Fenómeno editorial

Ellas toman el poder de la literatura erótica

Lillian Fishman: “La política ha constreñido la sexualidad de forma extrema en los últimos años”

Literatura erótica: el mismo deseo, otra dimensión

Adaia Teruel, María Acaso, Rachel Krant y Lillian Fishmann.

Adaia Teruel, María Acaso, Rachel Krant y Lillian Fishmann. / Made using TurboCollage from www.TurboCollage.com

Natalia Araguás

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“A mí me gusta sentir un buen rabo dentro”, comenta Verónica, de 46 años. “El tiempo es el que tú decides”, apunta Natalia sobre las relaciones lésbicas: “Yo, por ejemplo, termino cuando empiezo a sentir agujetas”. “Como feminista que soy estoy aprendiendo que las cosas hay que decirlas”, sentencia Lidia, que no se corta con sus amantes tras separarse. Son tres de los casi treinta testimonios de 'Mujeres que follan. Historias de sexo real contadas por ellas' (Libros del KO). Su autora, Adaia Teruel (Barcelona, 1978), asegura haber hablado sobre sexo con casi un centenar de mujeres de entre 40 y 50 años en el proceso de documentación, sin ánimo de realizar un estudio antropológico ni una concienzuda investigación periodística.

En pareja y con dos hijos, a Teruel le movía desmontar la inapetencia sexual que históricamente se ha asociado a la feminidad, aderezada en los últimos tiempos con declaraciones de faltonas estrellas del pop como Miley Cyrus, que dijo en un programa de radio que para las mujeres el sexo acababa a los 40 años. Según corrobora la autora tras entrevistar a cuarentañeras que viven en Barcelona como ella, lejos de ser así, las mujeres experimentan el mayor pico de deseo sexual cumplidos los cuarenta. Muchas veces espoleado tras el divorcio, la búsqueda de alicientes que les lleva a abrir sus relaciones de pareja o simplemente la mayor confianza en sí mismas y el conocimiento de su propio cuerpo, según reflejan muchas de las historias. 

La escritora Adaia Teruel. 

La escritora Adaia Teruel.  / EPC

'Mujeres que follan', un libro de carácter testimonial donde es más importante la investigación que el estilo, es exponente de la eclosión de la literatura escrita por autoras donde el sexo es el ingrediente principal. Más de una década después del bombazo de '50 sombras de Grey', el género se expande más allá de la heterosexualidad y ya nadie espera que se torne amor lo que empezó como sadomasoquismo, aunque las nuevas E. L. James también suelan concluir que el sexo es solo sexo las menos de las veces.

Donde antes se mascaba el romance, ahora se reflexiona sobre el mito del amor romántico, la educación emocional, la presión estética, las clases sociales o el sexo fluido. La novela erótica en cuestión puede estar incluso bien escrita, como demostró ya en 2022 'Los favores' (Reservoir Books), de Lillian Fishman, calificada como “una obra maestra del sexo” por The Guardian y aplaudida por Zadie Smith y Jeffrey Eugenides.

La escritora Lillian Fishmann.

La escritora Lillian Fishmann. / EPC

Aunque Fishman empezó a pergeñar su debut como una historia queer, acabó por entonar una oda al libertinaje sexual donde el placer y la crueldad se confunden. Eve, lesbiana convencida desde la adolescencia como la propia autora, se aburre con su idealista novia y, tras colgar unas fotos desnuda en Internet, conoce a Olivia y, a través de ella, a Nathan, un tipo guapo, rico y dominante que reconoce sin ambages que su arte “es follar”. La relación clandestina entre los tres transcurre por locales y apartamentos de Nueva York entre quebrantos de Eve, enganchada a Nathan pese a pertenecer a un grupo “para quien lo queer significó un tipo específico de conciencia ética”.

Con menos contradicciones morales se desarrolla 'Y a lo mejor contarlo' (Paidós). Su protagonista, Verónica, ronda la cincuentena y, alicaída, siente que ha desatendido su eros. Lo busca entre terapias y lecturas de feministas como Virginie Despentes, Betty Friedan o Sara Ahmed. Y vaya si lo encuentra, según se narra en diferentes capítulos que van desde la contratación de trabajo sexual hasta disfrutar de la pornografía o los beneficios terapéuticos del MDMA.

La autora, María Acaso (Madrid, 1970), jefa del área de Educación del Museo Reina Sofía y dedicada a escribir desde 2006, define 'Y a lo mejor contarlo' como “una polificción académica” que quiere demostrar que podemos vivir de modo diferente a como pensamos que debemos hacerlo. La autora confiesa que su propio divorcio le llevo a plantearse qué modelo afectivo estaba buscando y a topar con los prejuicios existentes, en especial entre la gente de su generación. La menopausia gozosa, según se reivindica en el libro, es el periodo de la vida en que las mujeres al fin pueden permitirse dejar de priorizar el cuidado de lo demás para dedicarse a sí mismas. 

María Acaso, escritora y jefa del área de Educación del Museo Reina Sofía.

María Acaso, escritora y jefa del área de Educación del Museo Reina Sofía. / EPC

Por otra etapa de la vida transita 'Abierta', de la periodista Rachel Krantz. Entre 2015 y 2019, cuando tenía entre 27 y 31 años y se adentraba en sus primeras relaciones no monógamas y de dominación/sumisión, se dedicó a documentarlas “de forma obsesiva” a través de un diario y de extensas grabaciones de audio.

La periodista Rachel Krantz. 

La periodista Rachel Krantz.  / Beau Sanders

La obra parte del momento en que Rachel encontró a Adam, un hombre sofisticado una década mayor con una surtida biblioteca de la que le llama la atención la extensa sección de Philip Roth. “Acababa de romper con Dan, un chico que no tenía cortinas ni más de diez libros, y mucho menos un jarrón limpio. Esto es un avance”, se sugestiona ella. Adam no tardará en comunicarle que está buscando una relación seria, aunque no exclusiva.

A partir de allí, avanza una trama donde se habla de sexo explícito, drogas, agresiones sexuales, práctica no ética del BDSM, relaciones múltiples, malos tratos, complejo de la madre judía salvadora y problemas derivados de la relación con la figura paterna, advierte la autora, que desde el primer momento recuerda que ella explica su experiencia personal y que de ningún modo se presenta como un referente perfecto.

“¿Puede una mujer como yo admitir en 2022 que es un ser sexual en toda su plenitud y conservar el respeto que se supone que conlleva el hecho de ser una periodista de investigación premiada?”, interpela Krantz a sus lectores. Ambiciosa en lo profesional, Rachel acabará por descubrir que en las dinámicas sexuales tiende a la sumisión, lo que a veces se convierte en ser objetificada por parte de hombres dominantes. Frente al tabú de no hablar sobre sexo que pesaba en generaciones anteriores, las nuevas autoras derriban la última frontera: hablar desde la honestidad brutal, pese a quien pese.

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