LO QUE NO SABÍAS DE...
Las anécdotas de la comedia flamenca 'Sevillanas en Brooklyn'
Tanto Carolina Yuste como Andrea Haro tenían conocimientos de sevillanas; los actores jóvenes, tuvieron que aprender
La escena de la piscina, que incluía más de 30 planos, se filmó en un solo día
Durante el rodaje hacía tanto calor que algunos miembros del equipo se desmayaron
Eduardo de Vicente
Periodista
La comedia es uno de los géneros con más éxito en nuestro país y uno de sus últimos representantes es el valenciano Vicente Villanueva (Nacida para ganar, Toc toc), que acaba de estrenar su nuevo trabajo, Sevillanas de Brooklyn. Está protagonizado por la omnipresente Carolina Yuste (El cover, Chavalas) junto a otros jóvenes como Sergio Momo (Élite), Andrea Haro (vista en la serie Air) y Neizan Fernández, así como el cómico Canco Rodríguez. La parte veterana está encabezada por Estefanía de los Santos (Grupo 7), Manolo Solo (Tarde para la ira) y Maria Alfonsa Rosso (La novia).
La acción transcurre en Sevilla, donde una familia humilde con problemas económicos decide fingir que vive en una casa lujosa para acoger a un estudiante norteamericano que, a cambio, les pagará un buen alquiler por la habitación. Pero nada resultará como esperan porque el chico se dará cuenta rápidamente del engaño. La hija del clan, que enseña sevillanas a los niños y sabe inglés descubre que se está burlando de ellos, pero se ve obligada a compartir techo con él. El guion está repleto de giros y de situaciones divertidas que consiguen que esta desastrosa familia acabe enamorándote y les desees lo mejor. Un filme con toda la pinta de triunfar en la taquilla a poco que funcione el boca-oreja. Su director, Vicente Villanueva, nos cuenta sus anécdotas.
-Desconfinados. “Rodamos la película en tan solo cuatro semanas y pudimos hacerlo así porque habíamos hecho mucho trabajo previo a la pandemia. Ya teníamos claras la mayoría de las localizaciones y pudimos arrancar en julio, recién salidos del confinamiento”.
-Bailando sevillanas. “Carolina Yuste sabía bailar sevillanas, pero solo lo básico, la primera y la segunda copla o así, pero todos los actores estudiaron mogollón. Sergio Momo (Ariel) también tenía conocimientos de las mismas, y Andrea ya las dominaba, pero Neizan Fernández (Wisconsin), no tenía ni idea, pero aprendió y se defiende bien. Tenían una profesora para el número final, en el que rodamos las cuatro partes en que se dividen, pero no se pudieron montar todas para dar más ritmo”.
-Una canción original. “Las palabras y la canción que enseña Carolina a sus alumnos para aprender a bailar en la escena inicial no son reales, fueron una composición creada expresamente para la película por el músico del filme, Riki Rivera”.
-Sí a los peques. “Los niños se portaron genial, no sé por qué te advierten de que no trabajes con niños ni con animales. El caso es que acabo de rodar otra con ellos y ha sido genial. Son muy graciosos, educados, no tienen vergüenza y, para mí, ha sido todo un descubrimiento ver cómo las nuevas generaciones están creciendo tan bien. La pareja de peques que baila una sevillana la tenía muy ensayada y no hubo que repetir nada, pero a la chavalilla le dolían los pies debido a los tacones y, luego, supimos que los tenía destrozados, pero ni siquiera se había quejado”.
-Decorado atemporal. “La decoración de la casa de la familia fue ideada por Lala Obrero, la directora de arte. No era un piso sino un chalet que se adecuó como si lo fuera porque nos permitía tener un acceso más fácil, iluminar mejor. sin incomodidades, pero está muy bien conseguido, te lo crees. También quería que tuviera un look atemporal, no un presente de ahora sino reciente, rollo años 90. Siempre busco esa atemporalidad de un presente más ambiguo para que la película se mantenga fresca en el tiempo. La puedes ver hoy, hace 20 años o más. Sin llegar a lo kitsch ni a reírnos de los personajes, intentábamos que siempre quedaran muy dignos, defenderlos a capa y espada”.
-Un salón muy lejano. “Una de las cosas que más me fascina del cine es la cantidad de trampas que se pueden hacer. Por ejemplo, las casas de los ricos tampoco eran pisos sino el interior de una hacienda en mitad del monte. La escalera era de un palacete y el salón, de esta hacienda en el campo a 30 kilómetros”.
-Hace calor. “Cumplíamos las normas sanitarias a rajatabla, pero hacía tanto calor que diversos miembros del equipo se iban desvaneciendo de vez en cuando: la script, la ayudante de vestuario... Tuvimos que poner metacrilato en las ventanas para aislar el sonido del exterior y aquello era un horno. Fue un rodaje muy feliz pero algo complicadillo”.
-El cuento escondido tras el baile. “La historia sobre la estructura de las sevillanas que explica Carolina al chico es totalmente cierta. Los guionistas son sevillanos y controlan todo ese universo que forma parte de esta tradición. Esa historia las dota de significado y quita los prejuicios previos que se puedan tener. La película reivindica una forma determinada de vivir y una cultura representada por esa familia a la que solo puedes quererla. Quieres imaginar que existe, como en las películas de Frank Capra, donde todo está idealizado, pero funciona y la disfrutas”.
-La moto problemática. “Durante la persecución, la moto se estropeó y tuvimos que trucar algunos planos porque no funcionaba. Teníamos dos motos iguales, una que corría más para el especialista y otra más lenta para el actor. Pero esta última fue la que falló. Incluso, si te fijas, en un plano el actor la empuja porque no había manera, pero al final la sacamos adelante”.
-Acentos. “A Carolina no le costó fingir el acento andaluz porque ella es extremeña y su acento se parece mucho al sevillano, fue muy sutil. Respecto a su inglés, es de estudiante de Filología. Lo más curioso respecto a los idiomas y los actores es que Sergio es madrileño, pero te crees que es norteamericano y, aunque creas que Wisconsin, también lo es, en realidad es inglés”.
-La caída más costosa. “La secuencia donde uno de los personajes cae en la piscina estaba planificada como si fuera una película de Brian de Palma, con treinta y tantos planos, dobles unidades, un buzo bajo el agua y otra cámara arriba y había que rodarlo así, no podíamos permitirnos un retraso. Fue una locura pero pudimos hacerlos todos en un solo día”.
-Lágrimas auténticas. “En la escena del tanatorio, los actores estaban tan metidos que lloraban un montón, y eso que la repetíamos y repetíamos una y otra vez, pero Manolo Solo, Carolina y Estefanía lloraban de verdad".
-Avispas desatadas. “El principal inconveniente de la escena de la fiesta de las familias fue que se rodó en varios días y había muchas avispas, lo que provocó un poco de psicosis y eran incontrolables. Era una dificultad adicional porque eran días en los que se juntaba mucha figuración en plena pandemia, todos debían hacerse la PCR y, cada vez que cortábamos, volver a ponerse la mascarilla”.
-Figurantes estudiantes. “Para la fiesta final, la figuración había recibido clases de sevillanas, como si fueran estudiantes de otros países. Lo que más me gustó fue el trabajo que se hizo con la steadycam, que giraba al tiempo que ellos. Fue muy bonito rodarlo como un musical y no como las sevillanas típicas para darle más empaque visual”.
-Grandes voces. “La participación en la banda sonora de grandes cantantes como Gerónimo Rauch, Vanesa Martín y Miguel Poveda fue gracias a Riky Rivera, el músico, y Nacho La Casa, el productor. Ellos tenían sus ideas, hablaban con ellos, me lo iban contando y yo me ponía muy contento. Fue muy fácil y dijeron que sí antes incluso de que se compusieran las canciones. La única que ya estaba escrita era la sevillana final. Todo lo demás fue surgiendo durante la posproducción”.
-¿Continuará? "Sería divertido que la película se convirtiera en una saga familiar en la que los protagonistas fueran a Hollywood o a Egipto, porque los personajes están tan bien dibujados que los puedes meter en cualquier contexto dramático y funcionarían. Están muy bien construidos, creo que caen bien y te resultan simpáticos. Otras familias cinematográficas te generan rechazo pero esta te apetece verla y recomendar la película. Lo pasan tan mal que te compadeces. No se ha planteado ni está sobre la mesa que haya una continuación pero, claro, si se planteara estaría encantado de volver a dirigirlos porque hubo muy buen rollo y sería un placer seguir dándoles vida”.
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