"La novela salvaje"

Sindicalistas, taxistas espías y Carrero Blanco: llega la "novela total" sobre la Barcelona tardofranquista

El autor barcelonés regresa tras 11 años con '1969', una arriesgada y transgresora novela sin ficción, compuesta de testimonios reales de la Barcelona del "inicio del final de la dictadura"

BARCELONA 10/01/2020 CONTRAPORTADA Encuentro con el escritor EDUARD MÁRQUEZ. Monta en el Romea una obra sobre el bloqueo de una novela. Quedamos en su estudio. FOTO de RICARD CUGAT

BARCELONA 10/01/2020 CONTRAPORTADA Encuentro con el escritor EDUARD MÁRQUEZ. Monta en el Romea una obra sobre el bloqueo de una novela. Quedamos en su estudio. FOTO de RICARD CUGAT / RICARD CUGAT

Anna Abella

Anna Abella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Todo son voces de la Barcelona tardofranquista en la transgresora ‘1969’. De estudiantes, sindicalistas, homosexuales, amas de casa, obreros, de gente de extrema derecha y extrema izquierda, armada o no, nacionalistas, catalanistas…, pero también, las que se dejan oír en un discurso de Carrero Blanco, el mismísimo Franco, Pilar Primo de Rivera, de una declaración policial en comisaría, una octavilla subversiva o cartas del abad de Montserrat al Gobernador Civil. "Ese río de vidas de todo el espectro político y social", lo ha recopilado Eduard Márquez (1960) durante los últimos 8 años, en un titánico trabajo de documentación en archivos y hemerotecas y testimonios orales.

Con esas voces, el escritor barcelonés ha realizado un "enorme ejercicio de ensamblaje, como si fuera un encaje de bolillos, sin que ninguna voz pase por encima de otra" para construir, tras un tenaz proceso de creación (que culminó tras dos bloqueos), "una novela total", pero "no una novela política de denuncia", aclara, sobre un año que significó "el comienzo del final de la dictadura franquista".  

‘1969’, que se publica en versión del propio autor en castellano en Navona y en catalán en L’Altra editorial, que además ha relanzado ‘El silenci dels arbres’, implica un arriesgado salto mortal en la trayectoria de Márquez, autor con fama de orfebre literario, que venía de una literatura muy contenida, de novelas cortas como ‘Cinc nits de febrer’, ‘La decisió de Brandes’ o ‘L’últim dia abans de demà’. 

Había infiltrados en las fábricas, en las homilías, en las aulas. Las porteras y los taxistas pasaban informes

"Es una novela que no tiene nada de lo que define a una novela convencional, sin personajes, narrador, peripecia, ni el tradicional planteamiento, nudo y desenlace", admite insistiendo a la vez que "es una novela porque está construida para que funcione narrativamente, con tensión y tratamiento narrativo y emocional, con cada pieza dialogando con la siguiente para generar un movimiento constante que atrape al lector". Para Márquez, ‘1969’ es "la novela salvaje, aquella que no nos atrevemos a escribir, tal como la llamaba Enrique de Hériz [a cuya memoria dedica el libro] en uno de sus artículos en EL PERIÓDICO. Él me enseñó que era el momento de poner el contador a cero y dar un salto adelante". La presenta como una obra autónoma, pero espera que pueda ser la primera de un ambicioso proyecto de seis volúmenes hasta llegar a 1980, para reflejar toda la transición.

1969 estuvo marcado por el estado de excepción en todo el país para parar las revueltas estudiantiles y laborales

1969 fue un año importante, argumenta Márquez: "Pese a la severidad de la represión franquista, que empeoraría a partir de 1970, la oposición era consciente de que el régimen estaba debilitado, sobre todo en Barcelona, pero también en Madrid y el País Vasco". "Fue nuestro Mayo del 68, cuya onda expansiva llegó un año después. Estuvo marcado por el estado de excepción en todo el país firmado por Franco en enero para parar las importantes revueltas estudiantiles y laborales del momento, con el asalto al rectorado de la Universitat de Barcelona, con la defenestración del busto de Franco, y con la muerte sospechosa en Madrid del estudiante Enrique Ruano", desgrana. 

"La oposición, en vez de retroceder dio un paso adelante en su voluntad de revuelta creciente -continúa-. Y toda la documentación demuestra que dentro del régimen estaban extremadamente preocupados por ello. Luego nos colocaron el discurso de sucesión, eso de que todo quedaba ‘atado y bien atado’ en la figura de Juan Carlos de Borbón. Y estalló el ‘caso Matesa’, el gran escándalo económico y político del franquismo que llevó a una crisis de gobierno del que salieron los sectores más falangistas. Y fue un año muy potente por lo que pasó en la calle: las primeras organizaciones políticas, en fábricas, barrios y universidades, las primeras células armadas…". 

Porteras y taxistas espías

Durante las visitas semanales al archivo histórico del Gobierno Civil (ha hecho 25.000 fotocopias a 20 céntimos cada una) ha estado en contacto "con el aparato represor y las cloacas del estado viendo informes de los servicios secretos, de la Policía", asegura Márquez. "Creo que nos comimos durante mucho tiempo que la transición fue cosa de media docena de héroes iluminados, unas mentes preclaras -el Rey, Carrillo, Felipe González, blablablá… y convertimos ese proceso en modélico. Luego, nuevas hornadas de historiadores empezaron a cuestionárselo y ampliaron el foco a una estructura de organizaciones sociales, políticas, sindicales, vecinales, obreras… que plantaron cara". Su percepción va más allá: "He visto un grado de control del Estado exhaustivo sobre un ruido de fondo generalizado en la calle mucho mayor de lo que nos han vendido: se hacían informes diarios de lo que pasaba en cada aula de la universidad, con infiltrados en las fábricas grandes como la Seat o la Maquinista, pero también en talleres de Gràcia o Poble Nou, con espías en las homilías de las misas del domingo o los informes que pasaban las porteras y los taxistas, espiando reuniones clandestinas de gente que se estaba jugando la piel".

Dos bloqueos literarios

Hace 11 años, cuando terminó ‘L’últim dia abans de demà’, decidió "iniciar un periodo de barbecho para buscar nuevas maneras de narrar porque había culminado un proceso estilístico y conceptual". Su primera idea fue escribir "una novela a lo Dickens, como ‘Historia de dos ciudades’, larga y con muchos personajes, una obra de tipo convencional, con protagonistas convencionales y las voces de los testimonios ficcionadas. Pero a los 5 años vi que no funcionaba. Tenía problemas de verosimilitud y fidelidad a las voces. Y me sentí perdido", asume. 

Tras otro periodo de barbecho, ya en confinamiento por la pandemia, decidió mantener la ficción pero con documentación, dando voz a los testimonios en primera persona, y sumarle metaliteratura, "el yo, reflexionando sobre todo". Pero tampoco funcionaba. "Y renuncié a la ficción y eliminé al monigote mayor del reino, o sea, yo. Y entonces las voces empezaron a brillar". 

Suscríbete para seguir leyendo