Formentor

Sobre robots, el silencio cósmico y la maldición de la ciencia ficción

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El físico y escritor Juan José Gómez Cadenas junto a Monika Zgustova, Francisco Ferrer Lerín, aloma Díaz-Mas, Carles Casajuana y la editora Claudia Casanova en una charla dedicada a los humanoides.

El físico y escritor Juan José Gómez Cadenas junto a Monika Zgustova, Francisco Ferrer Lerín, aloma Díaz-Mas, Carles Casajuana y la editora Claudia Casanova en una charla dedicada a los humanoides.

Leticia Blanco

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Nadie diría a simple vista que en Canfranc, el idílico pueblecito de 600 habitantes encajonado en un valle de los Pirineos Aragoneses, famoso por su estación de tren fronteriza por la que en la Segunda Guerra Mundial pasaron nazis, judíos y wolframio, ocurren cosas bajo tierra. 

A 800 metros de profundidad, excavadas en la roca debajo de la Montaña del Tobazo, están las galerías para experimentos del Laboratorio Subterráneo de Canfranc. La montaña filtra la radiación, creando el “silencio cósmico” necesario para la investigación de sucesos naturales como “la colisión con un átomo de neutrinos provenientes del cosmos o con partículas de la invisible materia oscura”; partículas que forman el 85% de la masa del universo y “están alrededor de nosotros pero no sabemos lo que son”, explica el físico Juan José Gómez Cadenas, que desciende cada día desde hace 15 años a esas profundidades. 

Cadenas, autor de novelas de ciencia ficción como ‘Materia Extraña’, que discurre en el CERN, ha sido uno de los ponentes en las Conversaciones Literarias de Formentor, dedicadas este año a explorar cómo la literatura se ha aproximado al cíborg, el androide y el humanoide, figuras que atraen y repelen a partes iguales, de ‘Frankenstein’ a ‘El golem’ y que ha ocupado a escritores como Walter Tevis, H.G.Wells, Kazuo Ishiguro o Karel Capek, el checo que acuñó el término “robot” hace 102 años. Un asunto de radical actualidad que remite a los miedos que suscita la Inteligencia Artificial y a los vanos intentos de controlar lo incontrolable. Un ejemplo, el enésimo, de cómo el hombre contemporáneo acaba siendo víctima de sus propias ambiciones. 

Cadenas era hace cuatro décadas un joven investigador posdoctoral en Stanford cuando compró a precio de saldo en una librería de San Francisco tres libros de Isaac Asimov: ‘Bóvedas de acero’, ‘El sol desnudo’ y el clásico ‘Yo, robot’. “Todas las lecturas de juventud son ingenuas y hedonistas”, explica, “en aquel entonces yo todavía no era del todo consciente de la belleza y la maldición de la ciencia ficción” y de cómo la realidad acabaría superando la ficción. “Hoy no vivimos entre coches voladores, pero tenemos Twitter y TikTok”. Para Cadenas, las tres leyes de la robótica de Asimov hace tiempo que quedaron en papel mojado, “por mucho que las grandes tecnológicas nos aseguren que se toman en serio cosas como la protección de los menores de, por ejemplo, la pornografía infantil”

No es casualidad que Formentor haya reunido este año entre su plantel de literatos a nombres como la nanotecnóloga Sonia Contrera o el físico, además de escritor, Agustín Fernández Mallo, quien afirmó que si entendemos la Inteligencia Artificial como algo creado para solucionar problemas por el hombre que acabará dominándolo, en esa categoría debería entrar la religión. 

El físico y escritor Juan José Gómez Cadenas en las Conversaciones de Formentor.

El físico y escritor Juan José Gómez Cadenas en las Conversaciones de Formentor. / Begoña Rivas

Asimov se preguntaba sobre los peligros de que un ente artificial asuma el mando a lo HAL de ‘2001: Odisea en el espacio’ en cuentos donde, por ejemplo, un robot toma el control de la economía mundial para maximizar el beneficio y minimizar el sufrimiento humano. ¿Llegará un día en el que las máquinas nos desobedecerán ‘por nuestro propio bien’? “Creo que eso ocurrirá”, reflexiona Cadenas.

“En la distopía que ya es nuestro presente, la tecnología campa a sus anchas, sin atenerse a las reglas de Asimov. Lo que deberíamos preguntanos es si las leyes o prohibiciones serán suficientes para impedirlo. Todos vemos que como cortafuegos son insuficientes. Y todos dependemos cada día más de esas Inteligencias Artificiales de las que desconfiamos tanto”, apunta, y que al igual que las partículas del universo, están alrededor de nosotros, pero no sabemos lo que son.