Crónica

'Dido & Aeneas' conquista al público joven en el Liceu

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'Dido & Aeneas'

'Dido & Aeneas' / Pablo Lorente

Marta Cervera

Marta Cervera

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La ópera barroca de Henry Purcell 'Dido & Aeneas' ha conquistado al público joven del Liceu que ha acudido este viernes a la sesión Under35, una función sólo para menores de 35 años con entradas a 30 euros. Han alucinado con la mezcla de música "de un rollo medieval", ha dicho alguno, y danza contemporánea. Tanto los miembros de Les Arts Florissants de William Christie, un especialista en música antigua interpretada con criterios historicistas, como la coreógrafa española Blanca Li han agradecido la espectacular y entusiasta ovación que les ha dedicaado el público al acabar. El montaje, que ha cosechado críticas dispares en otros lugares, ha recibido seis minutos de aplausos.

Algunos ya sabían lo que venían a escuchar como un historiador de 26 años que, sin embargo, nunca había podido ver una ópera barroca en directo. Tanto a él como a su acompañante, una integradora social de 23 años, les ha encantado la ópera-ballet. "Se me ha hecho corta", ha dicho la chica que iba elegantemente vestida pero sin pasarse. La obra de Purcell de 1689 concentra en poco más de 50 minutos una historia de poder, amor y traición de la mitología grecorromana inspirada en la pasión entre Dido, reina de Cartago, y Eneas, príncipe de Troya.

Toses en el peor momento

El único pero del espectáculo han sido las toses que sonaron precisamente en la parte más divina de la ópera, el lamento final de Dido antes de morir de amor, una escena en el que el cuerpo de baile simulaba la partida de Eneas por mar. El agua que inundaba el escenario dio mucho juego a una coreografía donde además de bailar los impresionantes intérpretes patinaban sobre cualquier parte de su cuerpo.

"Ha sido magnífico", ha señalado un joven de 24 años procedente de Madrid. "Teníamos planeado venir el sábado a Barcelona pero cuando vi que quedaban cuatro entradas en la web del Liceu, no lo dudé y lo adelantamos". Para su pareja, originaria de de Seatle, 'Dido & Aeneas' ha supuesto su debut en la lírica. "Me ha gustado mucho. Ha sido maravilloso pero cuando llegue a casa me informaré más sobre la obra porque creo que me he perdido cosas", ha reconocido ella.

Pese a proyectarse sobre el escenario la versión original del texto y los subtítulos en catalán, a más de uno le ha costado leerlos y disfrutar del espectáculo a la vez sin perderse nada. "Me ha costado seguir los diálogos y apreciar a la vez la danza", ha explicado Martina, una mujer embarazada con un vestido verde esperanza que espera dar a luz dentro de un mes y medio. "Solemos asistir a las sesiones Under35 y también a la temporada cuando hay precios especiales para gente joven. Ésta ha sido nuestra primera ópera barroca y no me ha parecido mal pero si tuviera que elegir, preferiría otro estilo", ha asegurado.

"Nunca había visto ópera y baile combinado. Ha sido muy bello"

Lo mismo pensaba otra pareja que no se ha perdido ningún título desde que descubrió Under35. "Nunca había visto ópera y baile combinado. Ha sido muy bello", ha dicho un aficionado que estaba en el segundo piso. Para él, de todo lo que ha visto en el Liceu hasta ahora su preferida es 'Norma', de Bellini.

La función duró poco más de hora y cuarto porque Christie añadió un tema como preámbulo en el que brilló la orquesta de cámara de ocho músicos y los miembros del coro. Estos, por cierto, interactuaron con los bailarines y con los solistas que estaban subidos en un pedestal. Los bailarines eran los encargados de deslizarlos por el escenario. La mezzosoprano Kathryn Lindsey en el rol de Dido, la sopano Ana Vieira Leite como Belinda y el baritono Renato Dolcini asumió el de Aeneas y el de la Hechicera. Por cierto bordó la escena de la conspiración contra el amor de Dido y Eneas con el resto de brujas interpretados por el coro y por los bailarines. Los tonos metálicos y cambiantes de la escenografía y los vestidos escultóricos en los que iban enfundados los solistas eran de un material similar y permitían disimular a los protagonistas sin tener que sacarlos de escena. Esa fue una de las bazas de la moderna y sobria escenografía de la artista Evi Keller, una maga de la luz y la materia.