CRÍTICA DE CINE

'Los hambrientos': no es otra película de zombis más

El director canadiense Robin Aubert introduce cambios sugestivos en una fórmula familiar

Juan Manuel Freire

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

'Los hambrientos' es otra historia de zombis, y no precisamente original. Para ser precisos, es otra historia de 'infectados': un pequeño pueblo del Québec rural se ve asolado por una extraña plaga que convierte a sus víctimas en –por supuesto– depredadores de carne humana. Algunos y algunas, todos predeciblemente diferentes, han logrado sobrevivir a la amenaza. Pero la buena suerte no puede durar para siempre.

Esta premisa algo genérica puede llevar a asumir fácilmente que 'Los hambrientos' no aporta nada al subgénero. Pero pequeños detalles marcan la diferencia. Por ejemplo, el director y guionista Robin Aubert no pierde tiempo en explicar la plaga en la raíz del relato, sino que permite a las imágenes sugerir ideas. Puede que ver a los zombis correr no sea una novedad (no lo es desde 1980, año de 'La invasión de los zombies atómicos', de Umberto Lenzi), pero sí resulta curioso e inquietante que sufran dolor y que los sonidos que emiten al sentirlo sean, al menos en parte, reconociblemente humanos.

Y aunque la mayor parte del cine zombi pase en la oscuridad o cuanto menos la penumbra, Steeve Desrosiers (director de fotografía) filma casi siempre de día y con luz natural, creando un ambiente inusual para una historia así. Especialmente sugestiva a nivel visual es una parte final menos deudora de Romero que de Carpenter: esa capa de niebla que envuelve la acción como un manto fantasmal es un claro homenaje a 'La niebla'.