EL TRABAJO INACABADO DE UN GENIO

La película póstuma de Orson Welles ve la luz tras cinco décadas de infortunios

Netflix estrena 'Al otro lado del viento' después de un complejo trabajo de montaje que el genial director de 'Ciudadano Kane' dejó inacabado

Nando Salvà

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Se la conoce como una de las películas más famosas jamás estrenadas. Cuando Orson Welles comenzó su rodaje, pensaba que lo completaría en ocho semanas; acabó tardando seis años llenos de parones, reescrituras de guion y repeticiones de escenas. Posteriormente, las batallas legales y los problemas de liquidez e incluso la revolución islámica contribuyeron a que la película quedara permanentemente a medio terminar. Cuando murió en 1985 encorvado sobre su máquina de escribir, Welles seguía trabajando en ella. Ahora, casi cinco décadas después de lo inicialmente previsto, 'El otro lado del viento' ha sido completada; este viernes, 2 de noviembre, ve la luz en Netflix. 

En 1970, de regreso en EEUU tras pasar décadas exiliado en Europa, el director de 'Ciudadano Kane''Ciudadano Kane' afrontaba su ocaso profesional; se sentía fuera de la onda de Coppola, Altman y el resto de jóvenes cineastas del nuevo Hollywood. Y entonces, poco después de participar en una campaña publicitaria para Findus -en la que hablaba de las grandezas de los guisantes congelados y los palitos de pescado-, tuvo la idea de hacer una película sobre un viejo cineasta que regresa a Hollywood y que trata de escapar del ocaso profesional haciendo, claro, una nueva película. Aquel proyecto iba a ser su gran obra final: un manifiesto sobre el estado del cine y su propio lugar en él.

"Lo mejor al hacer una película son los accidentes divinos", había dicho el director una vez, y da la sensación de que su misión con 'El otro lado del viento' fue tropezar con tantos como le fuera humanamente posible. Empezó a filmarla sin tener un guion; decidió que lo escribiría a medida que rodaba. Para conseguir localizaciones tuvo que recurrir a engaños: a una familia adinerada, por ejemplo, le dijo que quería alquilarles la casa para tener un lugar tranquilo donde escribir sus memorias, y luego convirtió el lugar en un aparatoso 'set'.

Fue en esa mansión donde sucedió una anécdota, rememorada en el documental 'You’ll Love Me When I’m Dead' -también se estrena este mismo viernes en Netflix-, que ilustra a la perfección el caos posterior: en medio del rodaje de una secuencia, Welles grita: “¡Mirad todos hacia arriba! ¡Enanos en el tejado!”. El equipo y los actores miran hacia arriba y descubren que en el tejado no hay nada. Cuando uno de ellos le pregunta al director qué diablos está pasando, este contesta: "Ya añadiremos los enanos más tarde, en España".

Buena parte de 'El otro lado del viento' transcurre en casa del director Jake Hannaford (John Huston). Durante su fiesta del 70º cumpleaños, horas antes de su muerte en un accidente de coche, el viejo muestra fragmentos de la película en la que está trabajando. La mayoría de los invitados -jóvenes cineastas, productores, periodistas, amigos- filman lo que allí sucede con sus propias cámaras, y de hecho lo que nosotros vemos son mayormente fragmentos de esas grabaciones en diferentes formatos.

“Se trata de una técnica que por entonces era revolucionaria”, explica Bob Murawski, montador de la versión final de 'El otro lado del viento'. “Mucho antes de que la estrategia narrativa del metraje encontrado se popularizara en el cine de terror, Welles ya la había utilizado”. Periódicamente, la narración de la película se interrumpe para mostrarnos secuencias de la película que Hannaford está rodando, que parece ser una parodia de películas de Michalangelo Antonioni como 'El desierto rojo' o 'Zabriskie Point'.

Sigue la odisea

Tras varios meses de rodaje, la producción se detuvo debido a los problemas de Welles con el fisco. Para resolverlos obtuvo fondos de tres inversores: él mismo, el productor Andrés Vicente Gómez y una productora francoiraní propiedad del cuñado del shah de Irán. La filmación se reanudó en 1973. Cuatro meses después Welles se quedó sin dinero nuevamente y acusó a Gómez de quedarse con 250.000 dólares del presupuesto de la película. El español siempre ha negado esas acusaciones.

En 1979, tres años después del final del rodaje y con 40 minutos de metraje ya montados, la película estuvo de nuevo a punto de irse a pique, esta vez a causa de la Revolución iraní: el nuevo régimen intentó quedarse con el negativo, que consideraba propiedad del gobierno. No tardaron en echarse atrás, pero a causa de la confusión resultante el material acabó almacenado de forma indefinida en Francia. Y tras la muerte de Welles se convirtió en el objeto de una complicada disputa entre Beatrice, su hija, y la actriz croata Oja Kodar, su amante y coguionista de la película.

“Desde entonces, décadas de batallas legales han impedido que la película se terminara”, recuerda el productor Filip Jan Rymsza. “E incluso cuando ya estábamos cerca de resolverlas, en el 2011 el laboratorio francés que almacenaba el negativo se declaró en bancarrota, y como resultado el material volvió a desaparecer durante años. Cuando finalmente lo recuperamos, pensé: ¿es que no ha sufrido esta película lo suficiente?".

Y finalmente llegaron Netflix y su poderío económico poderío económico para financiar el proceso de montaje y restauración del material y resolver cualquier posible impedimento. Y un equipo encabezado por Rymsza, Murawski, el director Peter Bogdanovich Peter Bogdanovichy el productor Frank Marshall han estado trabajando en los últimos años para convertir 'El otro lado del viento' en una realidad. No ha sido tarea fácil, entre otras cosas porque Welles había llegado a rodar más de 100 horas de metraje.

"Y, aun así, no sabíamos si había llegado a filmar todo el guion", asegura Murawski. "Ignorábamos de qué disponíamos hasta que fuimos abriendo todas las latas de película, una a otra y revisándolas. Fue muy tedioso”. Durante el proceso, descubrieron dos cosas: que los rollos de celuloide apenas habían sufrido deterioro, y que Welles no había dejado instrucciones acerca de cómo ordenarlos. “Durante mucho tiempo pensamos que no seríamos capaces de dar sentido a todo aquello”.

¿Valió la pena el esfuerzo? Ni siquiera contemplando la película definitiva será posible responder a esa pregunta. Quizá dejar su 'El otro lado del viento' inacabada fue la forma que su creador tuvo de otorgarle su verdadero mensaje: que el verdadero arte está en el proceso creativo y no en la obra final, en parte porque la obra final nunca estará a la altura de la idea que el artista tiene en su cabeza, y por la que está dispuesto a dar hasta su último aliento.

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