Contra la violación, castración: Mathieu Menegaux lanza el debate

A finales de los 70, en Checoslovaquia, una estudiante de Veterinaria de 18 años hizo autoestop. Dos hombres la subieron a su camión, la violaron durante tres horas y la dejaron en la puerta de su casa como si no hubiera pasado nada. Ella tuvo la sangre fría de preguntarles si querían repetir. Volvieron y ella les castró. Es la historia real que inspiró a Mathieu Menegaux (París, 1967) para escribir ‘Mujeres de armas tomar’ (Alba Editorial), que presenta en BCNegra y en la que invita al lector a plantearse qué haría si fuera miembro de un jurado popular que debe juzgar a una víctima que se ha convertido en verdugo.

En la ficción, la protagonista es Mathilde Collignon, ginecóloga y madre que llega ante el tribunal en junio de 2020, tras tres años de prisión preventiva por vengarse de sus dos violadores. "La novela abre un debate sobre si es justificable tomarse la justicia por su mano. Yo creo que no, si todo el mundo lo hiciera no podríamos convivir. Llevo a reflexionar sobre qué habría hecho cada uno en su lugar o en el del jurado. No es legítima defensa, porque no es una respuesta en caliente a la agresión, sino fría y calculada". 

Las estadísticas dicen que una de cada ocho mujeres ha sido violada

Menegaux no ha hablado con ninguna víctima de violación siendo consciente de ello. "Pero sí sin saberlo. Todos lo hemos hecho. Seis años después de publicar mi primer libro, ‘Je me suis tue’ ['Estoy callada'], sobre una víctima que guardó silencio, mi editora me reveló que ella también había sido violada". Y añade: "En Francia, ‘Mujeres de armas tomar’ se está representando en teatro. Al final de la obra añadí una reflexión: Por estadística, una de cada ocho mujeres ha sufrido una violación. Si entre el público hay 300 personas y la mitad son mujeres, 20 de ustedes han sido víctimas. El silencio fue sepulcral". 

Menegaux cita en el libro la venganza de ficción de Lisbeth Salander en las novelas de Stieg Larsson y el caso real de Lorena Bobbitt, que en 1993 cortó el pene a su marido mientras dormía porque la había violado. "Creo que la gente sigue admirando lo que hizo. Fue valiente y actuó. Pero a él no le salió tan mal, se reconstruyó el pene y se convirtió en estrella porno", apunta. Al autor no le sorprende que no haya más casos como el de Bobbitt o el de su protagonista. "Una víctima de violación está destruida por dentro y suele caer en la depresión. Muchas se culpan de lo que les ha pasado. Y planificar una venganza como esa es muy complicado, hay que estar llena de rabia y ser muy fría. Y ser consciente de que a ti te castigarán y puedes ir a prisión por ello, y ellos, en cambio, pueden salir libres".

La mayoría de violadores que van a juicio no son reincidentes. Y el 90% de casos se produce en casa o en fiestas, no en la calle

Tampoco cree que si hubiera más mujeres actuando así los hombres se lo pensarían dos veces. "Un 10% de las violaciones ocurren en la calle, el 90% en casa o en una fiesta o con conocidos. No suele haber planificación. Un juez me dijo que en los juicios no suele haber violadores reincidentes, para todos era la primera vez que lo hacían". 

No es el caso de ‘La Manada’, cuyo eco ha llegado a Francia. "Eso sí es premeditación. Allí lo llamamos ‘tornados’ y está muy castigado. Las víctimas son jóvenes que se citan con un chico en los suburbios y una vez llega aparecen muchos otros, que suelen grabar la violación múltiple". 

"¿Cómo ibas vestida?"

También la protagonista de ‘Mujeres de armas tomar’ se cita a ciegas con uno de sus agresores buscando sexo. "Aún es tabú, aunque cada vez menos. Pero a las mujeres se las juzga por ello, a los hombres no. Mathilde sabe que la juzgarán, que si hubiera denunciado, eso habría ido en su contra. Que le habrían preguntado ‘cómo ibas vestida’, ‘por qué habías ido allí’, ‘por qué ibas sola’... Para cambiar la percepción social solo hay una forma: educación, educación y educación. Desde niños y también en casa. Y que los policías que se ocupen de estos casos y de la violencia machista sean especializados y no culpabilicen a la víctima". 

Icono y modelo a seguir

Cita Menegaux el ejemplo de la agobada francesa e icono feminista Gisèle Halimi, "criada en Túnez en una familia muy machista. Con 18 años se fue de casa porque no quería vivir sirviendo a sus hermanos como una criada. Fue la primera en lograr un juicio absolutorio para una mujer en 1973 cuando el aborto era aún ilegal en Francia y logró la condena de los violadores de dos chicas en un caso similar al de ‘La Manada. Hacen falta modelos como el suyo, de mujeres que digan ‘no, basta de esto’".

No ha estado el escritor en ningún jurado popular, pero le gustaría, asegura. ¿Qué habría votado en el caso de Mathilde? "No puedes absolverla. Pero la habría condenado a 5 años de prisión, sabiendo que habiendo cumplido tres en preventiva habría salido libre".