Cine

'Josefina': un minimalista retrato sobre la soledad y la incomunicación

El director Javier Marco firma su ópera prima acompañado en el guion de Belén Sánchez-Arévalo, para contar una historia de soledades en un entorno tan gris como la cárcel

Los protagonistas de la película 'Josefina'

Los protagonistas de la película 'Josefina' / Emilio Naranjo

Beatriz Martínez

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Javier Marco y Belén Sánchez-Arévalo llevaban más de 15 años colaborando juntos y cimentando un estilo propio, primero a través de sus cortometrajes y ahora con su primera película, 'Josefina', que se presentó en la sección Nuevos directores en la pasada edición del Festival de San Sebastián. Querían hablar de la soledad de dos personajes que se encuentran prácticamente desconectados del mundo que les rodea porque viven en su propia burbuja de miserias personales.

Juan (Roberto Álamo) acaba de perder a su madre y prácticamente no se relaciona con nadie. Trabaja como vigilante de seguridad en un centro penitenciario y allí, en uno de los trayectos en autobús conocerá a Berta (Emma Suárez), cuyo hijo, Sergio (Miguel Bernardeau) está recluido. "Queríamos contar la historia de dos supervivientes emocionales", cuenta la guionista Belén Sánchez-Arévalo. "Y hablar de la incomunicación y la falta de vínculos, de cómo estamos aislados dentro de un mundo supuestamente hiperconectado". 

En la película, Juan, en su absoluta torpeza a la hora de relacionarse, se inventará a Josefina, una hija que también se encuentra en la cárcel. A partir de esa chica imaginaria, todos los personajes establecerán una serie de lazos que servirán para unirlos y completarlos de alguna manera. “Nos gusta pensar que, de algún modo, esa mentira se materializa, se convierte en realidad, como si un elemento de fantasía se colara en una realidad gris y le diera algo de sentido”, continúa el director Javier Marco. 

Una historia de silencios

'Josefina' es una historia de silencios. De esas en las que la ausencia de palabras dice mucho más que cualquier línea de diálogo. Los responsables habían ido sintiéndose cada vez más interesados en la máxima depuración en sus anteriores trabajos y en esta primera película lo han llevado a rajatabla para reivindicar un tipo de cine que surge de las miradas, de los roces. “El guion fue evolucionando a lo largo de siete años a medida que en nuestros cortos íbamos practicando el silencio. Y cuando llegamos al rodaje, nos dimos cuenta de que necesitaba todavía más, que muchas frases no eran necesarias. Nos lo pedía la propia película”, dice Belén Sánchez Arévalo. “Nos gustaba no subrayarlo todo, que fuera el espectador el que construyera la historia. Sabíamos que era un riesgo, pero eso hace a la película más especial”.

En 'Josefina' los diferentes puntos de vista resultan fundamentales. Empezamos con el de Juan, con su rutina metódica, hasta que se encuentra con Berta en el autobús. Entonces conoceremos mejor a esa mujer, con un trabajo precario, un hijo en la cárcel y un marido paralizado tras un ictus. Después las perspectivas convergerán al igual que también sus vidas se entrelazan a través de Josefina. A pesar de la tristeza congénita que lleva consigo la narración, Javier Marco y Belén Sánchez-Arévalo apuestan por la caricia, por esa necesidad de abrazar y ser abrazado. Algo que después de la pandemia y el confinamiento, alcanza una dimensión todavía más necesaria. 

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