ESTRENO OPERÍSTICO

Apocalíptica 'Norma' de La Fura en las ruinas de Atenas

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Marta Cervera

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La Fura del Baus sorprendió en la noche del miércoles a los asistentes al festival de verano de la capital griega con una apocalíptica ‘Norma’ situada en el 2050. En el odeón ateniense Herodes Atticus -construido al pie del Partenón por orden del cónsul romano Herodes en el año 161-, el 'furero' Carlus Padrissa entremezcla el argumento de la ópera de Bellini con una advertencia sobre un futuro abocado al desastre medioambiental, con la emergencia climática y la sobresaturación del plástico en lontananza. La belleza de las melodías belcantistas de la ópera contrastó con el feísmo de la basura reutilizada en una puesta en escena muy simbólica, reforzada por las proyecciones sobre las famosas ruinas de este impresionante escenario.

Ni un ruido se oyó en las milenarias gradas de mármol durante la función inaugural, especialmente cuando la soprano Carmen Giannattasio interpretó la legendaria aria ‘Casta diva’, muy aplaudida por el público griego, tierra de la megadiva Maria Callas. Si en el libreto original esta historia de amor, pasión y traición transcurre en un pueblo celta enfrentado a la invasión del poderoso imperio romano, Padrissa traslada la acción a un futuro distópico, a una comunidad de seres humanos que sobreviven en una isla de plásticos compactados tras el cataclismo ecológico. El roble del libreto original, símbolo de la vida, no tiene hojas en este montaje. Sus ramas son metálicas y de un amarillo casi fluorescente, el mismo color que llevan marcado en la piel los miembros de la comunidad afectada por la contaminación.

Elementos marca de la casa de La Fura, como el agua, la luz y una grúa para mover a los personajes, se unen en esta propuesta a una hábil formulación del espacio. Magnífico el efecto de la primera aparición de Oroveso cantando ‘Ite sul colle’, interpretado por un sólido Raymond Aceto, desde uno de los arcos en lo alto de las ruinas del teatro. La utilización de un vestuario cargado de luces, un efecto desarrollado por Aitziber Sanz que la Fura ya utilizó en ‘La creación’, de Haydn, y que aquí se perfecciona, fue otra de las sorpresas del montaje.

Sonoro gallo

La historia es conocida. Norma, sacerdotisa celta, al igual que la Medea de la tragedia griega, al enterarse que su amante romano, Pollione, y padre de los hijos que ambos han tenido en secreto intenta abandonarla por alguien más joven, decide asesinar a los pequeños. Pero a diferencia de aquel personaje mitológico, la sacerdotisa finalmente decide protegerles, asumir la culpa de haber engendrado con el enemigo y sacrificarse. La voz de Giannattasio, habitual de la ópera de Múnich, conmovió como Norma, dificilísimo rol del belcanto, en un anfiteatro hasta los topes. Muy emotiva la escena donde transforma su primer impulso de infanticidio por el de la salvación de los niños. Arnold Rutkowski interpretó a Pollione con solvencia enfundado en un traje como de policía antidisturbios. En cambio Celia Costea, que encarna a Adalgisa, tuvo problemas y se le escapó un sonoro gallo en el peor momento, en su dúo con Norma al final del primer acto. Pero siguió adelante con el evidente apoyo de su compañera de reparto..

Los cantantes se llevaron buena parte de los aplausos la noche inaugural como también la orquesta y el coro de la Ópera Nacional de Atenas, muy atentos siempre a las precisas indicaciones de Georgios Balatsinos. Su trabajo fue fundamental para transmitir el abanico de emociones de esta ópera que cuenta con pasajes corales de gran intensidad como  ‘De’ll aura tua profecia’ hasta el intenso ‘Guerra, guerra!’ del segundo acto.

Padrissa, director acostumbrado a sacar partido de los espacios abiertos y al aire libre, utilizó los empinados pasillos entre las gradas para las apariciones de los personajes. De entre todas, destacó la del coro, que aparece en la primera escena con monos de plástico blanco manchados de petróleo evocando imágenes como las del 'Prestige'.

La Fura, que se dio a conocer internacionalmente con la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, ha demostrado ampliamente su capacidad para regenerar la ópera. Casi 30 años después de aquella cita olímpica la formación teatral no ha perdido su capacidad de sorpresa.  Tras su debut en Grecia, Padrissa ya prepara una nueva producción operística para el 2020 en Siracusa (Sicilia).