Vacaciones mirando al techo
La anticanción del verano (4): ‘Azzurro’, de Paolo Conte
La anticanción del verano (3): 'Vacaciones', de Aerolíneas Federales
La anticanción del verano (2): 'The other side of summer', de Elvis Costello
Esta marcha de tonos alegres y texto cabizbajo se ha ido convirtiendo en una especie de himno italiano alternativo a raíz de su popular versión original, a cargo de Adriano Celentano, en 1966
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
‘Azzurro’ es un clásico del atril de Paolo Conte (su autor, junto con el letrista Vito Pallavicini), pero para ajustarlo a la categoría de anticanción del verano hay que recordarlo, sobre todo, en su versión original, la de Adriano Celentano, en 1966. Ahí, con su fanfarria y su ritmo de marcha, entonado con esa voz franca, “que pertenece al pueblo y que busca la verdad”, según dijo un día Conte, se manifiesta el crudo contraste entre su júbilo aparente y el paso cambiado que transpira la letra.
El verano ha llegado, ella ha marchado a la playa y aquí estamos, en casa, mirando el techo, oyendo el silbido de los aviones y presintiendo que la tarde se nos va a hacer larga. El protagonista piensa en voz alta y compara su aburrimiento con el de “aquellos domingos en soledad” en el seminario, “hace muchos años”, pero ahora ni siquiera tiene a un capellán a mano con el que charlar. Entran ahí la imaginación y el surrealismo, y se ve corriendo a la estación a trompicones para reunirse con ella. “Pero el tren de mis deseos / en mi pensamiento va al revés”. Recuerda cuando era un niño y busca en el jardín algo que le haga pensar en un destino lejano: África, las adelfas, el baobab y un león que “quién sabe dónde está”.
Con voz despachurrada
Cuentan que Celentano se presentó en el estudio de grabación arrastrando un resfriado y que hubo dudas sobre si era el mejor día para consumar la sesión. Pero acabó decidiéndose, pensando que tal vez aquella voz nasal, disminuida, podía transmitir mejor el estado de pereza y abandono atribuible al personaje. De ahí salió una canción que con el tiempo se convertiría en una especie de himno de Italia alternativo, donde el azul alude al cielo, pero se corresponde también con la camiseta de la selección nacional en el fútbol o el baloncesto (la ‘squadra azzurra’). Los orígenes de la identificación del azul con Italia se remontan al estandarte de la familia real de los Saboya, en tiempos de la unificación del país.
‘Azzurro’ transmite vigor y eleva el espíritu pese a que su letra sea portadora de melancolía y desconcierto. Un caso extremo de disociación. Paolo Conte, que al principio era compositor y no intérprete, la acabó incorporando a sus repertorios cuando, a mediados de los años 70, acercándose él a la cuarentena, se decidió a subir a los escenarios. Décadas después, es posible ver en la canción un punto de encuentro de los italianos, como se observó hace dos años, cuando, en los días del confinamiento, se cantó en balcones y terrazas.
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