EL LIBRO DE LA SEMANA

La conciencia remordiendo

El argentino Martín Kohan continúa en 'Confesión' el bosquejo de una literatura cuasi histórica con tintes ideológicos

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Ricardo Baixeras

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Tanto en sus ensayos, entre los que cabe destacar 'Zona urbana. Ensayo de lectura sobre Walter Benjamin', como en sus ficciones, las notables 'Ciencias morales', 'Bahía Blanca' y 'Cuentas pendientes', Martín Kohan (Buenos Aires, 1967) ha logrado delimitar un espacio de pensamiento y un soporte narrativo para decir el rumor callado de la culpa y de la expiación individual y colectiva durante el cruento siglo XX. El derrumbe moral, el dolor físico, el perdón, lo siniestro que habita en la soledad, "la conciencia remordiendo" y la memoria personal y colectiva han sido los andamiajes de una obra dotada de una precisión quirúrgica más que meritoria.

Según el Michel Foucault de 'Historia de la sexualidad' la confesión es "palabra obligada, requerida, que por una coerción imperiosa hace saltar los sellos de la discreción y del olvido" y es un acto en el que "la instancia de dominación no está del lado del que habla (pues es él el coercionado) sino del que escucha y se calla; no del lado del que sabe y formula una respuesta, sino del que interroga y no pasa por saber". En esta 'Confesión' que Kohan entrega ahora aparece esa voluntad explícita de mostrar el cuerpo dócil de quien entrega un saber íntimo al otro, depositario primero y último de la palabra que es escuchada.

Poderoso estremecimiento

En la primera parte de esta novela es la niña de 12 años Mirta López quien traspasa su privacidad en el confesionario de la iglesia de San Patricio al padre Suñé, una intimidad que es “a veces un estremecimiento poderoso, una especie de remolino, pero caliente, en el estómago, en toda la panza, algo así como una fiebre y una transpiración, un alboroto y un aturdimiento repentinos" por la sola visión vecinal y beata del que se convertirá, con el correr de los años, en el temible teniente Jorge Rafael Videla, figura capital del terrorismo de Estado argentino. En la segunda, se cuentan los entresijos de la frustrada 'Operación Gaviota' que pretendía acabar con la vida de aquel niño convertido ya en un feroz dictador cuando alzaba el vuelo en un Fokker F-28 el 18 de febrero de 1977 en el Aeroparque Jorge Newbery rumbo a Bahía Blanca. En la tercera, la narración vuelve sobre la niña de la primera sección, pero ya anciana y ante el nieto al que confiesa otro saber secreto del que forma parte su hijo y padre del narrador.

Con una dicción directa, sencilla y por momentos saludablemente repetitiva como si se tratara de una oración judía, Kohan continúa el bosquejo de una literatura cuasi histórica, con tintes ideológicos y que pretende normalizar, si ello fuera posible, acontecimientos verídicos de primera magnitud, terremotos colectivos que atraviesan la espina dorsal de las sociedades contemporáneas. Y lo hace sin atisbo alguno de violencia léxica, tal vez queriendo decir que su escritura no es ni muy blanda ni muy espesa como había dejado escrito en su novela 'Los cautivos'.