DÉCIMO ANIVERSARIO

Crüilla, el festival de los menos festivaleros

Esta ecléctica cita llega a su décimo aniversario consagrada como opción favorita del gran público

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Juan Manuel Freire

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El Cruïlla se ha afianzado como ese gran festival al que se atreven a ir, sin miedo, los menos festivaleros. Los motivos son diversos. De entrada, un cartel accesible y festivo, con nombres sobradamente conocidos (en algunos casos cerca del circuito nostálgico) y otros que, quizá sin serlo tanto, resultan fáciles de disfrutar. Sus conciertos no son, además, 'sets' reducidos para festivales, sino actuaciones completas que rondan la hora y media.

A esto se suma la calidad de la experiencia: el aforo está limitado a 25.000 personas, lo que hace el entorno del Fòrum muy transitable y reduce la concentración humana entre las primeras filas; si uno se lo propone, puede ver fácilmente a sus favoritos en primera fila.

Además, hasta hace poco, podías llevarte a los chavales (menores de 15 años) sin tener que pagar un duro por sus entradas. "Este año serán cinco euros por día", avisa Jordi Herreruela, jefe de todo esto. "Es una mera cuestión de control de aforo. Tenemos que saber cuánta gente va a venir, básicamente para que la experiencia siga siendo todo lo placentera que buscamos. No queremos ver al público como una simple masa de gente; este año, haremos acciones singulares dedicadas a visitantes individuales".

Dos días extra

Las jornadas grandes del Cruïlla son viernes y sábado, pero los fastos arrancan el miércoles, día 3, con un concierto de los resurgidos (sin Fergie) Black Eyed Peas y AURORA. "No queremos crecer, no al menos en público. Este año crecemos, pero porque ampliamos el número de días".

El jueves no es jornada de reflexión. O sí, pero de reflexión a voz en grito: toca tarde-noche de rap con LildamiAyax y ProkNatos y Waor y batalla de gallos (Arkano contra Blon). "Si queremos llegar al público joven, el factor diferencial el precio", dice Herreruela. "Hasta ahora no habíamos tenido a este público tan en cuenta. La jornada del jueves está teniendo éxito por el precio [4,95 € para mayores de 14; 27,50 € el resto]".

Asignaturas pendientes

Según explica Herreruela, el 95% del público del Cruïlla es local. Por eso no dudan en programar a Love Of Lesbian justo después de una superestrella como Kylie y a Vetusta Morla justo antes de Garbage. Lo de aquí en 'prime time'. "Además, LOL y Vetusta son importantes para el Cruïlla. También hace diez años el '1999' de los primeros. Hemos hecho camino juntos. Otra artista, ZAZ, vino a España por primera vez con el Cruïlla".

No todo son repetidores; también hay nombres a los que tenían ganas de echar el guante desde hace tiempo, como el mago folk-soul británico Michael Kiwanuka (al que escuchamos cada lunes en los créditos iniciales de 'Big little lies') y el rapero brasileño Marcelo D2, "que lleva trece años sin venir por Catalunya".

En el apartado de promesas, Herreruela hace hincapié en la cantante electro-pop noruega AURORA ("una especie de nueva Björk") y el irlandés Dermot Kennedy ("un cantautor que está agotando fechas sin parar y será una estrella").

Otra manera de hacer un festival

Como casi todo ahora, el Cruïlla se mueve por el Big Data, y desde la organización han visto que su público tiene intereses como la gastronomía, la tecnología y la responsabilidad social y medioambiental. El primer aspecto está bien cubierto, "aunque este año vamos a ofrecer un folleto explicativo de los platos de cada 'food truck'".

En el apartado tecnológico, este año destaca una experiencia 5G que permitirá vivir conciertos desde arriba del escenario sin moverse de un stand. La responsabilidad social está en el origen de Cruïlla Talks, un "espacio de reflexión paralelo al festival" al que se puede acceder sin necesidad del abono. "Y en cuanto a la conciencia ecológica", concluye Herreruela, "hemos sido pioneros en muchos aspectos. Fuimos los primeros en eliminar el plástico de los refrescos; los primeros en usar vaso biodegradable; y ahora, por contrato, todos los 'food trucks' deben trabajar con material biodegradable”. A divertirse sin sentimiento de culpa.