Blur: eterna juventud, locura colectiva y coreografías cubistas en el Primavera Sound

Blur no parecen interesados en (ni tener necesidad de) la nostalgia. De ahí que en este concierto de enésima nueva etapa se hicieran de rogar con los 'hits' más obvios de mediados de los noventa y optaran por una recta inicial bastante escurridiza, maliciosa, un recorrido por las carreteras secundarias del grupo más valiente del 'britpop'. 

La nueva 'St Charles Square' adelanta un futuro noveno álbum, 'The ballad of Darren', con más rugosa idiosincrasia que instinto comercial. El eternamente juvenil Damon Albarn (55 años envidiables) supo sacar lustre vocal a singles que no subieron demasiado alto en las listas, como 'Popscene', o canciones que ni siquiera llegaron a ser single, como 'Tracy Jacks', ese retrato de funcionario en crisis bajo la influencia de The Kinks. El guitarrista Graham Coxon se hizo oír gritando el nombre del susodicho, pero lo que realmente celebró el público fue verle encarar la melodía perezosa e imbatible de 'Coffee & TV': cartones de leche bailarines en el corazón. Un tema algo menos conocido de '13', medio inesperado 'Trimm Trabb', vio al grupo meterse en serios pantanos psicodélicos, a juego con unas pantallas que pasaron del monocromatismo elegante a momentos propios de 'Videodrome'. 

Fue a mitad de actuación cuando, finalmente, los chicos dieron el brazo a torcer. Y además, otorgando al público del Primavera el privilegio de una 'Country house' tocada por primera vez en esta gira. Pero la locura colectiva y las coreografías cubistas llegaron en realidad con 'Parklife', 'Girls & boys' y una 'Song 2' todavía directa y a la encía después de todos estos años. En los últimos minutos, 'This is a low' (que en realidad es punto álgido), la gospeliana 'Tender', la nueva 'The narcissist' y la siempre épica 'The universal' les vieron pasar de lo irónico a lo emocional.

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