», dice el autor, que ha partido de esta idea para ofrecer una mirada «diferente» de la transición y de las primeras elecciones municipales, etapa que vivió como corresponsal de El Mundo Diario con diecisiete años.

«Desde que muere Franco hasta las primeras municipales pasan cuatro años en los que los ayuntamientos están en tierra de nadie y los partidos políticos comienzan a moverse por controlar las instituciones más cercanas a los ciudadanos. En el libro ocurre en una zona en clara expansión, por eso todo el mundo tiene prisa por sus intereses», continúa.

Este retrato del Empordà de finales del 70 se explica desde la sensibilidad ecologista, que siempre le ha interesado: «el día que detuvimos los camiones en Port Llevant yo estaba como corresponsal, pero también como ecologista» , explica Riera, que ha incluido en el libro una mención a la primera gran protesta ambientalista en las comarcas gerundenses, en 1976 en Torroella, por una gran mortalidad de peces en el Ter. «Fue un espejismo, empezaba a haber conciencia por la preservación del paisaje, pero el movimiento no estaba bien organizado», sigue.

«La gente venía de mucha miseria y no entendía las manifestaciones ecologistas, fue un pequeño milagro lo que pasó en las marismas... hubiéramos podido encontrar un golfo de Roses totalmente urbanizado», recuerda el periodista, que plantea la novela como una denuncia: "es cierto que ha habido cuarenta años para cambiar los planes generales, pero algunos planeamientos que se perpetuaron marcan las políticas actuales".

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