Festival Sónar

Ángel Molina: "Llevo más de 30 años como 'dj' y no he pasado por un centro de rehabilitación"

El pionero artista actuó por los pelos en el primer Sónar y cerrará la edición del 30º aniversario del festival

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Molina

Molina / Manu Mitru

Ramón Vendrell

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Ángel Molina entró por los pelos en el cartel de la primera edición del Sónar, en 1994. De hecho, en la remesa inicial de 'flyers' del festival no figuraba su nombre. Sí en la segunda. Molina era 'disc-jockey' residente de +KO, en Cornellà. La discoteca estaba en una nave industrial casi contigua a la que albergaba Ocho, 'after-hours' al que se había visto obligada a exiliarse la música mákina barcelonesa tras el cierre por orden municipal de Psicódromo, en el Poblenou, para no perturbar el descanso de los atletas en la Vila Olímpica durante Barcelona-92. Molina pinchaba "una mezcla de techno-trance y happy-hardcore", recuerda. El músico electrónico Fermín Durán, habitual de +KO, le preguntó una noche si no le habían contactado del Sónar. Molina ni sabía que se estuviera gestando el Sónar, pero le faltó tiempo para informarse y entregar en la oficina de la muestra una 'demo' en casete de su trabajo. El Sónar también reaccionó rápido: contratado. La tira de sesiones en el festival después y convertido en valor internacional de la cabina, Molina cerrará el escenario SónarPub en la madrugada del domingo.

No era 1994 el mejor momento para la música electrónica en España. La llamada 'ruta del bakalao' valenciana se había convertido en sinónimo, únicamente, de drogas y accidentes de coche, sobre todo desde la emisión de los reportajes 'Hasta que el cuerpo aguante' (Canal +, mayo de 1993) y 'Danzad, danzad malditos' (TVE, julio de 1993), y el estigma afectaba a todo el espectro de la electrónica de baile. "No es que el mundo de la noche tenga ahora buena imagen, pero entonces era considerado algo nocivo -dice Molina- Y si eras 'dj', estabas condenado. Bien, llevo más de 30 años como 'dj' y ni he mendigado ni he pasado por un centro de rehabilitación".

Seriedad

Con el Sónar, considera Molina, la música electrónica empezó a autoreivindicarse en España como una parcela creativa y un negocio "serios". Eso de puertas afuera. De puertas adentro, permitió que se establecieran las conexiones necesarias para que emergiera una comunidad en toda regla. "El primer Sónar me cambió la vida -cuenta Molina-. Hasta entonces tenía la sensación de ser un bicho raro; allí vi que formaba parte de algo. Conocer a un miembro de Test Dept, a otro de SPK, a Andrés Noarbe [fundador de El Aviador Dro y Sus Obreros Especializados, mánager de Esplendor Geométrico e impulsor de Rotor, entonces un boletín de venta de discos por correo] o a Uwe Schmidt [que actuó como Atom Heart] en la feria discográfica que se montó en el 'hall' del CCCB fue muy emocionante". Como lo sería conocer a Nacho Canut, de Fangoria, en 1995 o a Daft Punk en 1997.

Para Molina tuvieron más importancia estos y otros lazos personales, que le hicieron ver que no estaba "aislado", que las actuaciones del Sónar. Aunque poca broma con las actuaciones: Merzbow ("Japón será un país de la Tierra, pero es otro planeta musical", considera), The Knife o X-102 ("me impactó igual que cuando vi a Depeche Mode en el Palau Blaugrana en 1987") le dejaron boquiabierto.

Espacio de encuentro

Con todo, el Sónar es en primer lugar para Molina un espacio de encuentro con personas con las que durante el resto del año se comunica por correo electrónico o Whatsapp. No es tanto cuestión de que que puedan salir bolos o proyectos, que nunca está de más, como de verse "las caras" en un territorio amigo.

¿Sabes con exactitud a qué hora saldrá el sol el domingo, 18 de junio? Molina sí. Seguimos hablando con Ángel Molina, no hemos pasado a Tomàs Molina. Entre las 6.17 y las 6.18, informa. Él habrá empezado a las 5.30 su sesión de cierre del escenario SónarPub, descubierto. "Hay que conseguir que el público se lleve ese momento especial de 30 aniversario en la memoria y por tanto pondré algún clásico techno", avanza. Pero no hará una sesión 'retro', para empezar porque los clásicos techno ya los pinchó cuando acababan de nacer. Las concesiones consistirán en algún segmento "luminoso" sin perder ritmo ni intensidad dentro de su estética más bien "oscura".

Tesis doctoral

Molina podría hacer una tesis doctoral sobre los factores que tiene en cuenta para sus sesiones en general y para esta en particular. Club o festival; cualquier festival o Sónar; interior o exterior; hora; cumpleaños o no; calentamiento para ídolos pop o barra libre de autor... Por ahora no se ayuda de una inteligencia artificial para tomar decisiones. Y tiene claro que en el Sónar puede ser más atrevido que en la mayoría de los sitios, incluso en el amanecer del año 31 del festival.

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