Estrena 'Las chicas están bien'

Itsaso Arana: "Mis amigas son inteligentísimas, divertidísimas, talentosas y también muy bellas"

Una escena del rodaje de la película 'Las chicas están bien', de Itsaso Arana.

Una escena del rodaje de la película 'Las chicas están bien', de Itsaso Arana. / EPC

Desirée de Fez

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“Todas las cineastas sentimos que lo que hacemos es personal porque una obra de creación te transparenta, pero es cierto que en este caso es literalmente personal porque es una película con una vertiente documental. Es personal también para las actrices, que se prestaron de forma súper generosa a ser retratadas con sus nombres e historias de vida”.

Itsaso Arana, fotografiada esta semana en Barcelona.

Itsaso Arana, fotografiada esta semana en Barcelona. / Ángel García

El debut en la dirección de la actriz y guionista Itsaso Arana (Navarra, 1985) tiene la confesión y la memoria en el corazón. Con el muy literario título 'Las chicas están bien', su película diluye las fronteras entre ficción y realidad para contar la historia de una directora y cuatro actrices que se reúnen unos días de verano en una casa de campo para ensayar una obra de teatro. La directora es Itsaso Arana. Las actrices son Bárbara Lennie, Irene Escolar, Helena Ezquerro e Itziar Manero. Y todas se llaman igual en la ficción que en la realidad e incorporan a la película sus experiencias.

Una escena de la película 'Las chicas están bien', de Itsaso Arana.

Una escena de la película 'Las chicas están bien', de Itsaso Arana. / EPC

En tiempos enfermos de ironía, Arana ha hecho una película que reivindica el afecto y el candor. 'Las chicas están bien' no excluye ni el dolor ni la oscuridad. Entre sus temas están la orfandad, la pérdida y el desamor, pero hay un deseo expreso de acercarse a ellos desde la belleza. “Cuando estábamos haciendo la promoción de 'La virgen de agosto' decíamos que parece que la bondad no está de moda. Y quizá sea así. Pero 'Las chicas están bien' es un tipo de cine que no es irónico con el hecho de estar vivas, que tiene todavía fe en lo humano y que cree que compartir nos hace mejores”, cuenta la cineasta.

Durante su estancia en la casa, las chicas viven, ensayan y se confiesan al frescor de las alcobas y al abrazo de los árboles. Sin temor a la claridad, Arana propone una película en la que las amigas hablan directamente de la vida, de la muerte, del amor y del arte. Las chicas se confiesan y, con ellas, las actrices que las encarnan. Arana acude a un hermoso recuerdo familiar para explicar el porqué de la naturaleza confesional de su película: “La vivencia de ver a mi aita cuando murió, con las mujeres de mi familia alrededor de la cama, me marcó y me dio otra dimensión de la vida. No es que quisiera mostrar eso directamente, pero quería hacer algo con esa lección, con esa pequeña sabiduría recogida en ese momento. De ahí parte la película, y del deseo de retratar a estas amigas que adoro”.

Una escena de la película 'Las chicas están bien', de Itsaso Arana.

Una escena de la película 'Las chicas están bien', de Itsaso Arana. / EPC

El afecto de Arana por esas mujeres es evidente, se nota en la manera en que las escucha y las mira. No sólo en esa decisión de incorporar los recuerdos de las actrices, también en cómo las filma o pone el foco en su manera de hablar. Es sugerente que esa mirada afectiva no excluya el deseo. La belleza de las actrices se expresa sin rubor. “He tenido una especie de complejo previo a mostrar la película por eso. Pensaba, ¿seré comprendida? Hay tanto déficit de habernos contado, tanta rabia contenida con toda la razón del mundo, hemos sentido tanta vergüenza y rechazo, que entiendo que pueda molestar cierta forma de representar la belleza. Pero yo veía a mis amigas y pensaba, a parte de ser inteligentísimas, divertidísimas y talentosas, son muy bellas, y me apetece darme el gusto de retratarlas, de embellecerlas, de dignificarlas porque sé que también las estoy trayendo a mi casa y quiero hacerles un regalo", explica la actriz y realizadora.

"He tenido mucho cuidado con eso", confiesa Arana. "Ellas estaban entregando cosas muy personales que nada tienen que ver con la belleza, vivencias muy profundas y duras. Pero yo necesitaba tener esa sensación de que el cine puede ser una realidad que está a tres centímetros del suelo. Sé que no siempre nos levantamos estupendas, pero no quería renunciar a la seducción y a la sensualidad de los cuerpos en verano. Para mí era importante y no creo que sea poco feminista. Reivindico que el feminismo es no imponer a las otras la idea de mujer que tenemos nosotras, porque estaríamos cayendo en la misma trampa que nos han puesto”.

En 'Las chicas están bien', esa realidad a tres centímetros del suelo se expresa con las formas de un cuento luminoso en el que hay un molino, una princesa y un sapo. Y en el que las chicas agitan los códigos de esos relatos tradicionales mediante la palabra y el humor.

Otra de las cosas que hacen que la película de Arana esté, de forma sugerente, fuera del tiempo es ese respeto por la palabra: “Es cierto que la palabra está un poco denostada en el cine, pero para mí ha sido algo muy natural. Siempre he sido temblorosa y tímida, y cuando tenía 20 años y veía a gente hablar en público decía: lo primero que tengo que hacer para ser adulta es aprender a hablar en público, y por hablar en público entendía ser capaz de alzar mi voz, aunque fuera temblorosa, para compartir lo que sintiera que tuviera que decir. Para mí la palabra es una conquista tan grande que tenía que estar en la película”.