Crítica de cine

'Entre la vida y la muerte': Antonio de la Torre en los bajos fondos de Bruselas

El director Giordano Gederlini compone un sobrio y oscuro cine repleto de ambigüedad y oscuridad expresiva en el que el actor español se convierte en el máximo protagonista.

Antonio de la Torre, en 'Entre la vida y la muerte'

Antonio de la Torre, en 'Entre la vida y la muerte' / Filmax

Beatriz Martínez

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A Giordano Gederlini lo conocíamos principalmente como guionista de películas como 'Los miserables', de Ladj Ly e 'Instinto maternal', de Olivier Masset-Depasse. Ahora regresa a la dirección después de debutar hace veinte años con 'Samurais' y lo hace a través de un thriller a medio camino entre las dos primeras propuestas, es decir, tomando como protagonista a un hombre excluido de la sociedad que se mueve a modo de outsider y utilizando un toque de oscura ambigüedad a la hora de perfilar las relaciones entre los personajes y el universo que habitan. 

Así, un conductor de metro de origen español, Leo (Antonio de la Torre), después de atropellar a un joven, que resultará ser su hijo, se verá inmerso en una trama criminal en los bajos fondos de la ciudad de Bruselas al mismo tiempo que es investigado por una joven policía que sigue el caso. El director sabe cómo sacar partido a sus personajes, sumidos cada uno de ellos en un trauma personal que arrastran en sus sus acciones y maneja los resortes de un relato de venganza en el que la atmósfera turbia y nocturna adquieren una importancia fundamental. Antonio de la Torre se mueve con soltura en estos territorios, aunque en este caso sean foráneos, y consigue llevar el peso de una película sombría en la que se siente la rabia y desesperación de un personaje atrapado por su pasado.

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