ESTRENOS DE CINE

Pedro Costa: "Hay una grave escasez de cineastas decentes"

El prestigioso director portugués, uno de los más singulares retratistas de los desposeídos, estrena 'Vitalina Varela', intensa historia de amor y soledad

El director portugués Pedro Costa, fotografiado en Madrid el pasado día 15

El director portugués Pedro Costa, fotografiado en Madrid el pasado día 15 / periodico

Nando Salvà

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Desde que en ‘Ossos’ (1997) empezó a trabajar con las comunidades marginales del barrio de Fontainhas, en Lisboa, Pedro Costa se ha confirmado como uno de los más singulares retratistas de los desposeídos. Su cine, en todo caso, no se ajusta exactamente a los parámetros del realismo social; sus películas son colecciones de cuadros meditativos de una belleza a menudo fabulosa, basados en un tratamiento intrépido de la luz -o la falta de ella- y la composición. La más reciente de ellas, ‘Vitalina Varela’, contempla a una mujer de Cabo Verde que llega a Portugal para reunirse con su marido, que emigró décadas atrás, solo para descubrir que el hombre acaba de morir.

¿Cómo encontró a Vitalina, la protagonista de su película?

Sucedió hace años en el barrio de Fointainhas, mientras yo buscaba localizaciones para mi anterior película, ‘Caballo dinero’ (2014). Llamé a la puerta de una casa que creía vacía y en su interior estaba ella, asustada, y desolada por no haber llegado a Portugal a tiempo para despedirse de su marido. Decidí contar su historia, y ofrecerle así la posibilidad de vivir un proceso de luto a través de la película. Para ella, protagonizarla fue como celebrar un ritual de duelo, y creo que de algún modo le resultó terapéutico.

A nivel estético, ‘Vitalina Varela’ quizá sea su película más oscura. ¿Por qué?

Porque lo que retrata, ese momento particular en la vida de esta mujer, también es oscuro. Pero también porque en la oscuridad suceden muchas más cosas. Cuando no hay luz a nuestro alrededor, los sonidos que oímos son más febriles y amenazantes, y la atmósfera que nos envuelve nos predispone a la rabia y el delirio. En términos dramáticos, es una situación muy fecunda.

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Vitalina Varela'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Vitalina Varela'. / periodico

Rodó ‘Vitalina Varela’ sin un guion propiamente dicho, y lo mismo puede decirse de buena parte de sus películas previas. ¿Qué retos entraña ese método?

Esencialmente, resulta aterrador, porque durante el rodaje nunca sé si voy a ser capaz de llevar la película a puerto, si podré acabarla. Mientras filmamos estamos a merced del mundo que nos rodea, de sus circunstancias y sus humores. Y eso, como toda mi forma de trabajar en general, tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

¿Cuáles son las ventajas?

Hace años decidí rechazar los modos típicos de hacer películas. Y puedo decir que gracias a ello, al menos desde que rodé ‘En el cuerto de Vanda’ (2000), no me he tenido que enfrentar a obstáculos consustanciales a la profesión, como la brutalidad, la hipocresía y el cinismo. Solo me tengo preocupar por la gente cuyas historias quiero contar. No puedo darles mucho dinero a cambio de contarlas, ni proporcionarles un futuro, pero al menos puedo intentar dar voz a su verdad, que aquellos a quienes la sociedad ha marginado y abandonado sean finalmente escuchados. El cine tiene la capacidad de dignificar, y de corregir el relato oficial para contar las historias de las mujeres, y las de los inmigrantes, que han sido omitidas a lo largo del tiempo. Pero para contarlas hacen falta cineastas decentes, y de esos hay una grave escasez. 

¿Y cuáles son los inconvenientes?

Que el cine actual está en manos de los agentes de ventas, que literalmente son quienes se encargan de vender a los directores. El cineasta se ha convertido en una mercancía, y por tanto sus necesidades no cuentan. Ningún productor puede darme el tiempo que yo requiero para hacer una película. Y, incluso en el caso de que pudiera pagar buenos salarios, apenas podría encontrar técnicos o actores profesionales que quisieran trabajar conmigo.

¿Por qué?

Casi nadie está dispuesto a pasar un año entero haciendo una sola película, a menos que hacerlo conlleve grandes despliegues, y riesgos, y aventuras. El proceso de rodar sigue estando envuelto de esa estúpida mística, generando esa fascinación, y afortunadamente, yo soy inmune a todo eso desde hace mucho tiempo. Pero casi nadie presta atención a lo que sin duda es lo más difícil de hacer cine: colocar una imagen detrás de otra. Eso explica que la mayoría de películas carezcan por completo de calidad.

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