Premio de la Academia sueca

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La utilidad de un premio Nobel en la Literatura

Elena Hevia

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Aunque su nombre no sea popular en España el noruego Jon Fosse (Hausgesund, 1959), traducido a 40 idiomas, es uno de los dramaturgos –y también un poderoso narrador y poeta- más respetados y representados en Europa. Después de décadas de situarse entre los favoritos a obtener el Nobel, finalmente se ha alzado con el premio por “sus obras innovadoras y su prosa que dan voz a lo indecible”.

Las piezas teatrales suman 40 y los libros de narrativa son otros tantos, todos ellos en nynorsk, una de las dos modalidades del idioma noruego, más apegada a la lengua de la calle. En nuestras librerías otro noruego, Karl Ove Knausgard –que fue alumno suyo y no es especialmente apreciado por Fosse- se lleva toda la popularidad, sin embargo en su país natal, Fosse, es una especie de gloria nacional al que el Estado ha llegado a alojar de por vida en una residencia oficial que forma parte de las dependencias del Palacio Real. Costó, al parecer, mucho convencerle porque al escritor, más bien huraño y poco dado a la vida social literaria, le horripilan sobremanera los fastos. En su día a día suele alternar esas estancias en Oslo con las de una alejada casa rural junto al mar cerca de Bergen, de hecho cuando tuvo noticia del premio se dirigía precisamente allí. 

Celebridad gracias al teatro

Pese a considerarse a sí mismo más narrador que hombre de teatro, ha sido en este último terreno donde su trabajo ha alcanzado mayor consideración convirtiéndose en estrella de festivales como el Salzburgo o Avignon. Fosse suele contar que no quería escribir especialmente para la escena pero el éxito alcanzado y, sobre todo, las necesidades económicas le impulsaron a ello durante 20 años, tras los cuales se ha dedicado únicamente a la narrativa. Poco representado en España, la escena catalana le prestado más atención con los montajes de ‘Y nunca nos separaremos’ (‘I mai no es separarem’) y ‘Alguien va a venir’ (‘Vindrá algú’) dirigidas ambas por Carlota Subirós. También se pudo ver en Barcelona el celebrado montaje de ‘I am the wind’ que visitó el Teatre Lliure durante el Grec dirigido en el 2011 por el gran Patrice Chereau, que adoraba su trabajo. 

En todas estas piezas marcadas por la extrañeza, es fácil detectar la huella de Harold Pinter y aún más lejos, el influjo de Samuel Beckett. En ‘Alguien va a venir’, especie de ‘Esperando a Godot’ doméstico, una pareja acaba de mudarse a una casa en ruinas: ella está paralizada por el miedo, él es presa de los celos a tiempo que la incomunicación es total. ‘I am the wind’ sitúa a dos hombres sobre el escenario en medio de la nada, en una suerte de apocalipsis eterno. Uno de ellos dice algo que es pura esencia de las intenciones del autor en cuyas obras el silencio suele ser mucho más expresivo que las palabras: “No soporto lo que la gente esconde al hablar… no sirven del nada las palabras, no atrapan la esencia de las cosas”.

Un pequeño y heroico sello

Respecto a la prosa, la pequeña editorial Deconatus se ha empleado a fondo con mucha fe y esfuerzo en dar a conocer sus novelas, con esa joya de la corona de sus trabajos que es la ‘Septología’, recogiendo en cuatro tomos los siete libros que componen la obra, el último de los cuales quedó finalista en el Booker internacional en el 2022 y también la ‘Trilogía’, que desgrana una historia de amor (o varias) contempladas desde distintas facetas. “Antes de crear la editorial yo había leído en inglés a Fosse buscando autores con nuevas formas de escritura, por eso fue una de nuestras primeras apuestas con la ‘Trilogía”, explica su editora en Deconatus, Silvia Bardelás, consciente de que los grandes grupos se van a interesar rápidamente en el autor. Apenas una hora después de esta conversacion, Random House ha anunciado que el escritor formará parte del catálogo de su editorial con los dos primeros títulos 'Melancolia I´' y 'Det er Ales', que aparecerán antes de fin de año, a los que seguirán 'Melancolía II', 'Kvitleik' y los relatos autobiográficos 'Escenas de infancia'.

Curiosamente, el mismo día del anunció del galardón aparece ‘Mañana y tarde’, bajo la coedición de Nórdica y Deconatus, una novela anterior a sus mejores logros, cuando todavía su estilo no estaba consolidado, que sigue a dos personas llamadas Johannes en el inicio de su vida y en el final, respectivamente. El sello va a lanzar también la semana próxima un volumen de 790 páginas que recogerá íntegramente la ‘Septología’, novelas que pueden leerse independientemente pero que en conjunto traza una bifurcación de posibilidades narrativas que habría hecho las delicias de Borges. El anuncio del Nobel también ha impulsado la noticia de la próxima aparición de la poesía completa del autor en el sello Sexto Piso en marzo o abril del próximo año. 

A una de sus lectoras más entusiastas en España, la novelista Pilar Adón el premio le parece merecidísimo, porque su obra es “emocionante y redonda” mientras conviene en que lo de menos en sus libros es la historia que se relata y hay que buscar su valor en un lenguaje “hipnótico y adictivo marcado por un ritmo interno que arrastra al lector con una facilidad impresionante y le proporciona una especial euforia como se tratara de un trance”. 

Espiritualidad

Con temas centrales como el amor, la esperanza o el valor de los recuerdos, el noruego utiliza la fórmula del ritual, de la letanía, para armar sus ficciones y jamás utiliza el punto, pero sí la coma. No lo hace por esnobismo, dice, sino más bien como una forma de adaptarse a su propia respiración interna. Pero quizá uno de los más importantes asuntos del autor sea la cualidad mística. Él se crió como luterano y alejado de esas creencias, ya de adulto tuvo una conversión al catolicismo. Esa fe le ayudó en su momento a superar una grave adicción al alcohol –algo que comparte con Knausgaard- que le impedía escribir y culminó en un coma etílico, tras el cual, no volvió a probar la bebida. 

Suele definirse a sí mismo como un hombre de misa, que le ayuda a encontrar un ritmo más pausado de la existencia, y un lector asiduo del Maestro Eckhart, autor este que la Iglesia de Roma siempre ha mirado con recelo situándolo en la tenue frontera de la herejía. “Le interesa sobre todo –explica su editora- el aspecto de la comunión por lo que tiene de momento de estar en unión entre los fieles y es algo que la iglesia luterana desconoce. Pero la religión también es para él una forma de enfrentarse a la angustia del ser humano presente en todas sus obras”.