Plató en el Raval

Ruta de cine lumpen

Numerosos documentos audiovisuales han contribuido a perpetuar la leyenda negra del Barrio Chino, que bascula entre el estigma y la fascinación

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Beatriz Martínez

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«El Chino es un barrio popular de Barcelona que nace y muere con el siglo». Así comenzaba la película de José Luis Guerín 'En construcción', en la que el proceso de edificación de un inmueble en ese espacio emblemático de la ciudad servía para hablar de cómo los cambios urbanísticos y estructurales acababan afectando inevitablemente a las personas que habitaban esos lugares, quedando su identidad poco a poco sepultada. Es la obra con la que culmina la charla 'Imagen y relato. Los bajos fondos de la ciudad de Barcelona', que impartió on line la arquitecta y doctora en Historia Celia Marín Vega dentro del ciclo 'Diàlegs del Park Güell' que organiza el Museu d’Història de Barcelona.

A través de este acercamiento divulgativo nos adentramos en los orígenes del término, acuñado por el periodista y escritor Francisco Madrid en 1925 en la revista 'El escándalo', y en un universo que ha quedado incrustado en el imaginario colectivo a través de documentos tanto visuales como escritos que han contribuido a perpetuar esa leyenda negra que bascula entre el estigma y la fascinación, entre la degradación moral y la libertad en medio de un panorama represivo que atrajo a intelectuales y vividores.

Lo verdaderamente salvaje

«Por una parte, el Gobierno de la época señalaba que el Barrio Chino era el cáncer de Barcelona, y que había que extirparlo, pero por otro se vendían rutas turistas por los prostíbulos y bares para fomentar la vida nocturna en esa cara oculta de la ciudad», cuenta Marín Vega. «Mientras por la mañana se hacía la Exposición Universal, la noche era del Paralelo, del Carrer del Cid, que era lo verdaderamente salvaje».

La primera parada por esta ruta canalla es 'La bandera' (1935), del francés Julien Duvivier, basada en la novela de Pierre Mac Orlan, uno de los encargados de radiografiar los bajos fondos de la época. Junto a Jean Gabin paseamos por el llamado distrito V, por callejuelas estrecha y bares como La Criolla donde mujeres desnudas y transexuales bailaban flamenco. Seguimos con 'Barrios bajos' (1937), de Pedro Puche, producida por el Sindicato de la Industria del Espectáculo y por tanto de ideología anarquista, con una fuerte carga de crítica social contra el capitalismo y la sociedad burguesa de la época, que aparece descrita como símbolo de la degeneración y la hipocresía moral.

El periodista y escritor Francisco Madrid acuñó en 1925 el término en la revista ‘El escándalo’

En todas se repite el mismo esquema: un hombre que ha infringido la ley se refugia en esa zona franca donde reina la justicia callejera en medio de un efervescente ambiente entre popular y patibulario. Así ocurre también en 'La calle sin sol' (1948), de Rafael Gil, cuyo título hace referencia a la ausencia de luz en esas aceras estrechas en las que encontrar un rayo suponía casi una bendición purificadora.

Más tarde, José Antonio de la Loma ocuparía el trono de cronista oficial de la marginalidad barcelonesa. Primero Julio Salvador adaptó una de sus novelas en 'Sin la sonrisa de Dios' (1955), en la que se ponía de manifiesto la dicotomía entre la Barcelona de la luz y de las sombras, la ciudad del progreso y la de los barrios feos. Ya en los años 70, De la Loma se encargaría de inaugurar el cine quinqui con 'Perros callejeros', que nos adentra en la contracultura de finales del franquismo a través de la delincuencia juvenil.

Celia Marín piensa que, pese a los sucesivos lavados de cara, la iconografía del Chino sigue estando presente en nuestros días. Así lo demuestran series como 'Hache', de Netflix, que trata sobre la entrada de heroína durante los 60 o la recuperación de personajes míticos como Enriqueta Martí, 'La vampira del Raval', que será interpretada por Nora Navas en una película que recreará la Barcelona de principios de siglo.

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