CRÓNICA DE ÓPERA

Caballé reina en el Liceu

La función del domingo de 'I Puritani' ha sido un sentido homenaje a la difunta soprano por parte de público y reparto

Pablo Meléndez-Haddad

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Muchas de las caras que se vieron el domingo por la tarde en el estreno del reparto alternativo de 'I Puritani', de Bellini, en el Gran Teatre del Liceu, se habían visto horas antes en la capilla ardiente de Montserrat Caballé, en el Tanatori de Les Corts. Y no solo se trataba de autoridades o de los máximos responsables del coliseo de la Rambla, sino también de muchos admiradores anónimos que querían despedirla. Pero "el espectáculo debe seguir", como dice el refrán, y eso en el Liceu lo tenían claro, ya que el desgarro que ha provocado en los liceístas la muerte de la gran soprano barcelonesa no detuvo la actividad artística, aunque sí hubo tiempo para rendirle homenaje: el Gran Teatre decidió ofrecer todas las funciones de 'I Puritani' (diez en total, en cartelera hasta el 21 de octubre) en memoria de esta cantante tan ligada al escenario barcelonés. 

En lugar del consabido minuto de silencio antes de que se levantara el telón se escuchó un minuto del 'Casta diva' de la Norma de Bellini en la voz de Montserrat Caballé. Un breve discurso de la directora artística, Christina Scheppelmann, anunció la dedicatoria de las funciones y presentó la grabación que se escuchó, del archivo del teatro datada en 1970. Una ovación con el público en pie despidió el emotivo momento.

Condolencias

CondolenciasEl Liceu, con sus banderas a media asta, no acogió la capilla ardiente de Caballé por expreso deseo de la cantante, aunque se lo merecía. Respetando su voluntad, sí se instalaron libros de condolencias con grandes fotos de la soprano que espontáneos llenaron de flores. Yolanda, de seguridad del Gran Teatre, afirmaba que, mientras ha estado de guardia el fin de semana, ha visto “de todo” entre quienes han acudido a firmar. “Aficionados de toda la vida con flores, gente emocionada y muy humilde... Y también gente joven, y extranjeros impactados con la noticia”. Tanto el Liceu como los madrileños Teatro Real y de La Zarzuela se están planteando ofrecerle homenajes a la cantante.

Sobre el escenario, nada mejor que recordarla de la mano de 'I Puritani', obra de Vincenzo Bellini, uno de los compositores que la Caballé elevó a lo más grande dando sentido con su inmenso talento a todo un estilo estético e interpretativo. Ella fue clave en el movimiento de exhumación del bel canto romántico, ese en el que reinaron Bellini junto a Donizetti y Rossini, sin olvidar al primer Verdi. El repertorio internacional le debe esto y mucho más a la cantante catalana.

La pareja de protagonistas del estreno del domingo, la granadina María José Moreno y el tinerfeño Celso Albelo –dos de las grandes estrellas de la lírica española–, también tienen claro esa deuda del mundo de la ópera con Caballé y, a nivel íntimo, también le dedicaron la función. “Pero por supuesto que cantaré pensando en ella”, afirmó Albelo momentos antes de entrar en su camerino. “Ella estuvo, está y estará por siempre en la lírica. Gracias, por tanto, a la más grande del siglo XX”. María José Moreno tampoco duda: “Por supuesto que le dedico la función de hoy. Era una artista sublime, con una voz bellísima y un control técnico absoluto”.

A darlo todo

A darlo todoCon estas sensaciones ambos intérpretes subieron al escenario liceísta a darlo todo en este montaje de Annilese Miskimmon. Y así lo hicieron. Juntos ya han compartido partituras y hace dos veranos llevaron la producción del Teatro Real de Madrid al Festival de Savonlinna, en Finlandia, por lo que se complementaron a la perfección como Elvira y Arturo. Albelo lleva cantando este papel 16 años –detalle muy inusual– y aquí volvió a demostrar su absoluto dominio del papel con un canto elegante y virtuoso, con impresionantes subidas al sobreagudo, Fa incluido. Su fraseo estuvo lleno de reguladores que dieron sentido al libreto consiguiendo momentos muy emotivos. Moreno defendió su parte con comodidad, incluso en los momentos más complicados, apoyándose sobre todo en su coloratura, con picados y variaciones.

Nicola Uliveri tuvo problemas para hacerse oír en un muy poco atractivo Giorgio, sólido una vez más Gianfranco Montresor y eficaz el Riccardo Forth de Andrei Kymach. Al resto del reparto le costó traspasar la barrera del foso, al igual que los internos, mientras que el Coro llegó a rozar el abismo en varias ocasiones. Christopher Franklin sorteó los escollos ante una Simfònica liceísta inspirada y obediente, con una trompa solista muy inspirada.

Por cierto, ni rastro de las protestas con carga política debidas al montaje que se escucharon el viernes en el estreno de la producción.

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