Najat El Hachmi, la rebelde que se hizo escritora

Najat el Hachmi tenía 8 años cuando su familia completo su reagrupación en Vic desde su Nador natal, en Marruecos. Creció entre dos mundos, el de sus padres musulmanes en un ambiente represor para las mujeres y el del colegio y la calle, donde percibía una posibilidad de libertad que ella finalmente haría suya. Donde otras se sometían, ella se rebeló, cortó amarras –hoy no se habla con su padre- y trabajó como empleada de limpieza, cocinera, monitora de deportes y mediadora en asuntos de emigración en la delegación de Enseñanza de Vic. Paralelamente había estudiado Filología árabe, se había enamorado del catalán como lengua de expresión y relatado su experiencia de mujer migrante en el 2004 en el ensayo 'Jo també sóc catalana', que exploraba asuntos tan cruciales como mantener una identidad entre dos culturas y el sentimiento de desarraigo.   

En el 2008, lograr el premio Ramon Llull, por ‘L’últim patriarca’, un ajuste de cuentas literario con su progenitor que adopta tintes dictatoriales en la ficción de la novela, le dio una gran visibilidad y la posibilidad de encarnar una figura inexistente hasta ese momento tanto en la literatura catalana como en la española: el novelista mestizo de origen emigrante que ha sido una importante y rica realidad tanto en las letras francesas como las británicas.

Sus posteriores novelas, ‘La caçadora de cossos’, ‘La filla estrangera’, ‘Mare de llet i mel’ y ‘El lunes nos querrán’ (con el que obtuvo el Nadal)  y su trabajo con columnista la retratan como una activista del feminismo, aunque en los últimos tiempos haya recibido críticas por ser considerada TERF (feminista trans excluyente), término que ella ha rebatido. 

Suscríbete para seguir leyendo