Carlota Subirós, la primera en dirigir una obra de teatro de Jon Fosse en España: "Sus palabras son música helada"

Descubrí por primera vez la obra de Jon Fosse en Berlín, en 2000, en un montaje de Thomas Ostermeier de la obra 'El nombre'. La escena desolada de un interior doméstico escandinavo, empapado de la luz de Hammershoi. Una familia marcada por un profundo vacío existencial, digno de Dreyer. Una sensación de desconexión emocional absoluta, articulada a través de la repetición obsesiva de palabras y frases terriblemente elementales. Volví a Barcelona con un volumen del teatro de Fosse en francés en la maleta, y en 2001 dirigí en el Teatro Malic el primer montaje en España de una obra suya, 'I mai no ens separarem', en traducción al catalán de Alexandra Pujol Skjönhaug. Se trata del primer texto dramático que Fosse había escrito, en 1994, por encargo del Teatro Nacional de Bergen.

La obra presenta un triángulo amoroso, centrado en la figura de la Mujer, que vive en un mundo irreal, onírico, delirante: la amenaza de la locura está en el centro de esta amarga incursión en el mundo de la dependencia y la pareja. La Mujer espera obsesivamente al Hombre, que sin embargo está con ella, a su lado. El Hombre no tiene ninguna posibilidad de ser reconocido en esta relación, e inicia otra con una Chica, a la que lleva a casa, creando una situación de una inquietante perversidad psicológica. La fuerza de la obra radica en la desconcertante dulzura y delicadeza en la convivencia de los tres personajes; en la depurada contundencia del lenguaje (verso blanco libre, reiterativo, a la manera de Samuel Beckett y Thomas Bernhard); en el enigma y la sutileza que hacen imposible determinar quién es culpable y quién es víctima en esa imposible superposición de tres seres abocados a la soledad más radical.

Desde entonces, Jon Fosse ha desplegado un universo dramático donde las palabras son verdadera música helada, una partitura incansable del dolor que abre inmensos espacios de un silencio abrumador.