La caja de resonancia

Un año después, ‘Abba voyage’ asombra y emociona

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El espectáculo virtual de Abba y sus ‘abbatares’ en Londres celebra su primer aniversario y el balance disipa las dudas: un millón de espectadores y una experiencia no solo tecnológicamente prodigiosa sino emocionante. Y ya se habla de gira mundial. ¿Marca un camino para otros artistas o el suyo es un caso único?

ABBA Voyage event in Stockholm

ABBA Voyage event in Stockholm / Fredrik Persson

Jordi Bianciotto

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Hay hechos noticiosos que deben ser avalados con el paso del tiempo y el de que Abba ponía en marcha su espectáculo de avatares (o ‘abbatares’) invitaba a la observación para comprobar si lo suyo se consolidaba o derivaba en un bluf. Pero ‘Abba voyage’ cumplirá el próximo sábado un año de funciones en Londres y el balance es claro y meridiano: el ‘show’ ha superado el millón de visitantes, sigue llenando sin descanso y fuentes oficiales han anunciado que trabajan para llevarlo de gira mundial.

Los productores decían en su día que la clave de ‘Abba voyage’ era que los asistentes se olvidaran de que estaban ante un prodigio de la tecnología y se emocionaran, rieran y lloraran. ¿Lo consigue? Logra acariciar ese efecto. ¿Llegas a perder de vista que no son ellos en realidad? Bien, la gracia es que te hace percibir que sí lo son, tal como si no hubieran envejecido: aunque sus figuras recrean, contra natura, el aspecto de cuando tenían 30 años, sus expresiones derivan de haber escaneado sus movimientos y matices faciales en la actualidad.  

Hay que verlo para creerlo. Y así lo hice este sábado acudiendo a ese escenario construido exprofeso, el Abba Arena, que no es una carpa cualquiera sino un soberbio auditorio con aforo para 3.000 personas, cuya sola existencia ayuda a entender por qué el precio de las entradas trepa hasta la gama de 55 a 195 libras (63-224 euros). Público tendente a una mediana edad holgada y con cierta predominancia femenina, obediente ante la petición de abstenerse de tomar imágenes del ‘show’ para así “conservar el efecto sorpresa”.

Primero sientes una especie de escalofrío sobrenatural, luego tus ojos se van adaptando a la inédita realidad, ayudados por algún que otro golpe de humor (“no estoy mal para mi edad, ¿verdad?”, bromea Benny), y por fin te rindes y te dejas maravillar por los alucinantes primeros planos. Aunque los 'hits' históricos no dan tregua, el momento más sobrecogedor es cuando Agnetha defiende esa (excelente) canción nueva, ‘Don’t shut me down’, pidiéndonos con su aspecto juvenil, pero desde su conciencia de señora en la setentena, que hagamos el favor de no dejarla de lado.

Termina el ‘show’ y piensas que la apuesta de Abba resulta más cabal que lo de Madonna con sus intentos de volver a los 20 locamente. No sabemos si el patrón de ‘Abba voyage’, invocando a un grupo de enorme impacto que dejó de actuar en 1980, es extrapolable a otros artistas. Pero no tengamos miedo de la tecnología, que, al fin y al cabo, es la más humana de las expresiones.