Han Kang, escritora surcoreana, "El lenguaje es como un arco tensado cuya flecha jamás dará en la diana"

La escritora surcoreana Han Kang está en Barcelona, procedente de Madrid, para participar en la Setmana del Llibre en català. No es la primera vez que nos visita y eso le ha servido para detectar que en los seis años que median desde la última ocasión algo ha cambiado en la recepción de los lectores de aquí. “Muchos jóvenes me han saludado en coreano”, dice gratamente asombrada. Es la moda. Échale la culpa al k-pop, las series coreanas y al Oscar de ‘Parásitos’. Sin embargo, el camino de Kang, la autora coreana que más y mejor ha sabido traspasar las fronteras internacionales, ha tomado sus propios derroteros con el punto de inflexión fijado en el 2016, cuando su novela ‘La vegetariana’ ganó el Booker internacional y estremeció a los lectores. Presentaba a una mujer que decide dejar de comer de carne. Mientras los hombres de su familia intentan violentamente que reconduzca su actitud, ella se va transformando y disolviendo en un ser vegetal. Se sabe que muchos lectores no pudieron soportar la desagradable tensión que plantea un texto que algunos equipararon a ‘La metamorfosis’, de Kafka. Una tensión cruel que la autora repitió en su novela, ‘Actos humanos’. 

'La vegetariana', de Han Kang: una mujer que quiere ser una planta

‘La clase de griego’ (Random House / La Magrana), que viene ahora a presentar, fue escrita en el 2011, y aunque muestra preocupaciones habituales de la autora: la violencia, el valor expresivo del silencio, la soledad y mujeres aisladas y destrozadas por la vida, es una novela mucho más ligera. “Me sentí muy feliz imaginándola y escribiéndola y cuando la acabé me resistía a pensar que tenía que abandonarla, por eso en cierta forma no lo he hecho. Continúa conmigo. Doce años después de su escritura todavía me parece una novela fresca y actual”. Nada que ver con los sentimientos que albergó en la elaboración de ‘La vegetariana’ y ‘Actos humanos’. “Aquello fue algo terrible, tuve incluso pesadillas”. 

Han Kang: sangre y huesos

La ineficacia de la palabra

Dos personajes se enfrentan en ‘La clase de griego’. Ella es una mujer que ha sufrido la reciente muerte de su madre y la pérdida de la custodia de su hijo mientras se encierra en un mutismo del que no sabe salir. Él, su profesor de griego clásico que paulatinamente está perdiendo la vista. El aprendizaje de una lengua muerta funciona como una especie de terapia así como metáfora para el drama. “El lenguaje es algo resbaladizo y no nos asegura una buena comunicación. Se podría comparar a un arco tensado cuya flecha jamás dará en la diana porque va a caer a medio camino”. Eso es lo que le ocurre a la protagonista a la que no le sirven las palabras y cuya vida está cargada de un silencio que Han ha sabido ilustrar incluso tipográficamente a través de los espacios en blanco entre párrafos e incluso entre palabras, un silencio sonoro que la autora compara a cómo un ruido que resuena en medio de la noche se percibe más intenso. “Creo que esto es algo que está relacionado con mis inicios como poeta. Naturalmente es una novela pero también puede leerse como un poema”, explica con voz tranquila y susurrante.  

En un país donde las jornadas laborales pueden alcanzar las 12 o 14 horas, con una alta tasa de suicidios y un creciente número de jóvenes que, a semejanza de los japoneses, se encierran en sus habitaciones rehuyendo la socialización, Corea del Sur es un buen laboratorio para estudiar la soledad, un tema que sobrevuela las novelas de Han. “Confío en que mi país consiga un mejor bienestar social, pero lo cierto es que, por lo menos en esta novela, no he intentado situar el conflicto en un lugar o tiempo concretos, todo se substancia en la intimidad de la persona. Y sí, es verdad que yo, como mujer de su tiempo me he visto impregnada de esas circunstancias necesariamente eso ha influido en la escritura”. La opinión también vale para un feminismo que acepta pero del que no enarbola bandera: "Hay muchas mujeres que están escribiendo muy bien en Corea y son mayoría. Entre los mejores escritores del año, ocho de ellos son mujeres y también las lectoras son mayoría”.