Festival de cine

Carla Simón hace historia y conquista el Oso de Oro en la Berlinale con 'Alcarràs'

La directora de 'Estiu 1993' es la primera cineasta catalana que se alza con el prestigioso galardón alemán

72nd Berlinale International Film Festival in Berlin Director Carla Simon reacts as she receives Golden Bear for Best Film for 'Alcarras' during the awards ceremony of the 72nd Berlinale International Film Festival in Berlin, Germany, February 16, 2022. REUTERS/Hannibal Hanschke

72nd Berlinale International Film Festival in Berlin Director Carla Simon reacts as she receives Golden Bear for Best Film for 'Alcarras' during the awards ceremony of the 72nd Berlinale International Film Festival in Berlin, Germany, February 16, 2022. REUTERS/Hannibal Hanschke / REUTERS

Nando Salvà

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Carla Simón ha hecho historia en Berlin por varios motivos. Gracias al Oso de Oro que le ha proporcionado el que tan solo es su segundo largometraje, de entrada, la barcelonesa ha pasado a engrosar el reducidísimo grupo de cineastas españoles premiados en la Berlinale, que no aumentaba en número desde hace 35 años; ella apenas acababa de nacer cuando Fernando Trueba obtuvo aquí el galardón al Mejor Director gracias a ‘El año de las luces’, y hasta hoy.

Simón, además, es la primera mujer española que se alza con el triunfo en uno de los tres certámenes que componen lo que se conoce como el ‘Grand Slam’ de los festivales de cine -Cannes y Venecia son los otros dos-, y la poseedora del séptimo Oso de Oro entregado a una mujer entre los 72 que el festival alemán lleva repartidos a lo largo de su historia. Y aunque cuando se habla de la calidad de las películas todas las opiniones son aceptables -o casi todas-, algunas resultan más discutibles que otras. Y que ‘Alcarràs’ es la película que mas merecía este premio de cuantas aspiraban a él es algo que, se mire como se mire, no admite discusión.

Mientras contempla a una familia compuesta por tres generaciones de agricultores que se ve obligada a renunciar al terreno que lleva trabajando durante décadas, y de ese modo reflexiona sobre un estilo de vida y una relación con el mundo natural que se desvanecen, ‘Alcarràs’ es ejemplo modélico de una forma particularmente conmovedora de nostalgia, que rehúye el sentimentalismo y en cambio apela a la resiliencia y la dignidad, y que combina en equilibrio perfecto sentimientos aparentemente contradictorios como la melancolía por todo lo perdido al final del viaje y la belleza de cuanto se obtuvo en el camino.

‘Alcarràs’ es un lamento por la desaparición de la agricutlura tradicional a causa de los nuevos modelos económicos, sí, pero también un retrato increíblemente certero de la volubilidad de los vínculos familiares, una ficción capaz de transmitir más autenticidad que cualquier documental que uno pueda imaginar, y una obra que proporciona al espectador una experiencia genuinamente sensorial: al verla es posible oler el aroma de los melocotones maduros, sentir en carne propia los ríos de sudor que recorren a quienes los recolectan, notar un nudo en la garganta al contemplar cómo un árbol es arrancado de la tierra. Hay que verla para entenderlo.  

Es necesario recordar la significancia que este festival tiene para esta directora. Hace cinco años la Berlinale apostó por su primer largometraje, ‘Estiu 1993’ -una película sobre la infancia intensamente autobiográfica y de ternura suprema-, y desde ese espacio Simón empezó a revelarse como una directora esencial para el resto del mundo; aquí obtuvo varios galardones, entre ellos el Premio a la Mejor Ópera Prima, y a partir de entonces ganó cinco estatuillas en el Festival de Málaga, tres premios Goya y numerosos reconocimientos más en todo el planeta. Con el fin de tener ‘Alcarràs’ lista para participar en la competición del certamen este año -parece ser que sus responsables le rogaron que lo hiciera-, Simón ha estado trabajando literalmente hasta el último momento con el fin de tenerla lista a tiempo para presentarla mundialmente ayer mismo, en el penúltio día del festival. Mereció la pena. 

Triste ausencia de Lacuesta

Al hablar del triunfo de Simón resulta inevitable señalar también que la otra película dirigida por un cineasta español presente este año en la competición berlinesa no ha logrado ser incluida entre los títulos galardonados. Y no hace falta caer en chovinismos para sentir decepción por esa ausencia; ‘Un año, una noche’, del gerundense Isaki Lacuesta -reflexión lacerante sobre los estragos que el terrorismo causa en las personas y las sociedades y sobre las diferentes respuestas que un trauma puede llegar a provocar-, sin duda merecía premio. Es francamente difícil entender que el grupo de jueces presididos por el cineasta M. Night Shyamalan consideraran sensato ignorarla y al mismo tiempo recompensar con dos premios importantes -Mejor Guion y Mejor Interpretación Protagonista- a la que sin duda es una de las ficciones más toscas presentadas aquí a concurso este año, ‘Rabiye Kurnaz vs George W Bush’.

En realidad, la mayoría de los galardones otorgados por el jurado dan pie a la duda. Como el Gran Premio del Jurado otorgado a ‘The novelist’s film’, que no ocupa un lugar realmente distinguido en la filmografía extremadamente coherente -o, para algunos, extremadamente repetitiva- del director coreano Hong Sangsoo; o como el Premio a la Mejor Dirección concedido a Claire Denis, una directora extraordinaria que ha sido sistemáticamente ignorada en el ‘Grand Slam’ y que finalmente ha logrado un premio de esta categoría con ‘Both sides of the blade’, sin duda es una de sus películas menos logradas. Pese a todo, eso sí, no tiene sentido poner pegas a esas elecciones. La principal decisión de los jueces, en cierto sentido la única que importa, no habría podido ser más acertada.  

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