Acuerdos comerciales

Musk consigue el permiso chino para su sistema de piloto automático

La UE investigará a marcas que exporten desde China, incluidas Tesla y las europeas

Edificio de Tesla en Shangai, China.

Edificio de Tesla en Shangai, China. / Qilai Shen / Bloomberg

Adrián Foncillas

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Fue una operación de guerrilla comercial, tan ágil como sigilosa. Elon Musk, consejero delegado de Tesla, aterrizó el domingo en Pekín, se reunió con el primer ministro, Li Qiang, y este mediodía despegaba su jet privado del aeropuerto de la capital. De la relevancia de esta reunión hablan dos datos: primero, que no abundan los precedentes de empresarios recibidos por un primer ministro chino. Y segundo, que Musk había cancelado la semana pasada una reunión con Narendra Modi, el líder indio, citando problemas urgentes de la compañía. Hablamos del país más poblado del mundo y con un potencial de crecimiento incalculable.

De Pekín se marcha Musk con las puertas abiertas en China para el sistema Full Self Driving (FSD) o piloto automático de Tesla. La operación requería saltar dos vallas. Por un lado, el acuerdo con Baidu, el gigante tecnológico chino, para que este preste sus mapas a la navegación de los vehículos de Tesla. Y por otro, el exhaustivo examen de Pekín para asegurarse de que los datos recabados por la multinacional automovilística no salen de China. No es menos celosa con esa información China que, pongamos por caso, Estados Unidos. Musk ya había abierto un centro de control en Shanghái para procesar los datos de los usuarios chinos de acuerdo con las leyes nacionales.

El acuerdo ha provocado la inmediata subida de las acciones tanto de Baidu como de Tesla. Esta última espera revertir sus resultados e imagen con un empujón en el país clave: no es sólo China el mayor mercado del mundo sino también el líder indiscutido del sector de vehículos eléctricos. El sistema de navegación de Tesla no es completamente autónomo sino que requiere la atención del conductor y a pesar de ello ha amontonado problemas. Lo está investigando Estados Unidos tras haber provocado una veintena de accidentes desde diciembre.

Cautela

Los analistas son muy cautos con la repercusión de la aprobación del FSD en el mercado chino. Cuenta este con vehículos más baratos que, además, incorporan sistemas de navegación similares gratuitos en contraste con los 8.000 dólares que cobra Tesla en Estados Unidos.

Es, en todo caso, un movimiento que refuerza unos vínculos sin los que ni Tesla ni el sector en China habrían llegado tan lejos. Musk pasó de reírse de sus competidores chinos a calificarlos como los mejores del mundo por brillantez y espíritu de trabajo. Su fábrica de Shanghái produce la mitad de los vehículos globales y lidera los beneficios corporativos anuales. La abrió en 2020 gracias al ímpetu de un alto funcionario shanghainés, Li Qiang, el mismo primer ministro con el que se reunió ayer.

Las ventajas que le ofreció Li eran tan desmesuradas que incluso encontraron la oposición de las altas esferas del partido: pudo fabricar Tesla en China sin el socio local que exige la legislación nacional en el sector automovilístico y recibió jugosos créditos de bancos estatales. La sinergia funcionó: Musk amasó la mayor fortuna del mundo y China aprendió tan rápido que ya ha superado al maestro. El fabricante BYD ha desbancado a Tesla en la cúspide de la industria y el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, cuantificó en cinco o siete años la desventaja europea respecto a China. El inminente desembarco de los vehículos eléctricos chinos en el mundo ya ha sido elevado por Bruselas y Washington a 'casus belli' por los efectos devastadores que sufrirán los fabricantes locales.