CLÁSICOS DEL TEBEO

De Carpanta a Zipi y Zape, los mejores personajes de Escobar

Repaso a las creaciones del popular dibujante de Bruguera a los 25 años de su muerte

25 años sin Escobar, el visionario creador de Zipi y Zape

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Anna Abella

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De los pinceles de Josep Escobar, uno de los grandes dibujantes de la escuela Bruguera, de quien el próximo domingo, 31 de marzo, se cumplirán 25 años de la muerte, nacieron numerosos personajes. Bajo estas líneas algunos de los que dejaron huella, como Carpanta, Zipi y Zape aunque también creó series como Doña Tomasa con fruición, va y alquila su mansión, Don Óptimo y Don Pésimo o el perro Toby.  

ZIPI Y ZAPE

Gemelos idénticos, el rubio Zipi y el moreno Zape eran, sí, traviesos, inquietos y listos, pero en realidad encarnaban dos almas cándidas con buenas intenciones y buenos sentimientos que pese a intentar obedecer y seguir los consejos de su padre, el estricto y rancio don Pantuflo Zapatilla, catedrático de Numismática, Filatelia y Colombofilia, siempre acababan generando todo tipo de desastres caseros, por los que recibían los más drásticos castigos (ser atados a las vías del tren o a un barril de dinamita a punto de estallar) y daban con sus huesos en el cuarto de los ratones. Nacidos oficialmente en 1948 ‘rivalizaron’ en populariad con Mortadelo y Filemón. Con esta serie, decía el mismo Escobar, “quería reflejar los problemas de los propios niños, de los que iban a ser lectores de Zipi y Zape. Creo que ese es uno de los méritos de los gemelos, tocar los temas que procupan a los chavales y con los que ellos se sienten identificados: la escuela, el maestro, los compañeros, las notas, los padres etcétera”.

CARPANTA

Vagabundo que vive bajo un puente, capaz de la más imaginativa picaresca y el más brillante ingenio enfocados siempre al único objetivo de echarse algo a la boca, Carpanta fue uno de los mejores retratos críticos del hambre en la socieadad de posguerra, tanto que fue víctima del lápiz rojo de la censura que lo marcó recordándole que “en la España de franco nadie pasa hambre”. Sombrero de paja, pajarita, traje y camiseta de rayas negras y blancas, este antihéroe sin familia apareció por primera vez en la revista ‘Pulgarcito’ en 1947 y su popularidad se mantuvo hasta los años 60, cuando el resurgimiento económico le restó sentido entre los nuevos lectores. 

PETRA, CRIADA PARA TODO

Mujer sencilla, honrada y noble, y tozuda, de humildes orígenes campesinos y consciente de su bajo nivel cultural, Petra encarna, con su cofia y su delantal sobre el traje negro de sirvienta, toda una generación de chicas que durante la dictadura dejaron atrás sus pueblos para ayudar a la economía familiar trabajando de criadas en casas bien de las grandes ciudades. Inspirada en una amiga de Escobar a la que conoció con 14 años, Petra nació en las páginas de ‘Pulgarcito’ en 1954 sirviendo a la oronda y mandona doña Patro, que vive de modestas rentas. La convivencia entre ambas da cuenta de la llegada a los hogares de los nuevos electrodomésticos como el frigorífico, la lavadora o la aspiradora, que Petra recibe con suspicacia. 

DOÑA TULA, SUEGRA

Doña Tula, esta viuda de alto moño que vive en casa de la hija, Filomena, y del yerno, Clotildo, quiere tanto a su retoño que ejerce de suegra mandona y déspota hasta la médula. Tanto persigue al yerno, encargándole todos los trabajos domésticos posibles y usando contra él la violencia sin complejos en forma de sonados sopapos, que en 1956 la censura ‘invitó’ a Escobar a suavizar las historietas porque ridiculizaban y  “atentaban contra la sagrada institución familiar” y hacía peligrar la armonía que debía reinar en el matrimonio. La serie, donde doña Tula dominaba absolutamente las personalidades de su hija y su yerno, había debutado en ‘El DDT’ en 1951, pero el dibujante prefirió terminarla antes de acatar las recomendaciones de la censura. 

BLASA, PORTERA DE SU CASA

Nuevo ejemplo de cómo a través del tebeo Escobar volcaba una mordaz crítica social de la época. El personaje de Blasa, creado en ‘Tío Vivo’ en 1957, es el prototipo de la portera cotilla, fisgona, metomentodo y mandona que todo lo sabe, o pretende saber, de los vecinos de la finca que con tanto celo guarda y controla. Escobar supo caricaturizar el microcosmos de una escalera de vecinos, entre ellos, un pintor bohemio, un vendedor de seguros y su familia, un pirata y un médico, donde Blasa es también la figura dominante en su propia casa, con un marido débil de carácter.