CRÓNICA

Enric Montefusco, bufón con causa en Apolo

El músico barcelonés mostró la consolidación de su lenguaje en solitario tras los años de Standstill con la vibrante la puesta en escena de 'Diagonal'

Enric Montefusco, actuando entre el público, el jueves en Apolo

Enric Montefusco, actuando entre el público, el jueves en Apolo / periodico

Jordi Bianciotto

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En el tránsito de ‘Meridiana’ a su reciente ‘Diagonal’ vemos a Enric Montefusco cada vez más a gusto con el lenguaje musical que ha elegido tras sus cerca de dos décadas al frente de Standstill. De aquel rock con ascendente hardcore y en constante evolución pasamos a una noción de canción popular tan cercana como severa, que mantiene a raya la tentación de la épica y que reserva momentos de esplendor y algarabía, siempre concienciada, como pudimos disfrutar este jueves en Apolo (festival Guitar BCN).

Montefusco abrió con sendas declaraciones de principios de uno y otro disco: ‘Adiós’, invocando su legado educativo para despedirse de él (esa es una de las fijaciones en su obra moderna), y la más fresca, ‘Quien abre camino’, con ecos de folclore envolviendo su pronunciamiento: “sin patria, sin rey, sin sombra, sin techo”, dispuesto a adentrarse en una “oscuridad” que “no da dinero”. Junto a él, un trío muy abierto e imaginativo: los teclados, guitarra y trompeta de Bernat Sánchez (excomponente de aquel despierto grupo pop llamado Mine!, que suple Pere Jou, de Quart Primera, titular en el disco), el violín y el aparatoso sousafón, suerte de tuba asociada a las marchas militares, de Jaime del Blanco, y la batería de Ramon Rabinad.

Refugiados y fútbol

Entre original entramado instrumental realzó canciones en las que se observa un cuidado por formas y cadencias rítmicas no ordinarias: ahí estuvo la evolución ‘in crescendo’ de ‘Himno de Europa’, con su denuncia del trato a inmigrantes y refugiados en bochornosa fricción con el “oé, oé, oé” de los cánticos futboleros; el mensaje de Montefusco ante las inminentes elecciones europeas. Y la pieza más llamativa de la nueva entrega, ‘Hermosa España’, un arrollador vals con fanfarria que lleva la idea del esperpento de Valle-Inclán a un formato de canción burlesca y acusatoria coronada por un doble estribillo. Montefusco, erigido en un deslenguado bufón que luego, en la más sobria ‘La reconquista’, volvió a la idea de “desaprender lo aprendido”.

Aunque integró, y con acierto, un par de canciones de los tiempos de Standstill, ‘¿Por qué me llamas a estas horas?’ (con inyección final de trompeta) y ‘Adelante Bonaparte’, Montefusco ha conseguido construir en poco tiempo un repertorio en solitario con canciones que el público ya espera. Como esa ‘Obra maestra’ que sacudió el bis con los cuatro músicos desplazados al centro de la pista de Apolo, como una banda de calle un poco excéntrica y feliz, dejando que el duende venciera al dolor.