La biografía definitiva

Auge y caída a los infiernos de Anthony Bourdain, el chef más famoso del mundo

Bourdain, en una imagen de archivo.

Bourdain, en una imagen de archivo. / Mike Pont

Natalia Araguás

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Los amigos del cocinero Anthony Bourdain solían bromear con que envejecería como Keith Richards, guitarrista de The Rolling Stones, “alguien que ha fumado crack y heroína y ha viajado trescientos días al año” y, rehabilitado de todos sus vicios, se dedicaría a explicar su legendaria juventud, con aquel estilo franco y burbujeante que le había convertido en una estrella.

Su suicidio, en junio de 2018, enmudeció a sus millones de seguidores en todo el mundo, que no podían creer que aquel tipo vitalista, que había visitado casi todos los rincones del planeta para dar cuenta de cómo comen sus habitantes en el programa 'Anthony Bourdain: Parts Unknown', que había sacado punta a sus andanzas por escrito en el procaz 'Confesiones de un chef', hubiera decidido acabar con su vida. Un nuevo libro, 'Bourdain. La biografía oral definitiva' (Planeta Gastro), de su lugarteniente Laurie Woolever, intenta reconstruir a través de casi un centenar de entrevistas una personalidad que se adivina inabarcable.

El cocinero Anthony Bourdain junto a Asia Argento.

El cocinero Anthony Bourdain junto a Asia Argento. / Argla Weiss

'Tenían dinero y se lo metieron en vena'

“Cambiaría gustosamente esta vida de escritora de verdad por poder retomar mi privilegiada rutina de encargarme de sus reservas de hotel y del mantenimiento de su lavavajillas si eso significara que Tony pudiera seguir entre nosotros”, confiesa la autora, ayudante y confidente de Bourdain por largo tiempo, que solo se otorga voz en la introducción de un libro que se desarrolla como si de la película 'Zelig', de Woody Allen, se tratara, en capítulos que reproducen los comentarios de unos y otros con llamativos títulos: 'Tenían dinero y se lo metieron en vena' o 'Se sentía atraído por el caos', por poner algunos ejemplos.

“Le gustan las buenas historias, una buena comida y fumarse un Lark”, destacan sus amigos de él

Un testimonio que brilla por su ausencia, entre el total de 91 entrevistas que recoge la biografía, es el de la de la última novia de Bourdain, la actriz Asia Argento, una de las líderes del movimiento Me Too, que no sale nada bien parada. En 'Era como un crío enamorado' y sucesivos capítulos, los colegas de Bourdain coinciden en que el cocinero, que empezó a salir al filo de los sesenta con Argento, casi dos décadas menor, se enamoró de ella perdidamente. Hasta el punto de abandonar la casa donde convivía con su segunda mujer, la deportista Ottavia Busia-Bourdain, con quien ya estaban separados de facto pero le aportaba estabilidad y había tenido su única hija, Ariane; y distanciarse de su círculo de amigos más íntimo.

"Yo le engañaba, él a mi también. No era un problema"

Según refleja 'Bourdain, La biografía oral definitiva', igual que el chef se volcó en la escritura tras dejar las drogas más duras, igual que abandonó otras adicciones como el tabaco y practicó de forma compulsiva jiu-jitsu, un arte marcial que mezcla técnicas de kárate y judo, volvió a darlo todo por Argento, una mujer complicada que contaminó todos los estamentos de su vida. Incluidos los rodajes de 'Anthony Bourdain: Parts Unknown', donde se empeñó en ser una más, dando quebraderos de cabeza a todo el equipo, que no osaban contradecirla.

“Nadie puede consumir drogas de la forma en que él lo hizo sin quedar profundamente marcado”, opina Philippe Lajaunie, propietario del restaurante Las Halles

“Tony metió mucho de todo en una sola cesta: metió su vida laboral, su vida personal, se metió él mismo y su relación con Asia. Y ese es el camino más corto hacia el puto desastre, seas quien seas”, resume Jared Andrukanis, productor en Zero Point Zero Productions, artífice del programa. La escritora ha reconocido que la ausencia de Asia Argento entre los testimonios es una decisión editorial: a su juicio ella ya ha dado su versión sobradamente en entrevistas como la que concedió unos meses después del suceso en exclusiva al Daily Mail: “Me acusan de haber matado a Anthony Bourdain”, expuso la actriz llorando: “Yo le engañaba, él a mi también. No era un problema para nosotros”. 

“Me conformo con haber ayudado a la gente que lo amaba a contar la versión de la historia de Tony que tienes en las manos”, resuelve la autora. El libro comienza dando cuenta de la infancia de Bourdain en Leonia (Nueva Jersey) como hijo de una manirrota pareja progresista, con ascendencia francesa por parte de padre. Quiso ser escritor, antes que cocinero, y además era un gran ilustrador. Su madre, Gladys Bourdain –una judía del Bronx, cuyos hijos no se enteraron de que lo era hasta después de su muerte– recuerda aquella famosa anécdota según la cual Bourdain tuvo su epifanía gastronómica probando una ostra durante unas vacaciones en Francia que le dio un vecino pescador.

Un graffiti con el rostro de Bourdain, todo un icono. 

Un graffiti con el rostro de Bourdain, todo un icono.  / Eugene García

Un tipo excitante, seductor y peligroso

empezando como lavaplatos en el Flagship. Nadie se lo tomó en serio

'Kitchen confidential', su 'superventas', fue como levantar las alfombras del mundo de la restauración y mostrar lo que había debajo

Todos quienes le conocieron, ya fuera durante sus años de adolescencia, trabajando en restaurantes neoyorkinos como Les Halles o en su posterior etapa como escritor o estrella televisiva, coinciden en describir a Bourdain como un tipo excitante, seductor y peligroso. “Es tal como lo ves”, respondía Patti Jackson, compañera de cocina en Nueva York, a quienes le preguntaban por Bourdain tras convertirse en una celebridad: “Le gustan las buenas historias, una buena comida y fumarse un Lark”. También destacan que reconocía tener todos los defectos, menos la falta de honradez, y que, empático con las flaquezas humanas, solía ayudar a quienes caían en desgracia y apoyar financieramente a los amigos más allá de lo razonable. 

Que su talento trascendía lo culinario quedó claro ya en 1999, cuando publicó en el New Yorker el artículo 'No comas antes de leerte esto'. “Era como levantar las alfombras del mundo de la restauración y mostrar lo que había debajo”, aprecia el editor Sam Sifton. A partir de entonces el cocinero que había en Bourdain –según él mismo reconocía, mediocre- quedó eclipsado por el personaje público. 

“Para él era un golpe demoledor si no se cumplían sus expectativas”, apunta Tod Liebler, director de fotografía. “Nadie puede consumir drogas de la forma en que él lo hizo sin quedar profundamente marcado”, añade Philippe Lajaunie, propietario del restaurante Las Halles. Cinco años después de su muerte, todos los entrevistados, desde las mujeres que le amaron como Nancy Bourdain, su primera esposa, a estrellas mundiales como José Andrés, Nigella Lawson o David Chang, lamentan que el mundo sin él sea un lugar mucho menos interesante. 

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