Fusión jazzística

Matías Míguez, el bajista contracultural

El músico de un sinfín de artistas y grupos presenta en la Nova Jazz Cava de Terrassa su proyecto 'Tango tambor'

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Miguez

Miguez / Miquel Carol

Ramón Vendrell

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Bajista de un sinfín de artistas y grupos, tanto en disco como en directo, Matías Míguez da un nuevo paso al frente en su carrera con 'Tango tambor', espectáculo que traslada al escenario con extras de nueva creación su disco 'Buzz' (2021) y que comienza singladura en la Nova Jazz Cava de Terrassa el viernes, 13 de octubre.

La alineación que acompaña a Míguez, argentino de 50 años, expresa el cosmopolitismo de la comunidad musical barcelonesa. Las palabras con que el bajista presenta a los músicos, por su parte, contornean las intenciones del proyecto.

Al bandoneón y la trompeta, el argentino Guillermo Calliero. "Es un trompetista excelso que hace siete años se puso a estudiar en profundidad el bandoneón -dice Míguez-. Está consiguiendo trasladar su lenguaje como 'jazzman' a ese instrumento tan complejo. Es algo que muy pocos músicos han desarrollado".

A los teclados, el ruso Artashes Aslanvan. "Es un virtuoso capaz de tocar el jazz más difícil, pero no tiene ningún complejo a la hora de tocar sonidos más próximos a la contemporaneidad y el pop, por ejemplo un sintetizador ochentero. Y este perfil es muy difícil de encontrar".

A la guitarra eléctrica, el barcelonés Héctor Martín. "Es guitarrista de Rambalaya, A Contra Blues, Dani Nel·lo... Alguien absolutamente identificado con el rock and roll. Pero pocos saben que de alma es un 'jazzman', además de un fanático de Luis Salinas. Así que me va a dar a la vez la fuerza rockera y la sensibilidad bolerística que necesito".

Y a la batería, el argentino Salvador Toscano. "Llegamos juntos a Barcelona hace 20 años. Es el más parecido a mí porque ha tocado con infinidad de artistas de los estilos más diversos".

De todo

Míguez es el bajista de Rambalaya, Los Saxofonistas Salvajes y Edu Tancredi Sextet. Además, tiene un "satélite descomunal" de formaciones y solistas que en cualquier momento pueden requerir sus servicios. Lleva 30 años como profesional de la música, durante los que ha tocado, informa, "desde heavy metal hasta flamenco pasando por jazz, rhythm and blues, pop... ".

Es un 'sideman', vamos. "Pero tampoco es tan habitual que un 'sideman' transite por tantos registros tan distintos -matiza- Siempre había en mi cabeza un interrogante: ¿por qué no he conseguido especializarme? La pregunta empezó a responderse con 'Buzz', título que alude al zumbido o murmullo del interrogante. Me di cuenta de que para explicarme necesito todo ese espectro de música, de que estoy comprometido con la gama de grises que hay entre el blanco y el negro".

Míguez considera "absolutamente contracultural" en un sentido profundo su propuesta. "El 'establishment' nos dice que los contenidos culturales complejos no funcionan -argumenta-, nos entrena para que no los abordemos y nos quedemos con los productos superficiales que nos da. Voy contra esto y defiendo que hemos de abordar contenidos culturales complejos. Mi música no es pretenciosa pero sí compleja: digamos que armónicamente te vas a encontrar más de cuatro acordes".

Brasil

El tango está presente en la fusión jazzística de 'Tango tambor', por supuesto, pero también lo está la música popular brasileña. "No siento que esté siguiendo una rama de la cultura argentina -explica Míguez-, pero sí que la presencia del bandoneón siempre le va a dar un punto de tango. Y es verdad que en mi viaje musical ha dejado una huella muy importante Brasil, con la bossa nova y la música del nordeste, lo afro-bahiano. Eso se me ha metido en el cuerpo. En Argentina se exterminó a los negros. En una epidemia gigante de fiebre amarilla se los metió en un gueto y murieron muchísimos. Y después se los utilizó como primera línea en la guerra del Paraguay. Acabamos con nuestros antepasados afrodescendientes y nuestra música urbana perdió eso. Me he pasado la vida buscando ritmos del mundo que me ayudaran a decir un tango rítmico, con esa potencia que de alguna manera le fue extirpada".

El músico tiene la capacidad de improvisar y de tocar solos. Pero no es 'Tango tambor' un 'show' al servicio de su virtuosismo. Ni del de sus acompañantes. "No creo en eso -sentencia-. Lo mejor de mí no es ser un solista desenfrenado, sino llevar el 'groove', proveer de peso, aportar dinámicas. Es una música donde la improvisación tiene su lugar, pero no es un lugar principal. Hay más composición, emocionalidad y sobre todo el mantra de los 'grooves'. Si eres músico y a los 50 años no has aprendido a dejar que la canción mande, es 'too late, baby'. La canción te lo dicta todo".