Festival de verano de Barcelona

Impresionante 'vuelo' de Nathan Paulin a 70 metros de altura en el centro de Barcelona

Nathan Paulin, el hombre pájaro

Diez espectáculos clave del Grec 2023

El funambulista Nathan Paulin cruza el paseo de Gràcia de Barcelona a 70 metros de altura sobre un cable de acero

Marta Cervera

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Ayer, todas la miradas de quienes paseaban por la plaza de Catalunya y la zona próxima del paseo de Gràcia iban dirigidas a las alturas. Desde primera hora del día una doble cinta que a gran altura unía por los aires las torres de Telefónica y Generali. Eran 350 metros de distancia que Nathan Paulin empezó a recorrer con calma cuando rondaban las 20.00 horas, saliendo desde el edificio situado en plaza de Catalunya. Este crack del highline, el slackline a gran altura, confiaba en su enorme talento y experiencia. Lleva desde los 17 años practicando, casi la mitad de su vida.

Su performance transformó el paisaje del centro de la capital catalana. Impresionaba verle caminando en el vacío a 70 metros de altura. «Lo que me cautiva de caminar sobre una cuerda es la concentración que exige. Es como meditar», había declarado este amante de los deportes de montaña a El Periódico unos días antes. Sus pies se agarraban a una cinta de nailon de dos centímetros de ancho a la que también estaba sujeto su arnés de seguridad. 

"Lo que me cautiva de caminar sobre una cuerda es la concentración que exige. Es como meditar"

El espectáculo poético y aéreo del festival Grec es una inauguración popular que ha servido para conmemorar el 200º aniversario del paseo de Gràcia. La famosa avenida que se cortó al tráfico entre las cuatro y las seis de la madrugada para poder instalar la cinta de Paulin en el centro de Barcelona. Y la circulación también se cortó en el centro de la ciudad por la tarde para que el público pudiera contemplar el espectáculo. 

Paulin atravesó el cielo dos veces, de ida y de vuelta, recorriendo 700 metros ante la mirada alucinada de la gente, mientras sus pensamientos podían escucharse. Llegaban a través de unos altavoces, traducidos y doblados al catalán por un actor, junto a una composición musical. 

El funambulista considera que el objetivo de Les traceurs, así se llama la poética propuesta que ha realizado con dirección escénica de Rachid Ouramdane y que ya se ha visto en otros lugares, no es solo entretener. Aspira a hacer soñar y reflexionar sobre la capacidad del ser humano. Al fin y al cabo, ¿quién no se ha encontrado alguna vez en la cuerda floja, haciendo equilibrios para llegar a fin de mes, para mantener su rumbo determinado o sus convicciones? Son muchas las metáforas aplicables a ese vacío en el que se mueve Paulin. 

Abrir los ojos y cambiar la actitud hacia la disciplina que practica, un deporte nacido en las montañas de Yosemite (EEUU) en los años 80 que está prohibida en muchos lugares, es otro de sus objetivos. Como él mismo ha confesado, «lo más complicado no es caminar sobre la cinta, sino obtener los permisos para poder hacerlo».

Sin traje especial

A diferencia de superhéroes como Spiderman, Batman o Superman, Paulin no necesita ni traje ni capa. Va con los pies desnudos y viste unos sencillos tejanos y una camiseta a rayas. Ni siquiera usa una pecha para equilibrarse. Va con las manos vacías. No le hace falta nada más. Su concentración, su forma física y fe en sí mismo le bastan. 

Tan a gusto se siente en el vacío, que hasta se sentó a meditar y se estiró en la cinta ante la sorpresa de quienes le seguían alucinados. «¡Qué pasada!», decía un chico. «Ay, ay, ay», decía una señora mayor con el alma en vilo. «¡Qué emocionante!», apuntaba otra persona que miraba desde una plaza de Catalunya poco abarrotada. Quienes lo vieron en directo, no lo olvidarán. Fue toda una experiencia.