Primera semana de Grec: del infierno de las suspensiones al cielo de las ovaciones

Mi semana siguiendo el Grec acabó el miércoles como empezó: con la suspensión de dos propuestas que prometían a causa de algunas precipitaciones. La primera fue el espectáculo 'The pulse', que inauguró oficialmente la 47 edición del Festival de verano de Barcelona el día 29 combinando magistralmente música coral interpretada por el Cor de Noies del Orfeó Català y las acrobacias de la compañía australiana Gravity and Other Myths.

La segunda impidió ver bailar a la aclamada compañía de danza contemporánea Sasha Waltz & Guests la 'Séptima' de Beethoven pues de 'Beethoven 7' solo se vio completa la primera parte del espectáculo, una obra con música electrónica de Diego Noguera cuya puesta en escena con efectos de humo y extraños seres contrastaba con la segunda parte que el público esperaba con ganas y paciencia pues la lluvia obligó a retrasar 45 minutos el inicio del espectáculo en el Teatre Grec. Las pocas gotas que cayeron poco después de que la Sinfónica del Liceu interpretara los primeros compases de la célebre obra lo arruinaron todo ante la decepción y resignación del público que llenó el aforo el miércoles.

Donde no hubo decpeción alguna fue la otra inauguración del Grec, la más popular, con el sublime viaje por los aires del funambulista Nathan Paulin. Su arte para caminar por el cielo dejó anonadados a todo tipo de gente -familias, turistas, mayores y pequeños- que vio al artista en su elemento, cruzado desde Torre Telefónica a Torre Generali el domingo. Una maravilla.

El funambulista Nathan Paulin cruza el paseo de Gràcia de Barcelona a 70 metros de altura sobre un cable de acero

Sueños, vejez y humor

La danza ha contado esta semana con dos propuestas muy diferentes en sala que han cosechado bastantes elogios. Mal Pelo se ha adentrado con valentía, delicadeza y humor al deterioro del cuerpo y la mente con 'Double infinite. The Blue Bird Call' en la Sala Petita del TNC el sábado. María Muñoz y Pep Ramis se compenetran en esta pieza de danza-teatro con toques de humor, bella música en directo e imágenes panorámicas en blanco y negro de paisajes nevados muy refrescantes en estos días de intenso calor y humedad.  Mal Pelo, que este año viajan al festival de Aviñón con 'Inventions', obra estrenada en el Festival Grec de 2020,  conectó con el público que dedicó calurosos aplausos.

También fue muy aplaudida 'Vessel', la propuesta del intresante coreógrafo Damien Jalet y el artista plástico Kohei Nawa. Una virguería a nivel plástico que viaja de la oscuridad a la luz con extraños seres curiosos, cuerpos sin cabeza de formas increíbles. Era como ver un cuadro en transformación, técnicamente perfecto y muy exigente para los intérpretes. El ritmo lento hizo que algunos bostezaran el domingo. "Yo he visto unos mostruos marinos", decía un espectador a la salida. "Pues a mí me parecían unos pollos", comentaba otro. Cada uno se hizo su película.

El Grec hace posible ir al teatro el lunes, día de descanso por lo general durante la temporada. Pero pese a tener un buen reclamo internacional, no hubo suficiente curiosidad y El Lliure no llenó la Fabià Puigserver con 'The confessions', del autor y director Alexander Zeldin, asociado del National Theatre de Londres y artista del Odéon de París. Un lástima porque, aunque larga, valía la pena por los enormes actores que la defendían un montaje muy humano de teatro realisa donde los actores pasaban con naturalidad de la zona del público al escenario donde la escenografía se iba transformando a los ojos del espectador. La historia se inspiraba en la madre del director que como muchas mujeres tuvo que luchar contra la sociedad patriarcal para hallar su camino. La protagonista estaba interpretada por una sólida Eryin Jean Norvill y por la veterana Amelda Brown quien, sin decir palabra, llenaba el escenario con su presencia.

También impactó la vibrante interpretación de 'Altsasu' en un Espai Lliure que se llenó el martes y acabó con casi todo el público en pie ovacionando el riguroso y documentado trabajo de La Dramática Errante. Basado en un hecho real ocurrido en 2016 en Altsasu (Navarra), el montaje abre muchas preguntas acerca del poder y de la administración de la Justicia sin tomar partido. Solo cuatro intérpretes llevan el peso de esta pieza transformándose en multitud de personajes y transformando el espacio en un bar, un juzgado, la calle o la cárcel con solo seis taburetes.