Libros singulares

Las mil y una maternidades de Benjamin Lacombe

El prestigioso ilustrador francés presenta sus últimos trabajos, ‘Espíritus y criaturas de Japón’, su cuidada versión ilustrada de los relatos tradicionales que Lafcadio Hearn rescató en el siglo XIX, y el álbum infantil ‘La mejor mamá del mundo’ 

El creador visita Barcelona, donde se sincera sobre sus sensaciones en pandemia y alerta de las ideas reaccionarias que vuelven a recorrer Europa

Ilustración de Lacombe en 'Espíritus y criaturas de Japón'.

Ilustración de Lacombe en 'Espíritus y criaturas de Japón'. / BENJAMIN LACOMBE

Anna Abella

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Es taxativo el ilustrador Benjamin Lacombe (París, 1982) cuando se le pregunta sobre si la humanidad debería haber aprendido alguna lección de esta pandemia. "Muchas, pero, ¿sacaremos alguna? Deberíamos aprender para poder cambiar. Pero el problema es que no aprendemos nada". Él, capaz de alumbrar asombrosas y cautivadoras ilustraciones, delicadas o tenebrosas, tiernas, evocadoras y simbólicas en una obra singular tras otra, libros objeto para adultos y menores, siempre de cuidadísima edición, ha vivido en estos dos años de covid un repunte de prolífica creación. Para presentar sus últimos trabajos ha regresado a Barcelona por Navidad, como solía hacer antes del coronavirus, y se ha sincerado con este diario recordando cómo se sintió al inicio del primer confinamiento. "Estaba en Sevilla, en un taller, cuando empezó. De un día para otro los aviones dejaron de volar y no podía volver a París. Cerraron los comercios, las calles se vaciaron de repente, la gente se escondió en sus casas… Era como una película de ciencia ficción, sentí pánico, miedo. Fue un momento horrible".

Ilustración de 'Espíritus y criaturas de Japón'.

Benjamin Lacombe

Desde entonces no ha parado. De su arte e imaginación surgió su versión del ‘Bambi’ original, sobre el que se arriesgó a montar una gran exposición en Francia justo antes de un nuevo confinamiento. "Creí que no iría nadie, pero el primer día la cola daba la vuelta a la manzana", recuerda sorprendido. Ahora habla de los más recientes trabajos: uno, ‘Espíritus y criaturas de Japón’ (Edelvives), segundo volumen de cuentos tradicionales nipones que el japonista griego Lafcadio Hearn (1850-1904), casado con la hija de un samurái, reunió y reescribió a principios del siglo XIX. "Era un poco como los hermanos Grimm recuperando relatos populares", dice quien buscó en los relatos de Hearn a los seres fantásticos que había visto en los animes y mangas de Miyazaki, Shigeru Mizuki o Rumiko Takahashi.  

Sébastian Perez (izquierda) y Benjamin Lacombe, este diciembre en Barcelona.

Sébastian Perez (izquierda) y Benjamin Lacombe, este diciembre en Barcelona. / Laura Guerrero

El otro, el álbum infantil ‘La mejor mamá del mundo’ (Lunwerg), su "libro más tierno", admite, con textos de Sébastian Perez, quien le acompaña en Barcelona y con el que ha firmado obras como 'Frida'. Y saca de la bandolera, donde no falta un estuche con pinceles, otros tres títulos que deberían haber llegado por Navidad a librerías de la mano de Edelvives pero que los recientes problemas de abastecimiento de cartón y de distribución han retrasado a enero y primavera: un imposible libro carrusel interactivo con ‘pop ups’ y un juego de cartas marca de la casa de ‘Alicia en el país de las maravillas’, y un álbum sobre Cecilia Málaga, una historia que la pandemia desbloqueó en su mente, asegura. "Habla de identidad y resiliencia y de cómo superamos los cambios. Perdió la vista y, siendo ciega, se convirtió en una funambulista fantástica. Pero se cayó, recuperó la visión y perdió la parte de su identidad artística. Está la idea del trauma, de que las cosas cambian y no podemos controlarlas, de que hay que seguir avanzando pese a lo que tenemos".

Ilustración de 'La mejor mamá del mundo'.

Benjamin Lacombe

Mientras llegan, el lector tiene a mano, cara ya a Reyes, esa reflexión sobre la maternidad universal que es ‘La mejor mamá del mundo’. La mamá tiburón blanco, la pez payaso, la gata (preferida de Sébastian Perez, porque "se ocupa de los hijos a la vez que les da autonomía y cría para que vivan solos"), la madre araña, que Lacombe destaca porque literalmente se sacrifica por sus hijos sirviéndoles de alimento, o el papá pingüino, que ejerce de madre mientras esta va a buscar alimento.

Así hasta casi 20 ejemplos del reino animal documentados por Perez sobre cómo la naturaleza afronta el "vínculo maternal" y que muestran desligándolo del sexo o la biología. "Mostramos que la maternidad tiene mil y una formas de expresarse y vamos más allá de los dogmas: si un niño tiene dos madres, dicen que le falta un padre; si una mujer llega a los 40 sin tener hijos le dicen que tiene un problema y que se le pasa el arroz... Dicen que eso no es natural. Pero sí lo es, lo demostramos en el libro -apunta Lacombe-. En el mundo real y en la naturaleza hay madres que no quieren tener hijos, madres que adoptan, madres que son hombres, madres solteras...". 

Ilustración de 'Espíritus y criaturas de Japón'.

Benjamin Lacombe

En la última estampa, la maternidad humana: unos pies grandes de piel blanca junto a unos pequeños de piel morena. "Tenía claro que ese dibujo no debía limitar la maternidad. Viendo solo los pies no sabemos si la madre es hombre o mujer y sí sabemos que el niño, por su color de piel, es de pareja mixta o adoptado. Enfrente de los pies, sus huellas en la arena, que muestran que todos somos iguales y formamos parte de la Tierra".  

Ilustración de 'La mejor mamá del mundo'.

Benjamin Lacombe

Lamenta el creador que en Francia las parejas homosexuales no puedan acceder a la reproducción asistida. "Y si lo hacen en el extranjero y vuelven a Francia con el niño, solo se le reconoce a uno de los miembros de la pareja. El debate está sobre la mesa. Hay ideas reaccionarias que están volviendo en toda Europa: se empieza a cuestionar el aborto, en Rusia y otros países se penaliza la homosexualidad... A las mujeres, tan importantes para la sociedad porque tienen el poder de la maternidad no se las escucha aún ni se respetan sus derechos en muchos países de Oriente Medio. A menudo se han utilizado los libros de niños para transmitir esa visión patriarcal, como los hermanos Grimm: las mujeres en sus cuentos solo tenían el objetivo de casarse y tener hijos. La que no se casaba era una bruja".  

Hay "dos grandes estrategias" de maternidad, añade. "Unos tienen el máximo de crías y a ver cuántas sobreviven; otros tienen pocas y se ocupan mucho de ellas, como los humanos. Según los estudios de evolución de las especies, las que sobreviven más son las segundas". "Pero hoy ves lo difícil que es tener hijos en una época como la nuestra -reflexiona el artista-. Dicen que en 2050 habrá 10.000 millones de personas en el mundo y que deberíamos aumentar en un 72% nuestra producción de alimentos, lo que es imposible. Eso hace que nos preguntemos qué futuro tendría un hijo, si nos planteáramos tenerlo, en un planeta con tantos problemas". 

Lacombe, fascinado por la relación de los japoneses con "el arte, la delicadeza y la espiritualidad", liga ese incierto futuro a ‘Espíritus y criaturas de Japón’, donde homenajea a artistas japoneses como Utagawa Kuniyoshi, Hokusai, Hasui Kawase o Hiroshi Yoshida. "De esos cuentos debemos aprender que los humanos no estamos en la punta de la pirámide sino que formamos parte de un todo. Todo el mundo está conectado con la naturaleza y debemos tratarla con respeto porque sino un ‘yokai’ (fantasma o demonio de la cultura nipona) puede despertarse -sonríe- y el planeta puede vengarse, como estamos viendo".



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