HOTEL CADOGAN (15)

La 'cabaña' de Philip Roth

La casa en Connecticut donde se gestó `Pastoral americana¿ sigue en venta desde el otoño

La actriz Claire Bloom y el escritor Philip Roth.

La actriz Claire Bloom y el escritor Philip Roth. / periodico

Olga Merino

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Desde que se puso en venta, el pasado otoño, nadie ha comprado todavía la granja en Connecticut donde Philip Roth alumbró buena parte de su obra, incluidas‘Pastoral americana’ y ‘La mancha humana’. Nadie ha desembolsado, al menos que haya trascendido, los tres millones de dólares que piden por ella. Cuando lo entrevistaban, el autor norteamericano decía escribir en una “cabañita de madera”, y era cierto; ahí había emplazado su estudio, un refugio caldeado por una chimenea, con una cocinilla para prepararse un café. Pero el predio comprendía, además, la residencia principal, una hermosa casa de tres habitaciones construida en 1790, en tiempos de George Washington, un granero y el terreno equivalente a un centenar de campos de fútbol. Roth la compró en 1972 por 110.000 dólares a tocateja, y con el tiempo fue adquiriendo las propiedades adyacentes.

El Hotel Cadogan cruza, pues, el Atlántico para aterrizar en la cima de una suave colina, al final de un sendero bordeado de manzanos, un enclave con prado, bosque, una piscina, un estanque natural y un espléndido fresno de 200 años. Pureza, serenidad, aislamiento. Un oasis a dos horas en coche de la babilónica Nueva York. La torre de marfil soñada donde se encerró a escribir. Contados escritores habrá en la historia con la tenacidad y disciplina del judío de Newark.

Como cada paisaje lleva una historia de amor prendida con alfileres, aquí, en el condado de Litchfield, el escritor fue casi feliz con sus mujeres, sobre todo con la segunda esposa, la actriz Claire Bloom, su “rosa inglesa”, la que interpretó ‘Candilejas’ con Chaplin. Fueron unos primeros años de complicidad y ensueño, de compartir lecturas y repasar juntos los guiones, hasta que se reventaron mutuamente la sesera. La actriz se despachó a gusto en un libro autobiográfico, ‘Adiós a una casa de muñecas’ (Circe)’, donde muestras las vísceras de casi 20 años de relación describiendo a un hombre intratable, manipulador, adúltero, rígido, huraño y escrutador hasta la intimidación. Cuando se divorciaron, le pidió que le devolviera todo cuanto le había proporcionado, desde un anillo de oro en forma de serpiente (de Bulgari) hasta un calefactor portátil. Él le envío sus pertenencias personales; en las cajas también coló la figurita que había coronado el pastel de boda.