FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA

Billy el Niño, el torturador franquista que imitaba a Bruce Lee

El director Max Lemcke presenta en Sevilla 'Billy', un documental sobre el cruel policía que cuestiona el relato oficial de que la Transición fue "modélica"

Antonio Fernández Pacheco, Billy el Niño, en 1981

Antonio Fernández Pacheco, Billy el Niño, en 1981 / periodico

Nando Salvà

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Sus métodos eran variados. Uno de ellos consistía en colgar al detenido de una barra y luego golpearle las plantas de los pies y las nalgas; otro, conocido como el Quirófano, en tumbarlo en una mesa y golpearle el pecho hasta ahogarlo; otro, el Pato, en hacerle andar de rodillas durante horas con las manos esposadas bajo ellas. Solía acompañar sus golpes y patadas de grititos, imitando a Bruce Lee. A <strong>Antonio González Pacheco</strong> se lo apodaba <strong>Billy el Niño</strong> por su crueldad, y por la velocidad con la que sacaba la pistola. Él no era el único torturador del tardofranquismo pero, a diferencia de los demás, él disfrutaba siéndolo.

Durante los interrogatorios su objetivo no era tanto conseguir información como “demostrarte que tú para él no eras nadie, solo un objeto completamente desechable”. Así se relata en ‘Billy’, documental presentado este miércoles en el Festival de Sevilla que se sirve de testimonios de antiguos integrantes de organizaciones como el FRAP, el GRAPO, la LCR y otros grupos antifranquistas -figuras como Chato Galante, la abogada Lidia Falcón y Francisco Rodríguez Veloso- e intervenciones de periodistas, politólogos y sociólogos para, asegura el director Max Lemcke (en la foto), “cuestionar ese relato oficial según el que la Transición fue modélica”.

Miembro de la Brigada Político-Social desde 1968, González Pacheco tenía como prioridad el control de los movimientos estudiantiles, entre los que se hizo famoso por lo mucho que le gustaba exhibirse y ser temido. A sus sospechosos los encerraba en los sótanos de la Dirección General de Seguridad, en estancias insonorizadas pegadas a los calabozos. Algunos se resistían a confesar, otros lograban soportar el dolor y acababan diciendo lo que la policía quería oír para que los golpes cesaran.

Guerra sucia

Como recuerda ‘Billy’, González Pacheco tuvo un papel instrumental en la creación de la primera guerra sucia en España. Se cree que instigó la explosión de la cafetería Rolando, en el que murieron 13 personas y cuya autoría se atribuyó a ETA, y que ya terminada la dictadura estuvo tanto detrás del atentado de la calle de Atocha en 1977 como, añade Lemcke, “de cientos de asesinatos producidos por las fuerzas del orden y bandas fascistas”. Tras la llegada de la democracia no solo no fue juzgado sino que se le concedieron medallas.

Como recuerda el director, “vivió con una impunidad total, asistiendo a las fiestas de la policía, y recibiendo información privilegiada para la empresa de seguridad privada que había montado”. Cuando grabaron el documental sus víctimas no podían imaginar que poco después -el 7 de mayo-, a causa del coronavirus, acabaría muriendo sin rendir cuentas por lo que hizo y con sus condecoraciones colgadas. Por su parte, Lemcke confiesa que nunca confió en verle pagar por sus crímenes. “Estuvo muy ligado a las cloacas del Estado y colaboró con distintos gobiernos. Tenía mucha información, y por eso todos le temían”.

Para ilustrar los testimonios de las víctimas, ‘Billy’ incorpora fragmentos de películas como ‘7 días de enero’ (1979) y 'El hombre que mató a Billy el Niño' (1967). También imágenes de archivo de revueltas callejeras, y de personas con el rostro airado y el brazo derecho en alto que cantan el ‘Cara al sol’; datan de los años 80, pero podrían haberse grabado el pasado 20 de noviembre. Después de todo “el franquismo sigue vivo, porque aceptó la democracia a cambio de conservar sus privilegios”, opina Lemcke. “La Ley de Amnistía de 1977 fue pactada, redactada y aprobada para exonerar a los torturadores y los políticos del régimen”, afirma alguien en ‘Billy’, que también incluye una declaración al respecto de Alfonso Guerra: “Se hizo lo que necesitaba el país”. Amnistía a cambio de amnesia.

Desde entonces, “ningún Gobierno ha sido suficientemente valiente como para dejar de proteger a esa basura”, lamenta en la película Pablo Iglesias. Para reparar ese daño, el Gobierno que colidera aprobó el anteproyecto de la Ley de Memoria Democrática hace un par de meses. “Yo soy algo pesimista al respecto”, confiesa Lemcke. “Deberíamos asegurarnos de que la ley no acabará abandonadas de las partidas presupuestarias si llega otro partido al poder, de que la lucha pusiera de acuerdo”. En cambio, lamenta, el país está viviendo un proceso de normalización de la ultraderecha y el franquismo. “Es terrible, pero hay españoles que piensan que está bien que siga habiendo gente enterrada en cunetas”.

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