EXPOSICIÓN

Bill Viola desparrama su arte por toda Catalunya

La Fundació Catalunya La Pedrera expone una cuarentena de obras del videoartista neoyorquino, la mitad en el edifico barcelonés y el resto en instituciones de Girona, Lleida, Vic y Montserrat

Un fragmento de la serie 'Martyrs', de Bill Viola

Un fragmento de la serie 'Martyrs', de Bill Viola. / periodico

Mauricio Bernal

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En una de sus reflexiones videoartísticas sobre la vida y la muerte, Bill Viola pone frente a frente dos monitores en los que tienen lugar dos escenas antitéticas: en una se ve a un niño recién nacido. La otra es de una mujer moribunda. El niño es babas, muecas, primer aliento, ojos que pugnan por abrirse; la mujer es arrugas, huesos, ojos vacíos y a punto de cerrarse. Los monitores están tan cerca que cada uno refleja lo que ocurre en el otro, de modo que la imagen de la mujer moribunda se refleja en la del recién nacido, y viceversa, y ahí está la clave de la obra: la muerte que hay en la vida y la vida que hay en la muerte. Lo explicó él mismo en su día en una entrevista que concedió al 'Journal of Contemporary Art': "La finitud es exactamente la esencia del hecho de estar vivo. Nace una criatura y al momento la mortalidad se presenta a nuestros ojos". La videoinstalación lleva por título 'Heaven and earth'. La mujer moribunda es su madre. Viola la grabó en su lecho de muerte mientras el cáncer acababa con ella en 1991.

Es la primera muestra monógrafica del artista neoyorquino, pionero y referente del videoarte, en Barcelona

Apunta alto el arte de Bill Viola porque lo anima un poderoso impulso espiritual, o lo que es igual, porque está al servicio de la reflexión sobre los temas mayúsculos: la muerte, el tiempo, lo sagrado, el sentido de todo esto. "La base de mi trabajo es la duda, el no saber, el extravío propio, las preguntas, no las respuestas", escribió una vez en su diario el videoartista neoyorquino, poniendo palabras a ese ímpetu. No tiene el rango de infidencia: lo contó su mujer, Kira Perov, en la presentación de la exposición 'Bill Viola. Espejos de lo invisible', que ha organizado la Fundació Catalunya La Pedrera y que abrirá sus puertas al público este viernes. Es una de las citas de la temporada. El edificio de Gaudí en las postrimerías del paseo de Gràcia acogerá el grueso de las obras, pero otras serán expuestas en instituciones diseminadas más o menos por toda Catalunya: el Museu de Montserrat, el Museu Episcopal de Vic, el Centre d’Art Contemporani Bòlit, en Girona, y el espacio Planta de la Fundació Sorigué en Lleida.

40 años de trayectoria

La toma de Catalunya por Bill Viola, por decirlo de algún modo. Una veintena de obras en La Pedrera (entre ellas 'Heaven and earth'), otra veintena en modo de aspersión. Comisariada por Llucià Homs y la propia Perov –compañera y estrecha colaboradora del artista–, la muestra es la primera de carácter monográfico que Barcelona dedica a este pionero del videoarte, lo cual satisface, dicen los organizadores, una deuda pendiente: no era posible que el ganador del Premi Internacional Catalunya del 2009 no hubiera sido objeto de una muestra como esta. Entre las obras expuestas destacan clásicos de su trayectoria como 'The Reflecting Pool', 'The Quintet of the Astonished', 'Catherine’s Room' y 'Surrender', y obras más recientes como 'Self Portrait. Sumerged', 'Walking on the edge' y la fantástica serie de los mártires –'Earth martyr', 'Air Martyr', 'Fire martyr' y 'Water martyr'–, que Viola creó para la Catedral de Saint Paul de Londres en el 2014. "Es un recorrido que abarca 40 años de trayectoria", destacó Homs. Entre las actividades paralelas –conferencias, mesas redondas, un recital poético– destaca la Nit Bill Viola del 4 de diciembre en La Pedrera, el Palau de la Música y el Liceu simultáneamente.

Se exponen clásicos como 'The Reflecting Pool' y obras más recientes como la fantástica serie de los mártires

La primera obra que se encuentra el visitante al pisar la muestra es 'Incrementation', esa cosa inquietante en la que el propio Viola aparece en una pantalla dedicado a respirar mientras una máquina cuenta sus respiraciones. La máquina cuenta hasta 900 millones de respiraciones: una vida de 85 años. Al respecto, el catálogo de la exposición reproduce una frase del místico sufí persa Rumi que recuerda que, "mientras respiramos, el alma se nos escapa poco a poco de la cárcel de este mundo". Puro Viola.