La caja de resonancia
¿Vuelta a las trincheras en Baleares y Valencia?
La amenaza de un PP + Vox desata el miedo en el entorno de la cultura en catalán en ambas comunidades, donde ven peligrar circuitos y una interlocución estable con las administraciones. Toque de atención para quienes, en Catalunya, llaman ahora a la abstención alegando que da lo mismo un gobierno que otro

El candidato de Vox a la Presidencia de la Generalitat Valenciana, Carlos Flores, durante el seguimiento de la jornada electoral en la sede de VOX de Valencia, a 28 de mayo de 2023, en Valencia. /
El vuelco electoral del 28-M en las comunidades balear y valenciana puede quedar lejos visto desde el Eixample o el Empordà, pero no está exento de consecuencias en el ámbito de la lengua catalana, donde no es lo mismo un mercado de 7,5 millones que uno de casi 14. “Estamos de luto”, me saluda, socarrón pero preocupado, Joan Gregori, presidente de la Valencian Music Association, que pese a todo se repite en voz alta que debemos “procurar evitar los prejuicios ideológicos”.
El presagio de tiempos enrarecidos se manifiesta estos días en muchas conversaciones. “Cada vez que manda el PP, no nos llaman para ir a trabajar”, me explica sin rodeos Yanni Munujos, mánager de Maria del Mar Bonet, refiriéndose a teatros públicos como el Principal de Palma, el de València o el Auditori de Castelló. “Preveo una vuelta al circuito de las universidades”. Un refugio practicable cuando vienen mal dadas, como bien sabe Raimon.
Lo que más inquieta no es ya el regreso del PP por sí solo, sino su suma con ese asteroide llamado Vox. Un aditivo que no está asegurado en todas partes y cuyo peso acabará dependiendo del desenlace del 23-J. Pero se teme que, si Feijóo accede a la Moncloa del brazo de Abascal, la política de alianzas pueda generalizarse y, con ella, un ánimo revanchista desacomplejado. “Este peligro existe, y podría causar un destrozo si Vox exigiera Educación o Cultura, atacando a todo lo que huela a catalán”, me advierte Fanny Tur, que fue ‘consellera’ de Cultura balear entre 2017 y 2019.
Se teme por la desatención de los circuitos y los recortes en teatros y auditorios públicos, un ecosistema que, en el caso valenciano, se ha conseguido afianzar tras ocho años de esfuerzos por ordenar y tejer una interlocución estable. “No hablamos solo de cultura en catalán, sino de cultura en general”, desliza Gregori, que ha sido director de la feria musical Trovam y que valora las ayudas formalizadas por corresponder a demandas concretas del sector.
En Balears, peligra también (un clásico) la adscripción al Institut Ramon Llull, y la salud de la Orquestra Simfònica, que tendrá pronto, por fin, su sede propia. Y con un PP + Vox, cuesta imaginar un Any Fuster como el que alió al Govern catalán con el valenciano y el balear.
Ningún gobierno es perfecto, pero las inhibiciones en las citas electorales tienen consecuencias, y quienes propagan ahora en Catalunya la melodía abstencionista, deslizando la idea de que lo mismo da un gobierno que otro, harían bien de mirar un poco más allá, al sur y mar adentro.
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