Propuesta lúdica y cultural para los más pequeños

El arte hipnótico de Benjamin Lacombe

El reconocido ilustrador francés presenta 'Ruiseñor'

Benjamin Lacombe, ayer en Barcelona. Arriba, su autorretrato.

Benjamin Lacombe, ayer en Barcelona. Arriba, su autorretrato.

ANNA ABELLA
BARCELONA

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Con su perro Virgile y con seis brazos. Solo le falta un lápiz en cada mano. Así se autorretrata Benjamin Lacombe (París, 1982) en su espectacular versión de los relatos de Poe, Cuentos macabros. «Es así como me veo. Porque siempre hago muchas cosas a la vez: ilustraciones, escritos, pósters, películas...» ...y  esculturas de sus personajes, exposiciones en Nueva York, París, Roma o Tokio y, ahora, versiones para iPad. Como la de El herbario de las hadas, la bella historia de un botánico colaborador de Rasputín, escrita con Sébastien Perez, que llegará a España a finales de año y que presentará hoy en Món Llibre. Es la estrella invitada y viene con novedad bajo el brazo: Ruiseñor, sobre un tímido niño en un internado de los años 50.

Pese a su juventud, Lacombe, icónico creador francés, es ya un nombre propio de la ilustración. Sus libros infantiles y para adultos -cuidadísimas e imaginativas ediciones que los convierten en pequeñas obras de arte- han vendido más de 100.000 ejemplares en España, donde lo publican Edelvives en castellano y Baula en catalán. Entre sus best-sellers, Genealogía de una bruja y Los amantes mariposa.

JACQUES TATI Y TIM BURTON / «El protagonista de Ruiseñor -explica- es muy importante para Sébastien Perez [el coautor] porque de niño era como él, de tan discreto, se sentía transparente para los demás. Es un libro técnicamente muy distinto al resto porque he usado la acuarela y el lápiz para acentuar esa transparencia. Y está inspirado en Jacques Tati».

El director y actor francés, al que dibuja en el cuento, es para Lacombe un referente, así como Lars von Trier y Tim Burton. «Admiro a artistas que como ellos tiene un universo disciplinar y son capaces de expresar su arte a través del dibujo, la fotografía o el cine». Le resulta difícil definir sus señas de identidad porque considera que cada una de sus obras es distinta y no piensa dejar de evolucionar. «Lo importante es que la esencia del autor esté siempre ahí». Y la suya lo está, compuesta por melancolía, misterio, fragilidad, simbología, elegancia, inteligencia, fantasía... Puede ser también sombrío, oscuro y gótico, pero sobre todo es hipnótico.

«Me interesa hacer cosas complejas y sé que los niños llegarán a ellas. Que algo sea más complejo no implica que los niños no lo vayan a entender -opina-.

En general en la literatura infantil y juvenil hay mucho colorín y mucha Heidi pero a los chicos también les gustan otras cosas».

DISNEY / De ahí que en su reciente visión de la Blancanieves de los hermanos Grimm, sobre la que revolotean cuervos de ojos saltones, el dibujante se concentre en mostrar «la parte más simbólica y lo que se puede leer entre líneas, porque es lo que la hace vigente aún hoy día. El texto del cuento ya lo conoce todo el mundo porque forma parte del bagaje cultural europeo».

¿Y Disney, de quien su estilo no puede estar más alejado? «Ha sido muy criticado pero hizo un trabajo muy bueno, mucho mejor en los inicios -opina-.

Ahora se ha edulcorado demasiado, pero a mi de niño me encantaba». De jovencito quien le cautivó fue Poe. De hecho pensaba ilustrar sus terroríficos relatos como trabajo de final de carrera pero era tal la complejidad que su perfeccionismo le llevó a dedicarle un par de años más. Su proyecto de estudios acabó siendo Cerise Griotte, que se convirtió en su trampolín a la fama tras ser destacado por el New York Times como uno de los 10 mejores libros infantiles del 2007.

Junto con El herbario..., Cuentos macabros, confiesa, es su libro favorito. «Doy mi visión de las mujeres y de la muerte. Pienso a menudo en ella, sobre todo cuando estoy desbordado de trabajo, me digo, al menos antes de morir debo acabar esto. La muerte es lo que hace que la vida tenga valor y sea mucho más bella».