Ante el repunte pandémico

Los festivales confían en el estudio de Salut para refutar las críticas

El Cruïlla, el Vida Festival y Canet Rock son “los primeros interesados” en conocer las conclusiones del departamento sobre la transmisión vírica en los conciertos

La muestra de Canet demanda a la empresa tecnológica que gestionó la ‘app’ de los tests de antígenos, cuyo fallo provocó que se formaran largas colas

Cola de gente esperando para hacerse el test de antígenos en el polideportivo de Canet de Mar

Cola de gente esperando para hacerse el test de antígenos en el polideportivo de Canet de Mar / Gemma Aleman / ACN

Jordi Bianciotto

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La quinta ola pandémica ha desviado miradas a los festivales multitudinarios celebrados en las últimas semanas (Vida, Canet Rock y Cruïlla) y, ante el runrún inculpatorio, estos responden apuntando al estudio en curso por parte de Salut, que debe hacerse público a finales de mes con sus conclusiones sobre si la tasa de contagios registrada en sus recintos representó, o no, un “acontecimiento de supertransmisión”. Mientras llega, Canet ha puesto en marcha una demanda a la empresa tecnológica que gestionó la ‘app’ de los tests de antígenos, cuya incidencia comportó que se formaran colas de hasta tres horas.

La aplicación, la misma con la que contó el Vida (y que dio allí problemas en su primera jornada), no pudo ponerse en funcionamiento aquel sábado 3 de julio por la acumulación de público, y a ese problema se sumó otro: la empresa, Aina Group, no faciltó, según el festival, el volumen de personal sanitario contratado, hasta un 25% menos. El dispositivo tuvo un coste de 200.000 euros, informa Gemma Recoder, directora de la muestra, de los que Canet Rock adelantó la mitad. Ahora, a través de un burofax, ha reclamado a la empresa el retorno de esa cantidad adelantada y le ha informado de la demanda, considerando que “el servicio contratado no se hizo efectivo”.

Problema o solución

Pero a las quejas por el fallo de la aplicación se han sumado los comentarios que responsabilizan a los festivales de los repuntes víricos de estos días. “Se nos acusa de ser parte del problema, cuando nosotros hicimos las cosas como nos dijeron que debíamos hacerlas, y podemos asegurar que nadie con un positivo en el test de antígenos entró en el festival”, afirma Gemma Recoder, que recuerda que esa prueba no detecta a quien tiene el virus, sino a quien lo tiene con una carga lo suficientemente alta para contagiar. “Tú puedes haberte contagiado por Sant Joan, dar negativo en Canet Rock y días después comenzar a sentirte mal”. Y el virus tarda en manifestarse entre cinco y catorce días. “No nos pueden acusar de positivos registrados al día siguiente”.

En Canet, como en el Vida y en Cruïlla, se remiten al estudio de Salut, y aseguran ser “los primeros interesados en conocer los resultados para demostrar que los festivales no son responsables del aumento de contagios”, remarca Recoder, que expresa su deseo de que se permita comercializar tests en farmacias. Destaca que Canet Rock “aisló” a 152 positivos, “personas que eran fuente de contagios sin saberlo”.

Trazabilidad reveladora

Al estudio de Salut se refirió Jordi Herreruela, director del Cruïlla, en la rueda de prensa de balance del sábado, cuando reveló que inicialmente no estaba previsto seguir el rastro de los asistentes (el propósito primero era otro, probar la capacidad de testear a 25.000 personas en seis horas, así como “la variabilidad de los tests en las mismas personas a lo largo de tres días”), pero la quinta ola hizo conveniente ampliar el encuadre con el rastreo de los datos epidemiológicos. Herreruela se manifestó “contento” con esa apuesta por la trazabilidad.

Los tres festivales apelan a ese estudio para disponerse a replicar, cuando llegue el momento, a quienes les señalan con el dedo, si es que efectivamente se demuestra que dentro de sus recintos hubo menos transmisión vírica que fuera. Desean también replicar otras acusaciones, como la relativa a la modalidad del test de antígenos adoptada y al grosor, acaso inadecuado, de los bastoncillos. El test aplicado no fue el nasofaríngeo (que explora la fosa nasal hasta tocar la pared de la faringe) sino el nasal, menos invasivo e igual de común, cuyos bastoncillos pueden variar de grosor. “Nosotros compramos unos con el palito más grueso y otros más finos para los niños”, explica Gemma Recoder. “Los tres festivales hemos utilizado el mismo tipo de test, validado por la Fundació Trias i Pujol, y con una fiabilidad del 98%”.