DISCOS DE LA SEMANA

Benjamin Biolay acelera en 'Grand prix'

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Jordi Bianciotto, Juan Manuel Freire, Roger Roca, Ignasi Fortuny

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Hace ya veinte años que Benjamin Biolay se coló, de un día para otro, en la primera división de la música francesa tras firmar, junto a la también debutante Keren Ann, aquella delicia llamada ‘Jardin d’hiver’, que reanimó la carrera del octogenario Henri Salvador. Ignorábamos entonces que Biolay no estaba llamado a ser únicamente un excelente compositor, agasajado por voces como Juliette Gréco, Françoise Hardy o Vanessa Paradis, sino que había en él madera de cantante y de creador de obras carnosas y refinadas, como la que ha publicado este viernes, ‘Grand prix’.

En los últimos tiempos hemos disfrutado de un Biolay con vistas a Buenos Aires (‘Palermo Hollywood’, 2016, y ‘Volver’, 2017) y acercándose a repertorios ajenos: ‘Trenet’ (2015), homenaje al ‘chansonnier’ de Narbona, y los estándares de ayer y hoy de ‘Songbook’ (2018). Mundo de canciones cambiante que él tiende a conducir hacia una modernidad neoclásica, heredera de una tradición y desplazada hacia la sensibilidad pop. Aspecto este último reforzado en ‘Grand prix’, donde el consumado melodista que es Biolay convive con suma desenvoltura con las tramas rítmicas disco-funk y con perfiles más severos, de ‘crooner’ rockero, sin perder nunca su natural distinción.

Vidas de riesgo

A través de la referencia a la Fórmula 1, rinde Biolay homenaje a los caídos en los circuitos, como Ayrton Senna (fallecido en 1994, a los 34 años) y Jules Bianchi (2015, 26 años), a la vez que traza un paralelismo entre la profesión de piloto de alto riesgo y la vida de artista. Como diciéndonos que se juega la vida en cada verso, entra en escena, susurrante y melancólico, sobre una base lista para la pista de baile, como el Gainsbourg tardío, en ‘Commentestta peine?’, y se abre acto seguido a los garabatos de sintetizador (‘Visage pâle’) y a la guitarra eléctrica garajera que marca el camino a un estribillo majestuoso (‘Ideógrammes’). 

No hay pasajes de circunstancias en ‘Grand prix’, y llegan a amontonarse las canciones que te hacen girar la vista al reproductor para fijarte en el título: la trepidante ‘Comme una voiture volée’, con sus metáforas al límite (“eres tan bella como un coche robado”); la titular ‘Grand prix’, envolvente y ‘sexy’, o ese ‘Papillon noir’ de guitarras en bucle, inspiradas por los New Order de ‘Regret’. Un Biolay pop, sí, si bien en ‘La roue tourne’ nos entrega una balada al piano de alta graduación.

De ahí a la postal dorada de ‘Souviens-toi l’étédernier’, reencuentro con Keren Ann en lo más alto, y al suave fundido, a ritmo de bossa nova y envuelto en ‘saudade’, de ‘Interlagos’, pieza titulada en honor al circuito brasileño en el que Senna vivió en 1991 uno de sus triunfos más épicos. Última curva cerrada de un álbum en el que Biolay apunta a la tragedia y a la eternidad desde su alta torre de la canción. Por Jordi Bianciotto.

OTROS DISCOS DE LA SEMANA

El más carismático del trío canario Locoplaya lanza su tercer álbum en solitario, un trabajo en el que sigue reluciendo su estilo basado en el malabarismo en los versos. De situaciones sencillas, sentimientos cotidianos, Bejo hace episodios originales tirando del ingenio con el que riega sus rimas pintorescas que le hacen ser un personaje singular. Quince canciones en las que juega sin reglas sobre una rica variedad estilística y en las que alterna reflexiones y fiesta colorida.  Ignasi Fortuny

En su espléndido segundo disco, esta joven estrella del emo-folk e indie rock suena, en general, aún más recogida que en su debut del 2017, pero esa calma es engañosa. Escuchado de cerca, 'Punisher' revela su granintensidad contenida, la oscura sutileza de arreglos medio psicodélicos y un arsenal lírico marcado por todas las incertidumbres del mundo. El estribillo de 'Kyoto' merece la radio y poder ser coreado en festivales como los de antaño, sin distancias ni mascarillas. Juan Manuel Freire

Tras la reunión de Surfin’ Bichos y el desnudo en solitario, Fernando Alfaro acude al tercer pilar de su vida: Chucho, el vivificante trío capaz de hacerte creer que el rock se inventó anteayer. A través de la historia de ‘Pere y María’ (título del libro paralelo) nos habla de auge y caída de la relación amorosa, casando estribillos euforizantes con reverberaciones psychobilly y guitarras que se retuercen de dolor. Cancionero magullado, con poder de recorrer todo el catálogo de emociones. J. B.

La historia del séptimo disco de la cantautora Norah Jones es atípica. 'Pick me up off the floor' lo forman una docena de canciones grabadas en varias sesiones a lo largo de dos años que habían quedado en un cajón. Pero esto no parece, para nada, una colección de descartes. Acústico, recogido y un punto oscuro, con el piano en el centro y su habitual paleta de colores -country, soul, jazz, folk-, quizás no encierra 'hits' del tamaño de 'Don’t Know Why'. Pero es una prueba, otra más, de que Norah Jones reconforta como nadie. Roger Roca