Crítica
Lina y Raül Refree, una oración para reabrir el Auditori
La cantante portuguesa y el músico barcelonés reconstruyeron los fados de Amália Rodrigues desde ángulos inéditos y crearon un clima de penetrante liturgia en el retomado el ciclo Sit Back
Jordi Bianciotto
Periodista
De todas las iniciativas encaminadas, desde hace ya largos años, a releer el fado con un encuadre renovado, la de Lina y Raül Refree es una de las más radicales, sin que su apuesta por una estética de extremos desvirtúe el género. La cantante de Bragança y el músico barcelonés capturan el alma fadista a su disruptiva manera, pero rindiendo honores a su mística y sus rigores, creando una música penetrante y de aura expansiva, como pudimos constatar este viernes en el Auditori.
Sesión bienaventurada en la sala 2, noche de reapertura y reanudación, con carácter presencial, del ciclo de músicas modernas Sit Back. El régimen de represión al que estaba sometido el público, ese envasado distante y clínico, hizo aún un poco más sobrecogedora la experiencia desde el momento en que ella se plantó con su túnica negra mirando al infinito, vislumbrando los abismos de ‘Medo’ sobre la alfombra de armonías opacas tendida por Refree desde el teclado. Puesta en escena de claroscuros y el fado, caminando hacia el futuro, sin guitarra portuguesa ni instrumento tradicional alguno, pero valiéndose de una voz salida de las entrañas del género, con trazo de bisturí y melismas pulcros y con un punto de desgarro.
Esperando el ‘Barco negro’
El diálogo entre Lina y Refree fue un estimulante tira y afloja: mucho poder vocal, exigiendo tratamientos cambiantes y atentos, combinando las progresiones emotivas de sintetizador analógico y la desnudez del piano (y la pulsación de las cuerdas del arpa); las notas largas y expresionistas, y el timbre grave del ‘drone’. Buena parte de este repertorio asociado a Amália Rodrigues (en su centenario) presentaba una tendencia natural a la oscuridad que el dúo redobló, como en el terror latente en ‘Os teus olhos são dois cirios’ y en el perfume mortuorio de ‘Barco negro’.
Canciones procedentes del álbum que ambos lanzaron a principios de año, y de sencillos digitales, que se sucedieron con magnética liturgia. Culminando, literalmente, con una oración, ‘Ave Maria fadista’, que Lina sublimó sobre notaciones musicales mínimas y deslizando una súplica que hoy puede leerse de un modo distinto a cuando la grabaron: “Ningún fadista tiene suerte / Reza por nosotros, Virgen Madre”.
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