CRÍTICA DE CINE

'Blue story': shakespeariana pelea de gallos

El primer filme dirigido por el rapero el rapero Andrew Onwubolu, alias Rapman, tiene una narración algo tosca pero derrocha inmediatez y energía

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Nando Salvà

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La feroz cultura pandillera del sur de Londres es el asunto central de este explosivo drama callejero, primera película que dirige el rapero Andrew Onwubolu -alias Rapman- tras convertirse en estrella de Youtube. Mientras contempla a dos amigos de la infancia que se ven enfrentados en un conflicto heredado de sus hermanos, el británico arremolina amor, amistad, traición y venganza para retratar tanto las consecuencias de la violencia y la masculinidad más toxica como la tragedia de la inocencia corrompida. 

En el proceso, Onwubolu eleva lo que sobre el papel es el típico melodrama urbano dotándolo de altas dosis de verosimilitud -está claro que sabe de lo que habla- y, sobre todo, insertándose a sí mismo en el relato con sucesivos interludios musicales en los que las rimas -algo así como un coro griego- hacen avanzar la historia y la dotan de una dimensión shakespeariana.

Cierto que, en buena medida a causa de esa falta de originalidad argumental, los personajes de 'Blue story' carecen de hondura y la falta de experiencia del director se traduce en una narración algo tosca. Pero en todo caso la película derrocha inmediatez y energía, manteniéndose en movimiento constante y sin apenas pausar para tomar aire como si tratara de emular visualmente el 'flow' de los versos de Rapman. Con eso se basta para invitarnos a mantener un ojo puesto en Onwubolu y prestar atención a sus proyectos futuros.