Entrevista

Imma Monsó: "Los escritores catalanes de mi generación hemos tenido que hacer un sobreesfuerzo respecto a la lengua"

La escritora publica 'La mestra i la Bèstia', una novela ambientada en el Pirineo Ribagorzano, en un entorno hostil marcado por la postguerrra

BARCELONA 02/03/2023 Icult. Retratos a la novelista Imma Monsó en la editorial Anagrama. FOTO de ZOWY VOETEN

BARCELONA 02/03/2023 Icult. Retratos a la novelista Imma Monsó en la editorial Anagrama. FOTO de ZOWY VOETEN / ZOWY VOETEN

Valèria Gaillard

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La escritora leridana Imma Monsó, uno de los nombres más consolidados de las letras catalanas, sitúa en un pequeño pueblo imaginario de la Ribagorza,en los años 60 del pasado siglo , su última novela 'La mestra i la Bèstia' (Anagrama). La protagonista es una joven y cándida maestra, Severina, que busca refugio en lo que le parece de entrada un sitio idílico, pero topa con un entorno hostil, marcado por las secuelas de la guerra civil. El encuentro con los personajes de este "pequeño infierno", entre los cuales se encuentra un hombre maduro conocido como la Bestia y del que se enamora, le hará abrir los ojos.

¿Cómo hay que entender la oposición de las dos figuras del título: la maestra y la Bestia?

Severina, a pesar de haber sido educada lejos de las consignas del Régimen, acaba siendo hija de su tiempo, con todo lo que esto implica respecto a su condición femenina, de represión y de culpa. En cambio, la Bestia, es el polo opuesto y representa la absoluta libertad . Se produce, por otro lado, una inversión de roles porque él le hace de maestro y ella, que ha llegado a este pueblecito a ejercer como tal, rápidamente se da cuenta de que, en realidad, ha ido a aprender, incluso de sus propios alumnos. La Bestia la ayuda a descubrir cosas de su pasado que desconoce.

Severina busca descifrar la historia de sus padres fallecidos. ¿Qué le interesaba explorar de esta generación atravesada por el silencio?

Quería contemplar al personaje en su conjunto, tanto antes como después, porque el libro nace de la pérdida de mis padres y de un interés renovado por su recorrido vital. En este sentido, el título también hace referencia a mi estado de ánimo cuando lo escribí. Quería meterme dentro de un cuento de invierno, necesitaba buscar ingenuidad y delicadeza, sobre todo en oposición a la brutalidad del ambiente actual, tan llena de estímulos y en la que todo vale. En cambio, en esa época, en la que no se podía decir nada, existía una contención y una confianza en los libros, en su poder salvador, hoy desaparecida.

¿Se puede entender como una novela de amor?

Es básicamente una novela de iniciación y el acento está puesto en el aspecto político-social, pero es verdad que el erotismo es el elemento motor. Severina se enamora de la Bestia porque le fascina todo lo que es indescriptible, lo que no se puede reducir a palabras, por eso se siente atraída por este personaje peculiar. Más que convencional, yo la definiría como una historia de amor fundacional.

¿Cómo se aproximó al tema de la posguerra tardía?

Nunca hubiera imaginado que un día lo abordaría. No es una novela política, pero sí del aprendizaje de que somos seres políticos y sociales. El libro surge de un impulso personal. Mi madre murió justo antes de la pandemia y recordé las historias que ella y sus hermanas, todas maestras, contaban de cuando habían ejercido en el Pirineo Ribagorzano. Empecé a escribir la novela hace cuatro años y, a medida que avanzaba, tenía muy clara la imagen de la llegada de la maestra en este pueblo, ya que mi madre solía contarla así. Sin embargo, ella era muy extrovertida, y en el libro he adaptado la personalidad de Severina a mi carácter tímido.

¿También se inspiró en su padre?

Cuando estaba escribiendo el libro apareció una información sobre mi padre, que murió cuando yo tenía 7 años, y aunque conocía sus ideas opuestas al Régimen, desconocía los detalles. En la biografía de un diputado a quien mi padre ayudó a cruzar la frontera, encontré una referencia a él y también en una tesis doctoral. Consulté la lista de represaliados publicada en 2017, y encontré el consejo de guerra sumarísimo que le hicieronde muy joven y que fue sobreseído gracias a los testimonios de la familia materna más de derechas.Volqué todo este material en la novela.

¿Qué supuso para usted este descubrimiento?

Me di cuenta de cosas que siempre sospeché, sin saberlas de verdad, porque se impuso un silencio que hoy cuesta entender. Incluso mi tía materna, cuando le conté de qué iba la novela, se puso nerviosa. En los años 50, la mayoría de la gente estaba en la inopia,fingía o se olvidaba del pasado, ya que era la época del inicio de la bonanza económica y se quería dejar atrás aquel horror.

¿Qué más se produjo en este momento?

Quería que se evidenciara la ruptura en el uso de la lengua. Era pura esquizofrenia: se hablaba en catalán corrientemente y luego el dictado en la escuela era en castellano. Mi abuela leía y escribía el catalán, mi madre ya no, y yo fui educada también en castellano, mientras que en casa siempre se hablaba catalán. Hasta que no fui a la universidad no pude leer en esta lengua. Los escritores de mi generación han tenido que hacer un sobreesfuerzo en este sentido del que no se habla nunca. Y esto que hacen autores jóvenes de mezclar el catalán, el castellano y el inglés nos sorprende profundamente, porque nosotros siempre vamos con mucho cuidado, puesto que el catalán siempre ha sido una lengua insegura y amenazada.

¿Cómo ha trabajado el dialecto?

He reflejado la variante dialectal del ribagorzano que llevo muy adentro, ya que mi padre era de Vilaller. El dialectólogo Ramon Sistac me recomendó que hiciera lo que quisiera porque sólo hay corpus, pero he intentado respetarlo al máximo. Es un dialecto que tiene una sonoridad mineral y ancestral, y está a punto de desaparecer, cosa que lamento porque, para mi, la cuestión de la lengua es claramente emocional.

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